Pol¨ªtica de lesa vecindad

Una modesta flor crecida en la linde de dos propiedades le sirvi¨® a Norman McLaren para construir una met¨¢fora universal en torno a la locura de todas las guerras en Neighbours (1952), su oscarizado cortometraje realizado con esa t¨¦cnica de la pixelaci¨®n que convert¨ªa a cada actor y a cada objeto en figura animada fotograma a fotograma y, por tanto, en algo m¨¢s cercano a la idea (abstracta) que a la representaci¨®n realista. Lo que empezaba como discusi¨®n trivial culminaba en guerra tribal, capaz de transgredir los tab¨²es b¨¢sicos sobre los que se asienta toda idea de civilizaci¨®n. En Buenos vecinos, comedia negra del island¨¦s Haffstein G¨¹nnar Sigur?sson, el conflicto entre dos familias se desencadena de una manera similar: la sombra del imponente ¨¢rbol que un veterano matrimonio tiene en su jard¨ªn impide tomar el sol a la nueva ¨Cy joven- esposa del vecino de al lado. McLaren trabajaba con las claves de la par¨¢bola y el director island¨¦s lo hace con las de la comedia costumbrista, pero el crescendo no llega a territorios menos excesivos. Buenos vecinos no es la comedia m¨¢s refrescante para este verano, pero s¨ª una s¨®rdida historia con alto poder de perturbaci¨®n que, de alg¨²n modo, parece ofrecer una sangrienta y algo morbosa instant¨¢nea de los males de Europa.

Haffstein G¨¹nnar Sigur?sson filma a sus personajes como si les estuviera acosando y aprovecha cada escena para dejar en el aire la evidencia de un profundo malestar o de una muy interiorizada insatisfacci¨®n. Buenos vecinos es, en suma, una pel¨ªcula poblada de monstruos veros¨ªmiles y cotidianos, en cuyo desarrollo brilla en particular la transformaci¨®n del rostro de un personaje al descubrir la crueldad manifiesta de su esposa. Lo que hace despu¨¦s ese personaje deja claro que el cineasta no conserva demasiada fe en el ser humano.