Marina Garc¨¦s: ¡°El turismo es la industria legal m¨¢s depredadora¡±
La fil¨®sofa anta?o okupa que m¨¢s ha conectado con la corriente que movi¨® el 15-M se reivindica como agitadora de la turismo fobia
Una placita en el Barrio G¨®tico de Barcelona. A Marina Garc¨¦s, la fil¨®sofa anta?o okupa que m¨¢s ha conectado con la corriente que movi¨® el 15-M de Madrid a Barcelona, no se le mueve un rizo cuando los grupos de guiris la rodean. Y eso que se reivindica como agitadora de la turismo fobia. Pero tambi¨¦n de la amistad. ¡°Aqu¨ª me desoriento¡±, dice.
Pregunta. ?El verano es el momento propicio para los amigos?
Respuesta. Es el tiempo de las relaciones no instrumentales.
P. Ah, pero, ?existen?
R. Sin ser puristas, creo que s¨ª. Aquellas en las que el dar se convierte en el argumento principal. Dar tiempo, por ejemplo, es hoy una rebeld¨ªa posible.
P. ?No esperamos siempre algo a cambio? No solo material, emocionalmente¡
R. No todo se puede instrumentalizar. Podemos apreciar las relaciones en s¨ª mismas. Simplemente porque s¨ª.
P. Porque s¨ª ya es por algo.
R. Bueno.
P. Usted que fund¨® el movimiento Dinero gratis¡ ?Qu¨¦ es el la pasta?
R. Una abstracci¨®n atravesada por relaciones de dominaci¨®n. Por eso da?a la vida.
P. Y usted y sus compa?eros de entonces, okupas incluidos, ?ten¨ªan precio?
R. Intent¨¢bamos afirmar que no todo se puede comprar, una nueva forma de sociabilidad. Se puede romper esa tiran¨ªa del valor. Tasar la vida es lo que implantan determinados poderes, si le quitamos validez a tal concepto, nos liberamos. Es un combate.
P. En su libro Ciudad princesa, ?le ha podido la nostalgia?
R. Espero que no, aunque mirar hacia atr¨¢s, lo desprende. El presente es lo que importa, aunque escribas sobre la memoria. Si cierta nostalgia sirve para encontrar lo que queda por vivir, vale.
P. ?Han perdido muchas batallas o todas las batallas?
R. Muchas. No siempre se pierden todas, por definici¨®n. Reconocerlo es un acto de honestidad. No nos podemos instalar en creer que lo logramos, pero tampoco en el desencanto y menos en el cinismo.
P. ?Cu¨¢les han ganado?
R. Existe un cambio de conciencia muy grande respecto a la victoria del capitalismo, que hab¨ªa ganado por ser el menos malo de los sistemas. Hoy, para mucha gente, est¨¢ en cuesti¨®n, incluso para los menos politizados.
P. Si es as¨ª, ?c¨®mo es posible que haya vencido Trump y Europa se entregue en manos del populismo neofascista o del nacionalismo?
R. Es la expresi¨®n del miedo, que domina la l¨®gica pol¨ªtica actual. Eso abre abismos, produce terror. El repliegue nacionalista y el autoritarismo viene de ah¨ª, como las tecno utop¨ªas y esas promesas de salvaci¨®n en forma de rob¨®tica y algoritmos.
P. ?Nos movemos entre los robots y el tarot?
R. Estamos en la paranoia que alimenta el dogma apocal¨ªptico.
P. ?Entra ah¨ª el turismo?
B. Es la industria legal m¨¢s depredadora que existe, pero no lo digo yo. Lo dicen estudios. En su desarrollo masivo, extractivo y monopolista. No me vale que sostiene al peque?o comercio. Beneficia a las grandes industrias de transporte, urban¨ªstica o de alimentos. Es ah¨ª donde se cruzan todas las devastaciones: de la ambiental al extractivismo presente.
P. Trad¨²zcanos.
R. Yo analizo el turismo como industria extractiva, como antes la miner¨ªa o lo agroalimentario. Para m¨ª, Barcelona es un campo de soja, explotable como un recurso natural cualquiera.
P. Con ese discurso, ?c¨®mo hace para que al viajar no la consideren turista?
R. Intento hacerlo lo menos posible. Viajo para hacer cosas. No s¨®lo trabajo. Ver gente, amigos.
P. En alguna ocasi¨®n ha dicho que ante alg¨²n fen¨®meno se ha quedado sin palabras. ?Es esa la mayor derrota para un pensador?
R. Yo defiendo las crisis de palabras. Me asustan quienes nunca se quedan sin ellas porque quiere decir que siempre saben lo que piensan. No dudan. Mis libros est¨¢n atravesados de esas crisis. Saberlas aguantar es bueno. Si no te quedas en el dogmatismo o la ret¨®rica.
P. ?C¨®mo hemos podido caer tan bajo para que nos llamen marca, incluso a usted?
R. Volvemos al precio, al valor que sube y baja. Parece que todos jugamos a eso, en lo laboral y hasta en lo simb¨®lico. El capitalismo¡
P. Perd¨®n, el anticapitalismo, ?no impone sus marcas?
R. M¨¢s en el uso del s¨ªmbolo, pero no todo s¨ªmbolo es una marca, a no ser que se mercantilice.
P. Confiese un vicio que descomponga su figura de musa revolucionaria monacal.
R. No s¨¦, la testarudez.
P. Eso no es un vicio, es un defecto, O una virtud, qui¨¦n sabe. ?Algo por lo que pierda la cabeza?
R. La pierdo constantemente. Por eso me dedico a la filosof¨ªa, que no es nada santa. Al rev¨¦s. Es pecaminosa por definici¨®n.
Entre la agitaci¨®n y la refelexi¨®n
Marina Garc¨¦s (Barcelona, 1973) se ha convertido en una de las voces de referencia de la nueva izquierda a fuerza de pol¨¦micas y ensayos calientes, entre el activismo y la reflexi¨®n. Perteneci¨® a grupos okupa y germin¨® revulsivos como Dinero Gratis o Espai en blanc. Profesora de Filosof¨ªa comparada en la Universidad de Zaragoza, ha publicado Filosof¨ªa inacabada, Fuera de clase, Ciudad princesa (Galaxia Gutenberg) o En las prisiones de lo posible (Bellaterra).
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