Las mujeres que mataron al ¨¢ngel del hogar
Perif¨¦rica ya suma en sus t¨ªtulos toda una generaci¨®n de escritoras europeas que llevaron el siglo XIX hasta las vanguardias
Cuando el pr¨®ximo curso la editorial Perif¨¦rica publique Inexplicable, escrita por Marie von Ebner-Eschenbach, pondr¨¢ una nueva firma femenina en su colecci¨®n, muchos t¨ªtulos ya, algunos nunca traducidos al espa?ol, que permiten un interesante recorrido por la literatura escrita por mujeres a finales del XIX y principios del XX en Europa. Esa modernizaci¨®n por la que transitaron las letras de un siglo a otro constituy¨® todo un movimiento y eran tantas las caracter¨ªsticas comunes entre aquellas escritoras que casi puede hablarse de generaci¨®n. Edith Olivier, Elvira Mancuso, Mary Cholmondeley, Franzisca von Reventlow, Paola Drigo, Julia Strachey, Catherine Pozzi...
El pa¨ªs del revulsivo fue Reino Unido y Virginia Woolf su figura m¨¢s sobresaliente, tanto que su sombra sigue siendo demasiado larga. ¡°Se ha sobredimensionado a Virginia Woolf y su gigantesca sombra oscurece a todas las dem¨¢s¡±, afirma Josune Mu?oz, investigadora y cr¨ªtica literaria. En cualquier caso, ¡°todas ellas buscaban un cuarto propio, una narraci¨®n personal y social para resquebrajar el ¨¢ngel del hogar¡±, es decir, el papel atribuido a las mujeres siglo tras siglo como un ser bondadoso enjaulado en casa al cuidado de un marido y unos hijos. ¡°Puede decirse que al llegar la II Guerra Mundial ya lo hab¨ªan torpedeado. Adem¨¢s era mujeres que vend¨ªan mucho. A principios del XX, Vita Sackville-West vend¨ªa m¨¢s que la que fue su pareja, Virginia Woolf, y de ese periodo es tambi¨¦n la mujer m¨¢s vendida y traducida de la historia, Agatha Christie¡±, se?ala Mu?oz. El ¨¢ngel del hogar ten¨ªa m¨¢s que el ala rota.
Eran los a?os del sufragismo, de cambiar las faldas por pantalones, de reivindicar un espacio suficientemente amplio para dar cabida a las mujeres. Como tantas revoluciones, las protagonistas sal¨ªan de familias acomodadas, sab¨ªan leer, escribir, compart¨ªan tertulias intelectuales con sus compa?eros, se codeaban con pol¨ªticos de mucha altura. Incluso alguna de ellas, como Edith Olivier, fue alcaldesa en su pueblo, Wilton (Inglaterra).
Eran tambi¨¦n tiempos de grandes avances industriales y cient¨ªficos. Seg¨²n la Wikipedia, Bertha Benz, esposa del inventor del autom¨®vil con motor de combusti¨®n hizo en 1888 el primer viaje largo en un autom¨®vil: los 105 kil¨®metros que separaban Mannheim de Pforzheim, en Alemania.
Adinerada tambi¨¦n. Era una de sus similitudes. L¨®gico. Las literatas tambi¨¦n incluyeron estos avances en sus p¨¢ginas: la aventura de aprender a conducir, la velocidad y el riesgo, los viajes en barco, moverse, llegar, ser intr¨¦pidas e independientes, incluso a trav¨¦s de personajes fantasmas en los que se proyectaban, o en hijas que han de transitar por donde ellas no pudieron. Era la ¨¦poca de las aguerridas aviadoras que demostraron su val¨ªa en vuelos comerciales y de guerra. Todo ese dinamismo est¨¢ en las obras de estas mujeres.
¡°El segundo factor de modernizaci¨®n en su literatura tiene que ver con el discurso psicoanal¨ªtico¡±, sigue Josune Mu?oz. Las famosas teor¨ªas de Sigmund Freud y sus seguidores viv¨ªan entonces su gran momento. Francisca von Reventlow, en su libro El complejo de dinero, sit¨²a a la protagonista encerrada en un sanatorio junto a otros personajes de buena clase, todos ellos disfrutando del psicoan¨¢lisis en r¨¦gimen de balneario. El psicoan¨¢lisis impregna, adem¨¢s, la forma de hacer literatura, dejando hablar al personaje casi de forma dad¨¢, sin control, lo que se llam¨® el flujo de conciencia.
Y la tercera pata se la adjudica Mu?oz al cine. Las obras salen del estatismo descriptivo propio de los cuadros y adquieren formas e inmediatez cinematogr¨¢ficas, fotogr¨¢ficas. En este sentido cita a Nancy Mitford, autora de A la caza del amor (Libros del asteroide) o Nancy Cunard, escritora poeta periodista. El periodismo era una actividad que las colocaba en un espacio p¨²blico y , adem¨¢s de sus obras, las permit¨ªa vivir de sus textos. ¡°Todas ellas hac¨ªan novelas de corte social, moral, novelas g¨®ticas, de misterio, policiaca, de humor¡±, asegura Mu?oz, que ha analizado cientos de textos y fundadora de la empresa de servicios culturales Skolastica.
Perif¨¦rica publicar¨¢ otra novela m¨¢s de Franziska von Reventlow y toda la obra narrativa de Charlotte Mew, cuya obra se encuentra a caballo entre la literatura victoriana y el modernismo anglosaj¨®n. ¡°Mew consigui¨® el mecenazgo de varias figuras literarias de su ¨¦poca, por ejemplo el gran Thomas Hardy, o la mism¨ªsima Virginia Woolf, quien dijo que era ¡®muy buena y diferente del resto¡¯, explica Juli¨¢n Rodr¨ªguez, director de la editorial. Este af¨¢n por rescatar a mujeres que han sido enterradas por el tiempo, el machismo, el desinter¨¦s ?responde a una moda?. ¡°Ahora parece que hay escritoras por todas partes, pero no se trata de una inflaci¨®n sino de que siempre estuvieron infrarrepresentadas¡±, dice Rodr¨ªguez.
El modernismo anglosaj¨®n, esa ruptura con la ¨¦poca victoriana, tuvo en las escritoras unas avanzadas. ¡°Como ellos o m¨¢s. Estuvieron en vanguardia impulsando t¨¦cnicas experimentales. Hay que citar a Katherine Mansfiel, que tuvo una vida tremenda y muri¨® joven, pero hizo incisivos experimentos que interesaron mucho a Virginia Woolf¡±, recuerda Teresa G¨®mez, de la Universidad de Alicante. Y tambi¨¦n menciona a Gertrude Stein, amiga de Picasso, ¡°que trat¨® de llevar a la literatura lo que el artista hac¨ªa con la pintura¡±, explica.
Toda una generaci¨®n de mujeres, algunas olvidadas o nunca traducidas al espa?ol, como las de la colecci¨®n de Perif¨¦rica que permiten resituar el foco para repartir el protagonismo de una ¨¦poca de ruptura. Las que mataron el ¨¢ngel del hogar para saltar al ¨¢mbito de discusi¨®n y vanguardia creativa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.