La humorista que quiere acabar con el humor
Despu¨¦s de 'Nanette', el 'show' de Netflix en el que Hannah Gadsby habla de su vida y de su lesbianismo, el 'stand up comedy' ya no ser¨¢ igual
Despu¨¦s de Nanette, el show unipersonal protagonizado por la australiana Hannah Gadsby (que emite Netflix), el g¨¦nero del stand up comedy ya no ser¨¢ el mismo. Por usar una analog¨ªa que le gustar¨ªa a ella, la revoluci¨®n que protagoniza en el g¨¦nero es tan brusca como la que Picasso conquist¨® con Las se?oritas de Avi?¨®n o, para ser m¨¢s precisos, como la lograda por el urinario de Marcel Duchamp. Hannah Gadsby intenta en Nanette el imposible reto de hacer un show de comedia que no es solo su renuncia personal al g¨¦nero, sino un cuestionamiento completo y total a la comedia y al arte en general, a los que acusa de perpetuar con estilo, belleza y hasta felicidad, la opresi¨®n patriarcal.
El humor le ha dado a ella, lesbiana y feminista, una voz, cuenta Hannah Gadsby. Pero duda que sea la voz con la que quiere seguir hablando de ahora en adelante. En sus shows suele re¨ªrse de todas las formas posibles de su salida del armario en una regi¨®n, Tasmania, en la que la homosexualidad era ilegal hasta bien entrados los a?os noventa. Gadsby advierte, con todo, de que esos chistes en los que se burla de s¨ª misma no cuentan toda la verdad. El humor crea tensiones artificiales que resuelve tambi¨¦n artificialmente, denuncia. El comediante profesional hace preguntas capciosas que responde con un remate impostado. ?Qu¨¦ pasa despu¨¦s del remate, despu¨¦s de la risa que tranquiliza nuestra inquietud?
Su salida del armario contada en tono de comedia no se hace cargo de la sabia comprensi¨®n con que su madre termin¨® acogiendo la sexualidad de su hija. Ni mucho menos de los golpes y la violaci¨®n sufrida cuando era joven y que a¨²n conmueve su voz. Al final de sus espect¨¢culos, Gadsby deja del todo los chistes aparte para reivindicar en serio, muy en serio, ese dolor. Pero como no quiere reemplazar la risa por el odio, confiesa en los ¨²ltimos minutos de su presentaci¨®n, prefiere renunciar a los dos y quedarse en silencio.
Entre medias Gadsby, que estudi¨® historia del arte en la Universidad Nacional de Australia, nos recuerda que hay cierta crueldad en olvidar que Van Gogh m¨¢s que un genio incomprendido era un enfermo mental que no recibi¨® la cura adecuada. Tambi¨¦n se?ala a Picasso como otro demente, un enfermo de misoginia que usa el arte para perpetuar todos los estereotipos patriarcales. El arte, como el humor, denuncia la comediante, no cura el dolor ni mejora en nada o casi un mundo violento e injusto del que es muchas veces la cara amable. El humor no explica, es el az¨²car que damos a los ni?os para que el remedio no sepa tan mal.
Es cierto que el trabajo del artista se parece mucho al que emprende el paciente en una terapia psicoanal¨ªtica, aunque a diferencia de este, aquel no busca mejorar sino descubrir. Van Gogh no vendi¨® sus cuadros porque su locura no le permit¨ªa venderse a s¨ª mismo, dice Gadsby. Pintaba a pesar de ese fracaso, porque ten¨ªa un hermano que amaba pero tambi¨¦n porque tuvo un amigo, Gauguin, a quien odiaba. El ex agente de bolsa Paul Gauguin, que sin estar preso de ninguna de las enfermedades mentales que le impidieron a Van Gogh el ¨¦xito mundano, sigui¨® su solitario destino de pintor que no vende en vida para triunfar mejor despu¨¦s.
De Plat¨®n en adelante los pensadores y los pol¨ªticos han cre¨ªdo que el arte y la justicia son incompatibles porque no hay nada m¨¢s injusto que el talento. No hay r¨¦gimen totalitario que no haya intentado vigilar tanto el humor como la pintura para impedir la desigualdad de la belleza. Hannah Gadsby reduce este debate de siglo a un asunto personal. Re¨ªrse en p¨²blico de su dolor convirti¨® ese dolor en una profesi¨®n que no le permite sanarse. Ella quiere ahora el silencio de su casa y sus perros, que es justamente lo que nos termina por mostrar el especial que le consagra en Netflix.
Surge la sospecha de que esa paz no durar¨¢ demasiado. Los artistas de verdad, y la suicida valent¨ªa de su espect¨¢culo demuestra que Hannah Gabsby lo es, no logran generalmente decidir cu¨¢ndo dejar de ejercer su arte, quiz¨¢s porque el arte no sana del dolor, pero hay pocas cosas m¨¢s viciosas que el placer que produce volver en forma de risa o de pintura a visitar todas las dimensiones de tu herida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.