?Es posible unos Sanfermines sin corridas de toros? Claro que s¨ª
La afici¨®n navarra guarda silencio ante la pol¨¦mica abierta por el alcalde de Pamplona
La pregunta es provocadora, sin duda. Y tiene dos respuestas posibles. La primera, ortodoxa, NO, con may¨²sculas; sin corridas no hay encierros ni fiestas de San Ferm¨ªn. Y la segunda, her¨¦tica y disparatada, CLARO QUE S?.
La pol¨¦mica la inici¨® el alcalde de Pamplona con ese disparo que surti¨® el efecto deseado: ¡°No veo unos sanfermines sin toros, pero s¨ª sin corridas¡±.
Y se encendieron algunas alarmas. Hasta los ganaderos, tan silentes siempre, firmaron una carta en la que, envalentonados por una vez en su vida, dec¨ªan, en plan pataleta infantiloide, aquello de que ¡°no vamos a consentir los encierros de Pamplona sin la celebraci¨®n de las corridas¡±; como si ellos pudieran impedir con su negativa los Sanfermines. En el caso m¨¢s que improbable de un boicot, en Navarra hay toros suficientes para los encierros, y est¨¢ por ver si alguno de los firmantes rechazar¨ªa una suculenta oferta econ¨®mica como la que suelen hacer en la capital navarra.
Lo cierto, sin embargo, es que el primer edil pamplon¨¦s no plante¨® ninguna barbaridad; y ¨¦l mismo reconoci¨® que todos los grupos municipales han admitido que existe un debate social en torno a las corridas de toros.
Ha nacido un nuevo encierro, previsible y profesionalizado
As¨ª es, guste o no a los taurinos. ¡°La corrida de los toros¡±, recalc¨® el alcalde, ¡°es una actividad cultural que genera controversia¡±. Y es verdad.
?Cu¨¢l ha sido la reacci¨®n de la afici¨®n de Pamplona?
Ah, pero ?hay afici¨®n a los toros en Pamplona? ?Afici¨®n o tradici¨®n? Por lo que se ve en la plaza, la corrida parece m¨¢s una celebraci¨®n festiva, un acto social y no una reuni¨®n de exigentes aficionados en la que prime la b¨²squeda de la emoci¨®n. Ni siquiera la llamada Feria del Toro ¡ªla del toro serio y astifina arboladura¡ª es una demanda de los que pueblan los tendidos, sino la soluci¨®n a un litigio de despacho entre la Casa de Misericordia y los diestros Luis Miguel Domingu¨ªn y Antonio Ord¨®?ez en el a?o 1959.
Y hablamos, claro est¨¢, de los tendidos de sombra, que no han dicho ni mu a las palabras del alcalde.
?Y el sol?
?Alguien duda a estas alturas de que a los espectadores de sol les importa un pimiento los toros, y que todos los pe?istas acudir¨ªan a la plaza exactamente igual si se celebraran en el ruedo fuera un espect¨¢culo de recortadores o una pega de forcados portugueses? Pues eso.
¡°En Pamplona, el espect¨¢culo est¨¢ en el tendido¡±
Es m¨¢s: Mariano Pascal, portavoz de la Casa de Misericordia, ha argumentado en este peri¨®dico que un abono en la plaza de Pamplona es ¡°una propiedad familiar, como un apartamento en la playa¡±. Claro que s¨ª, como lo era en Sevilla y Madrid hace unos a?os, y ha dejado de serlo. Lo que antes era un tesoro, ¡ªun abono¡ª, hoy es pura bisuter¨ªa.
Cierto es que el formato de San Ferm¨ªn no se entiende sin el toro, pero lo ¨²nico sagrado es el encierro. Esa es la motivaci¨®n fundamental que ha universalizado esta fiesta y la llamada a la que acuden turistas de todo el mundo. El encierro, pero no la corrida.
Lo que hoy parece impensable, ma?ana puede ser una realidad. Impensable era que la muy taurina Catalu?a volviera la espalda a la fiesta hasta el punto de dar alas al independentismo para su prohibici¨®n; impensable que La Maestranza haya pasado de casi siete mil abonados en los buenos a?os de la bonanza econ¨®mica a poco m¨¢s de dos mil, si es que llegan, en la actualidad; impensable era hasta hace poco que una terna de primeras figuras en ferias de post¨ªn no colgara el cartel de ¡®no hay billetes¡¯, y hoy es noticia relevante cuando consiguen llenar la plaza.
La fiesta de los toros est¨¢ en crisis y hay que defenderla cada tarde con u?as y dientes; y no parece que ese sea el objetivo prioritario de la ¡®afici¨®n¡¯ de Pamplona, que permite un espect¨¢culo taurino caricaturizado y, a veces, esperp¨¦ntico, dirigido por una presidencia que causa sorpresa y sonrojo por su constante veleidad.
Conclusi¨®n: la corrida goza hoy de buena salud en San Ferm¨ªn, pero puede enfermar ma?ana contagiada por el creciente antitaurinismo y el silencio pasivo de quienes asisten a la plaza.
?Es posible unos Sanfermines sin corridas de toros? Claro que s¨ª. Ojal¨¢ no haya oportunidad de comprobarlo, pero ese puede ser su destino a medio plazo si no se establecen medidas de defensa y apoyo. De momento, Pamplona ha callado ante las insinuaciones del alcalde, y ese es un mal presagio.
Y mientras la supervivencia de los festejos taurinos se somete a discusi¨®n p¨²blica, ha nacido un nuevo tipo de encierro. Permanece el riesgo, pero la carrera ha dejado de ser una aventura, se ha vuelto previsible y, lo que es peor, se ha profesionalizado.
Los cabestros ya no son acompa?antes, sino ¡®liebres¡¯ que marcan y lideran la carrera; los toros son atletas entrenados en el corredero del campo para la media distancia; m¨¢s que correr, vuelan, hermanados, compactados, y, si alguno cae, busca con desesperaci¨®n la manada. Animales todos ellos profesionalizados para ocho carreras que se parecen unas a otras como gotas de agua.
Profesionales parecen tambi¨¦n la mayor¨ªa de los corredores, actores de un espect¨¢culo televisivo, estudiosos del trazado, expertos medidores de la velocidad, las pulsaciones y los miedos.
Y la guinda del pastel es el l¨ªquido antideslizante presente en parte de la calzada, que ha desnudado el encierro de resbalones, ca¨ªdas, golpes y emparedados en los tablones de la curva de Estafeta. Ese componente qu¨ªmico de milagrosos resultados es como un chute de buenismo que ha restado violencia y exhala compa?erismo y divertimento al menor riesgo posible.
Dicho de otro modo, el encierro interesa cada vez menos, es uniforme y previsible, ha perdido autenticidad, y correrlo ya no es ¡ªal menos, no lo parece¡ª la aventura de anta?o.
Pero el encierro tendr¨¢ soluci¨®n porque es el alma de San Ferm¨ªn. Lo preocupante es en qu¨¦ echar¨¢n la tarde los toros de los a?os venideros; si saldr¨¢n al ruedo o volver¨¢n a la dehesa.
Una prestigiosa revista nacional publica en su edici¨®n de julio un amplio reportaje sobre los Sanfermines y el autor termina as¨ª su relato: ¡°En Pamplona, ya se sabe, no hace falta mirar al ruedo: el espect¨¢culo est¨¢ en los tendidos¡±.
He ah¨ª el problema.
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