El poder
'En la sombra' sigue desvelando los entresijos del poder aunque en esta segunda temporada hay una cierta evoluci¨®n en los temas principales
No deja de tener su aquel que la segunda temporada de la excelente serie francesa En la sombra(Sundance TV), que comenz¨® a emitirse en junio, se iniciara con una moci¨®n de censura al presidente de la rep¨²blica. La moci¨®n, a diferencia de la de estos pagos, no prosper¨®, pero las maniobras en la oscuridad se asemejan similares en intensidad y defensa de los intereses partidistas. La gran ventaja de la ficci¨®n es que prescinde, o puede hacerlo, de todas las vulgaridades de una clase pol¨ªtica real que es incapaz de dejar de mirarse el ombligo.
Una segunda temporada en la que, una vez m¨¢s, Carole Bouquet hace un alarde de interpretaci¨®n inolvidable. Pocas miradas describen con tal emoci¨®n sus sentimientos. Est¨¢ ya en el olimpo con nombres como los de Charlotte Rampling o Helen Mirren, por citar solo dos, con el denominador com¨²n de que el paso de los a?os ha incrementado su sabidur¨ªa profesional.
En la sombra sigue desvelando los entresijos del poder, aunque en esta segunda temporada hay una cierta evoluci¨®n en los temas principales. Si en la primera la campa?a presidencial era la base argumental, en esta, y tras la salida de su creador Dan Franck por diferencias con la cadena, dos son los ejes: las relaciones sentimentales entre varios de los personajes y el pragmatismo del poder para solucionar los problemas sin pudor de infringir las leyes establecidas. Amor, desamor y cloacas del Estado.
Destacable es tambi¨¦n el cada vez mayor n¨²mero de series que denuncian las mezquindades del poder, que pretenden destacar su lado oculto, que consiguen el ¨¦xito popular y que, evidentemente, han hecho de la denuncia un espect¨¢culo, algo que entretiene sin que por ello se altere el comportamiento de los poderosos. Ah¨ª est¨¢n Homeland, Borgen, Deep State o Bajo la superficie, entre otras, para comprobarlo. Si el gran Celaya dej¨® escrito que la poes¨ªa es un arma cargada de futuro, est¨¢ claro que la televisi¨®n desarma el presente.
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