Sentido y sensibilidad
Los cuentos de Charlotte Mew reflejan en sus di¨¢logos la distancia entre los deseos de los personajes y lo que estos se permit¨ªan decir en la ¨¦poca victoriana
Charlotte Mew no fue especialmente prol¨ªfica: en su posfacio a este libro de cuentos, Liborio Barrera enumera ¡°algunos ensayos, menos de un centenar de poemas y ni una veintena de relatos¡±. Naci¨® en Londres en 1869 y muri¨® en esa ciudad 58 a?os despu¨¦s, vivi¨® toda su vida en la casa familiar en Bloomsbury (lo que la sit¨²a en la vecindad geogr¨¢fica, pero no est¨¦tica, del grupo en torno a Virginia Woolf) y sus interlocutores fueron Joseph Conrad, Ezra Pound y Thomas Hardy. Pese a ello, s¨®lo public¨® un libro en vida (el excelente The Farmer¡¯s Bride, 1916) y ocup¨® una posici¨®n marginal entre sus contempor¨¢neos.
A ello contribuy¨® indudablemente su rechazo a la literatura de su ¨¦poca, de la que su obra es extempor¨¢nea: sus poemas son cl¨¢sicos en hechura y ponen de manifiesto una visi¨®n no necesariamente idealizada, pero s¨ª anacr¨®nica, de la cotidianeidad en los peque?os pueblos ingleses, y sus cuentos (cinco de los cuales son publicados aqu¨ª) pertenecen al tipo de realismo victoriano de tema rom¨¢ntico que los modernistas, sus contempor¨¢neos, rechazaron expl¨ªcitamente. ¡®La esposa de Mark Stafford¡¯ narra la historia de una joven que rompe su compromiso con un ingeniero para casarse con un fil¨®sofo a cuyo lado brilla en los salones londinenses; cuando el ingeniero regresa de una estancia en Espa?a, la joven escapa con ¨¦l, pero muere poco antes de abandonar Inglaterra.
Mew tiene un estilo sensible y delicado (¡°nada resultaba evidente, s¨®lo sutil, como un cambio de temperatura en el aire¡±, escribe) en el que predominan los circunloquios y la expresi¨®n afectada. Se trata de un estilo especialmente apropiado para dar cuenta de la distancia entre los deseos de los personajes y lo que estos se permiten decir en la conversaci¨®n social, como sucede en los di¨¢logos de ¡®Algunas formas de amor¡¯, en el final de ¡®Una puerta abierta¡¯ y en un cuento excepcional, ¡®Mortal fidelidad¡¯, en el que el intercambio en torno a lo que ¡°se debe hacer¡± entre un sepulturero y una viuda reciente acaba convirti¨¦ndose en una propuesta de matrimonio. Pero si estos cuentos destacan por algo es por sus personajes femeninos: la voluble y fatua Kate Stafford del primero de los relatos del libro, la joven de ¡®Una puerta abierta¡¯ para quien ¡°la vida no era emocionante, nunca lo hab¨ªa sido; pero ya no era ni levemente entretenida¡±, la Laurence Armitage del mismo cuento, que rechaza un matrimonio conveniente para misionar en ?frica, la Evelyn de ¡®El amigo del novio¡¯: todas se debaten entre unas convenciones que inhiben su personalidad y las posibilidades que se derivan del cambio social, en particular tras la Primera Guerra. Una de ellas afirma, por ejemplo: ¡°Yo nunca he vivido [¡], al menos no desde que era ni?a; mi modista y mis compromisos no me dejan tiempo¡±; cuando m¨¢s tarde cree haber hallado su ¡°voz¡±, pide disculpas a su interlocutor por si hace ¡°mal uso de ella¡±. A sabiendas de que ese hallazgo la condenaba, Charlotte Mew se suicid¨® bebiendo media botella de desinfectante en 1928.
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Autor:?Charlotte Mew (traducci¨®n de ?ngeles de los Santos). Posfacio de Liborio Barrera.
Editorial: Perif¨¦rica (2018).
Formato: tapa blanda (232 p¨¢ginas).
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