Los bombos taurinos, una novedosa iniciativa que no tiene marcha atr¨¢s
El empresario Sim¨®n Casas, gran protagonista de una innovaci¨®n sin precedente en la tauromaquia
El pasado 27 de agosto, la tauromaquia moderna vivi¨® un momento hist¨®rico; y as¨ª puede ser calificado por su aire renovador y su trascendencia; porque escenificaba en s¨ª mismo una formidable sorpresa tan inesperada como reconfortante, y porque si a partir de ahora se establece como norma puede erigirse en una palanca revolucionaria que la fiesta de los toros pide a gritos para su imprescindible modernizaci¨®n.
El escenario no fue el m¨¢s adecuado: el patio de caballos de la plaza de Las Ventas, sobre un suelo arenoso, y un fuerte olor a esti¨¦rcol en el ambiente con molestas moscas astifinas como invitadas de piedra.
Pero la obra merec¨ªa la pena: los carteles de la Feria de Oto?o se decidieron por sorteo, en presencia de un notario, y entre bolas azules, blancas y rojas. Por vez primera, los despachos, las influencias, los favores, las imposiciones y los caprichos pasaron a un segundo plano, y todo qued¨® en manos de la suerte.
No todo, claro, porque la perfecci¨®n no existe. Los toros y los toreros los hab¨ªa elegido previamente la empresa, y, como suele ocurrir, entre unos y otros figuraban nombres que no merec¨ªan estar en los bombos, y no estaban algunos a los que, inexplicablemente, les han negado el pan y la sal ganados en el ruedo madrile?o.
El mundo del toro ofrece claros s¨ªntomas de cansancio
A pesar de ello, Sim¨®n Casas, el jefe de Las Ventas, se erigi¨® por m¨¦ritos propios en el m¨¢s relevante protagonista del toreo. Ning¨²n empresario se hab¨ªa atrevido hasta ahora a utilizar el azar para componer los carteles de una feria; y eso no lo hace cualquiera.
Casas, con esa imagen de cowboy malo del oeste americano, la cara surcada por cicatrices prominentes, el cabello desali?ado, ra¨ªdo pantal¨®n vaquero, chaqueta moderna, camisa desabrochada y sin corbata, con esa sonrisa que no sabes si es de bienvenida o desafecto, su voz aguardientosa, una dicci¨®n que exagera su origen franc¨¦s, esa pinta de canalla de alta escuela, y su desaforado empe?o por ejercer de poeta taur¨®maco¡ Ese Sim¨®n Casas, tan criticado, ha sido el primero en abrir un camino nuevo.
Y ese acto innovador, entre moscas astifinas y maloliente perfume a caballo, se celebr¨® cuando el mundo del toro est¨¢ en plena ebullici¨®n.
Entre las plazas medio vac¨ªas ¡ªo medio llenas, seg¨²n se mire¡ª, la impunidad manifiesta del afeitado ¡ªextendida como una mancha de aceite por todo el orbe taurino¡ª, la perniciosa dictadura del sistema, la ausencia de un claro liderazgo en el escalaf¨®n, el hundimiento del toro bravo, la pr¨¢ctica desaparici¨®n de las novilladas, la huida de muchos aficionados, el protagonismo de un p¨²blico festivalero y triunfalista y la constante p¨¦rdida de exigencia, a casi nadie se le oculta que la tauromaquia moderna est¨¢ urgentemente necesitada de medidas innovadoras que devuelvan algo de ilusi¨®n a tantos que la han perdido.
Porque el mundo del toro ofrece claros s¨ªntomas de cansancio. No se sabe si lo est¨¢n los taurinos, que esos no abren la boca, pero, s¨ª, con toda seguridad, los asistentes habituales a las plazas, aficionados (pocos) y espectadores. Hace tiempo que se nota en el ambiente que el espect¨¢culo taurino necesita una renovaci¨®n para evitar su lenta, pero inexcusable, desaparici¨®n.
Y en estas, cuando nadie se lo esperaba, el empresario de Las Ventas, Sim¨®n Casas, se sac¨® un conejo de la chistera e hizo realidad uno de los sue?os que, desde hace a?os, muchos aficionados han planteado sin ¨¦xito ante las empresas.
Los bombos taurinos, al estilo de una pr¨¢ctica habitual en el mundo del f¨²tbol, no son, claro est¨¢, la panacea de los toros. El azar no es la soluci¨®n a los muchos y graves problemas de la tauromaquia, pero rompe con una tradici¨®n que hoy ya no tiene ning¨²n sentido.
El azar no es la soluci¨®n, pero s¨ª una herramienta para que vuelva la ilusi¨®n perdida
A la vista est¨¢ que los carteles con las mismas figuras de los ¨²ltimos veinte a?os y con las ganader¨ªas m¨¢s comerciales del campo pierden inter¨¦s tarde tras tarde.
A la vista est¨¢ que muchos buenos aficionados han desertado ante la dictadura de un sistema que manda con un poder omn¨ªmodo, que impone ternas, toros, precios, calendarios y horarios al margen de los intereses de los clientes.
A la vista est¨¢ que la fiesta de los toros necesita una puesta al d¨ªa, una nueva reordenaci¨®n, un planteamiento empresarial diferente, nuevo, revolucionario¡
Los bombos no ser¨¢n la panacea, pero s¨ª una herramienta que puede devolver parte de la ilusi¨®n perdida.
El problema es si Sim¨®n Casas ¡ªel cowboy malo del oeste¡ª ser¨¢ capaz de ejercer como verdadero revolucionario del toreo y se atrever¨¢ a gestionar la feria de San Isidro con el mismo criterio.
Hay quien piensa ¡ªy puede que no le falte raz¨®n¡ª que las figuras se podr¨ªan negar a participar en el nuevo formato, lo que restar¨ªa inter¨¦s al ciclo isidril; sin duda, pero habr¨ªa que afrontar el reto, resistir el chantaje de los toreros y descubrir qui¨¦nes son los verdaderos enemigos de la fiesta de los toros. Y que cada cual asuma las consecuencias de sus actos. Porque es m¨¢s rentable una feria sin figuras que la muerte de la tauromaquia.
En suma, los bombos no tienen marcha atr¨¢s. No deben tener marcha atr¨¢s.
Volver a lo mismo de siempre ser¨ªa una traici¨®n, una nueva decepci¨®n¡
Qui¨¦n sabe, adem¨¢s, si los bombos de la feria de Oto?o son el ¨²ltimo tren de la tauromaquia moderna.
Sim¨®n Casas tiene la oportunidad de pasar a la historia como el gran renovador de la fiesta o ser el protagonista del desenga?o que certifique la defunci¨®n del espect¨¢culo.
Menuda papeleta tiene por delante el empresario¡ Eso le pasa porque es un (bendito) osado.
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