El caso del editor corsario
Juli¨¢n Vi?uales renace con un nuevo sello. No es el ¨²nico que tiene m¨¢s vidas que un gato: piensen en Muchnik o Barral
Si la del editor fuese una especie aparte, algo que temer o no en funci¨®n de su talante m¨¢s o menos salvaje, se dir¨ªa que forman parte de ella tres subespecies o tipos: a) el editor que funda su propia editorial, que ¡ªuna vez asentada y consagrada¡ª le sobrevive; ese ser¨ªa el caso de Jorge Herralde (Anagrama) o de Jaume Vallcorba (Acantilado); b) el editor que crece en un gran sello o, si no, en uno peque?o, pero no de su propiedad, y su carrera consiste en editar lo mejor posible dentro de ese sello o bien dejarse fichar por otros sellos e ir construy¨¦ndose una identidad propia aqu¨ª y all¨¢, y ese ser¨ªa el caso de Anik Lapointe, cuya pasi¨®n por la novela negra la llev¨® a crear Serie Negra en RBA y, m¨¢s tarde, Salamandra Noir en Salamandra (aunque no todos los casos son as¨ª, los hay que pasan m¨¢s o menos inadvertidos, pero son, al fin y al cabo, fichajes que van de un lado a otro), y c) el editor corsario, esto es, el editor que, como dir¨ªa Andr¨¦s Calamaro, rompe todo aquello que toca, sin saber muy bien c¨®mo, o sabi¨¦ndolo perfectamente, es decir, que, de entrada, parece tener mala suerte o un talento poco adecuado para el sector, pero est¨¢ decidido a no dejar de insistir, porque, dice, no sabe hacer otra cosa. Estos ¨²ltimos acostumbran a ser encantadores ¡ªdespu¨¦s de todo, tienen que volver a convencer a todo el mundo de que esta vez s¨ª, sea lo que sea, va a salir adelante, que no importan las deudas pasadas, porque, he aqu¨ª la tragedia, muchos arrastran deudas de sus anteriores aventuras cuando inician la siguiente, porque esta vez saben lo que se hacen¡ª y, por supuesto, temerarios. Sonr¨ªen todo el tiempo. Sonr¨ªen hasta por tel¨¦fono. Cruzan los dedos y se desean suerte para esta, la pr¨®xima vez.
Sonr¨ªen todo el tiempo. Sonr¨ªen hasta por tel¨¦fono. Cruzan los dedos y se desean suerte
¡°Despu¨¦s de vacaciones me voy a Fr¨¢ncfort, a la feria, a brindar con mi amigo Marco Cassini, por nuestra nueva reencarnaci¨®n, que espero sea la ¨²ltima¡±, el que habla, y cuando habla sonr¨ªe, no puede evitar hacerlo, parece feliz, parece no acabar de cre¨¦rselo ¡ª?creen en su suerte los editores corsarios?, ?se saben afortunados supervivientes?¡ª, es Juli¨¢n Vi?uales, el tipo que se parece tanto a Claudio L¨®pez de Lamadrid que m¨¢s de una vez le han confundido con ¨¦l, y qui¨¦n sabe si no podr¨ªa ser esa su arma secreta. Vi?uales estuvo al frente de Global Rhythm Press, donde public¨® hasta las cartas escogidas de Glenn Gould, entre finales de los noventa y principios de los dos mil. Era Global Rhythm un ambicioso y bonito barco que si se hundi¨®, dice hoy, fue porque intent¨® navegar unas aguas que no deb¨ªa. ¡°Cre¨ª que pod¨ªa competir con los grandes¡±, confiesa, ¡°pero eso es imposible¡±. Habla de cifras, t¨ªtulos y adelantos astron¨®micos. Luego habla de la casi d¨¦cada ¡°nefasta¡± que le sigui¨® como editor en plantilla de Malpaso, sello del que escap¨® hace cinco meses ¡ªle despidieron¡ª estando ya este al borde del desastre. Hoy es el ilusionad¨ªsimo pap¨¢ de la reci¨¦n nacida Los Libros del Kultrum, que publicar¨¢ sus primeras referencias ¡ªla autobiograf¨ªa de George Harrison y las memorias de Nina Simone¡ª a mediados de octubre. ?Le acompa?ar¨¢ el tal Cassani? ¡°No, no me acompa?ar¨¢ nadie. Lo que pasa con Cassani es que ¨¦l ha hecho justo lo mismo en Italia. Ha dejado a su socio, con el que ten¨ªa problemas, y ha montado su propio sello, muy parecido al m¨ªo. Nos conocemos desde la ¨¦poca de Global Rhythm, y este septiembre en Fr¨¢ncfort vamos a celebrar nuestra vuelta a las trincheras en solitario¡±, dice.
El caso de Vi?uales no es ¨²nico. Mario Muchnik, el famoso editor (y escritor y hasta fot¨®grafo) argentino, fund¨® primero Muchnik Editores, que dur¨® menos de una d¨¦cada, dirigi¨® m¨¢s tarde Ariel-Seix Barral y acab¨® creando dos sellos m¨¢s: Anaya-Mario Muchnik y Taller de Mario Muchnik. Carlos Barral, me recuerda el propio Juli¨¢n, tambi¨¦n pas¨® por algo parecido, y su propio nieto, Malcolm Otero, compa?ero de Vi?uales en la casi cad¨¢ver Malpaso, ha estado detr¨¢s de proyectos (como Barril & Barral) que han muerto antes incluso de llegar a ser medianamente conocidos. ?No tiene miedo a un nuevo fracaso? ?Y si lo suyo no fuera esto? ¡°Lo m¨ªo es esto. No s¨¦ hacer otra cosa¡±, dice, y a?ade: ¡°No tengo ning¨²n miedo, porque creo que esta vez voy a aprender a hacerlo de una vez por todas bien¡±. ?Y c¨®mo? ¡°Para empezar, no voy a publicar m¨¢s de un libro al mes, con lo que ser¨¢n alrededor de unos 10 por a?o. Y tampoco voy a intentar competir con los grandes, como hice la otra vez. Voy a ir muy tranquilito para que no se me vaya de las manos¡±. Va a centrarse casi exclusivamente en la m¨²sica (y en una no mainstream, pese a que sus primeros t¨ªtulos sean de lo m¨¢s mainstream) porque cree que el nicho de mercado ¡°sigue intacto¡± y las incursiones de ¡°Blackie, Sexto Piso y Reservoir Books demuestran que lectores hay¡±. Crucemos los dedos para que esta vez llegue a publicar el libro del revolucionario cr¨ªtico musical Lester Bangs, que ha comprado ya en tres ocasiones y cuyos derechos perdi¨® por desaparici¨®n de sello (Global) primero y por incumplimiento de contrato (Malpaso) despu¨¦s. Veamos si esta vez, a la tercera, en todos los sentidos, va la vencida.
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