Un aire de moderno cosmopolitismo
Vicente Verd¨² salv¨® las estrecheces del franquismo y nuestro aldeanismo proverbial

Si hay un ejemplo de profesi¨®n episcopal ?-en el sentido etimol¨®gico de que quien entra en esa orden debe otear y comprender, en principio, el mundo entero alrededor-, esta debe ser la del periodismo, y nadie mejor para constituirse en su avezado protagonista que Vicente Verd¨², ducho en muchas materias, pero adem¨¢s, como se dice, ¡°muy vivido¡±. Sus estudios universitarios le facultaron para entender el entramado socio-pol¨ªtico-econ¨®mico, de nuestro complejo mundo actual, pero su curiosidad le llev¨® all¨ª donde se coc¨ªa el entramado de nuestro presente, de Par¨ªs a Nueva York, de Occidente a Oriente, y as¨ª, salvando las estrecheces del franquismo y nuestro aldeanismo proverbial, Verd¨² nos trajo un aire de moderno cosmopolitismo.
En cierta manera, el periodista ideal debe poseer los conocimientos y vivencias antes descritos, pero adem¨¢s debe ser todo lo buen escritor que pueda. En este sentido, claro que Verd¨² acredit¨® poseer una particular prosa, h¨¢bilmente cosida al discurrir de la vida contempor¨¢nea llamada actualidad, pero sab¨ªa extraer de entre lo que pasaba la ra¨ªz antropol¨®gica m¨¢s enjundiosa y con un toque de originalidad. Esto explica el ¨¦xito de su vertiente como ensayista, un g¨¦nero en el que resulta m¨¢s arduo captar la atenci¨®n, y que exige al autor una informaci¨®n enciclop¨¦dica. Pues bien, con todo ello cre¨ªas que tocabas a fondo la realidad del personaje, aunque Verd¨² ten¨ªa muchas m¨¢s cartas escondidas en la manga, que las fue sacando en el transcurso de su f¨¦rtil vida. Con los a?os, en efecto, Verd¨² perdi¨® miramientos para expresar de forma m¨¢s directa su intimidad, y nos fue revelando sus aficiones ocultas, como la poes¨ªa y la pintura, que reflejan una personalidad sensible y compleja.
Algo que ya se adivinaba en el p¨¢lpito autobiogr¨¢fico con que perge?aba sus ensayos, pero que en el ¨²ltimo tramo ya supo expresar sin tapujos. Recuerdo al respecto la an¨¦cdota de cuando, ocupando entonces el cargo de jefe de cultura, se empe?¨® en que la cr¨ªtica de arte se publicase a diario, algo que sembr¨® la inquietud entre quienes la practic¨¢bamos. Lo que no pudimos sospechar entonces es que este proyecto, que finalmente naufrag¨®, fuera el producto de una pasi¨®n personal por el tema. Porque al final ¨¦l mismo se present¨® p¨²blicamente como pintor, pero para nada como un pintor dominguero, sino con el tes¨®n y la dedicaci¨®n de un profesional de toda la vida. Esto ¨²ltimo supuso que nos vi¨¦ramos m¨¢s a menudo en estos ¨²ltimos tiempos, porque se tom¨® el asunto con la fe de un id¨®latra, como lo refleja su producci¨®n art¨ªstica siempre en aumento, y llevando a cabo exposici¨®n tras exposici¨®n. A¨²n con todas las dificultades que esta vocaci¨®n conlleva, Verd¨² lleg¨® a fraguarse un estilo pict¨®rico personal, que podr¨ªamos calificar como dentro de una est¨¦tica del expresionismo abstracto, con una paleta crom¨¢tica muy rica y brillante, cada vez m¨¢s sabia y refinada.
Para m¨ª este descenso al territorio del misterio de las sombras, que caracteriza al arte, es como la coronaci¨®n de la curiosidad humana m¨¢s inquieta. Y en este profundo avatar de la exploraci¨®n de lo m¨¢s rec¨®ndito que tiene el ser humano, le ha sorprendido la muerte, a cuya llamada hay que esperar para saber qui¨¦nes somos y qu¨¦ es lo que hemos querido de verdad, m¨¢s que simplemente qui¨¦nes hemos sido. Por lo general, hay quien es capaz de llenar por completo su existencia con un tema o una profesi¨®n, pero son mucho m¨¢s raros aquellos que en esta b¨²squeda de lo m¨¢s genuino de su propia identidad, no temen a mutar de perspectiva, afrontando de esta manera cada vez un horizonte m¨¢s amplio. A estos vuelos, sin duda, se quiso remontar Vicente Verd¨², sin que por ello las alturas le apartasen de esa universal mirada inquisitiva que le corresponde al periodista, pero, sobre todo, al ser humano, al que nunca le sacia ning¨²n l¨ªmite.
Para quienes tuvimos el privilegio de trabajar en su compa?¨ªa, Vicente Verd¨² siempre se quedar¨¢ fijado en nuestra memoria como un estimulante ejemplo. No me cabe la menor duda de que sus muchos lectores al cabo de los a?os, tambi¨¦n participar¨¢n de esta misma vivencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.