Ni?os, desastres y un hada peluda
Un volumen ilustrado rescata ¡®Cinco chicos y eso¡¯, de Edith Nesbit, autora inglesa en la aristocracia del g¨¦nero fantasy
El fantasy no es f¨¢cil de definir. Seg¨²n se?ala Louis Vax en su magn¨ªfico Im¨¢genes desencantadas, editado en Taurus en 1980: ¡°Todorov define lo fant¨¢stico como la duda experimentada por alguien que no reconoce m¨¢s que las leyes naturales y que de repente se ve frente a un acontecimiento en apariencia sobrenatural. Si el personaje de ficci¨®n supera esta incertidumbre y sostiene que las leyes de la naturaleza son suficientes para explicar el prodigio, entonces no nos encontramos ya ante lo fant¨¢stico sino ante ¡®lo siniestro¡¯. En el supuesto de que las leyes naturales no puedan dar una explicaci¨®n del fen¨®meno, nos encontramos en el ¨¢mbito de ¡®lo maravilloso¡±. Sin duda alguna el fantasy es un ejercicio literario en el que la realidad se al¨ªa con la irrealidad para ofrecer una historia maravillosa con final real pues en la realidad no hay encantamiento que valga y por ello se deben cumplir sus reglas, pero la literatura puede permitirse incumplirlas. En nuestra ¨¦poca ¡ªdice Louis Vax¡ª existen im¨¢genes procedentes de un imaginario m¨¢gico y religioso del mundo antiguo que han germinado en la cultura europea siguiendo un proceso de secularizaci¨®n por medio de la literatura. Por ah¨ª aparecieron en Irlanda los textos de lo maravilloso de Lord Dunsany o las leyendas reescritas por Yeats, un movimiento auspiciado por Lady Gregory. Por esos caminos se llega tambi¨¦n al fantasy.
Pero no todo lo fant¨¢stico es fantasy, pues Alicia, por ejemplo, encuentra una explicaci¨®n a su fant¨¢stica aventura. El desencantamiento se produce cuando se explica como un sue?o: lo fant¨¢stico se queda en lo literario. En el Manuscrito encontrado en Zaragoza, sus personajes responden a la realidad. Sin embargo, ninguno de los dos pertenece al fantasy en sentido estricto. La dificultad de definici¨®n del concepto es compleja, pero, en principio, ¨¦ste procede de relatos antiguos y leyendas que, al aplicarse a historias para ni?os y j¨®venes, actualizan aquel mundo y le dan la forma de relato de aventuras fant¨¢stico con toques de didactismo: es el caso de Edith Nesbit o de George MacDonald. Es su momento de apogeo y de la pureza del g¨¦nero. Pero ¨¦ste es tan abierto que de ¨¦l se aprovechan muchos autores; como C. S. Lewis, cuya influencia se aprecia sin lugar a dudas en sus series de Narnia o P. L. Travers (Mary Pop?pins), quien s¨ª puede acogerse con todo derecho a la etiqueta fantasy.
Posteriormente, la obra de J. R. R. Tolkien (gran amigo de Lewis) deriva hacia lo fant¨¢stico cargado de un simbolismo real e incluso moral, y ah¨ª se abre la puerta a su adaptaci¨®n al gusto moderno y pierde (pero no disminuye en calidad e ingenio) el encanto que los victorianos le dieron sobre su destino inicial: ser relatos educativos dirigidos a la imaginaci¨®n de ni?os y adolescentes, que es lo que define al fantasy como tal. Su secuela m¨¢s laica y estrictamente realista podr¨ªan ser los libros de Rich?mal Crompton y de Enid Blyton o los cuentos con animales humanizados, como los de Beatrix Potter. La versi¨®n m¨¢s moderna del g¨¦nero, completamente abierta ya, ser¨ªa la saga Crep¨²sculo, por ejemplo; o, recurriendo al mundo medieval, la serie Juego de tronos, perteneciente a Canci¨®n de hielo y fuego; y, de vuelta a los magos y la magia, Harry Potter, el pastiche literario de mayor ¨¦xito de los ¨²ltimos tiempos.
Edith Nesbit pertenece a la aristocracia del g¨¦nero. Naci¨® en 1858 y muri¨® en 1924. En su vida estuvo dedicada al activismo pol¨ªtico y a la literatura y no perdon¨® g¨¦nero (terror, novela, poes¨ªa, teatro y rese?as). Pero su obra fundamental son los casi 60 libros para ni?os y adolescentes. Ella es la verdadera fuente de la que bebi¨® el fantasy.
Cinco chicos y eso transcurre durante las vacaciones de cinco hermanos que se quedan solos en la casa acompa?ados de la cuidadora, Martha, al mando de la Casa Blanca hasta el regreso de sus padres. Una ma?ana se dirigen a una gravera junto a la que hay una gran extensi¨®n de arena. All¨ª se ponen a excavar con la intenci¨®n de llegar hasta Australia cuando, para su sorpresa, se encuentran con un ser rechoncho y peludo con ojos de caracol y alas de murci¨¦lago, ojos de serpiente y manos y pies como los de un mono: es un Psammead, un hada de la arena, que posee la cualidad de conceder deseos.
Excuso decir lo que puede salir de este encuentro; s¨®lo adelantar¨¦ que da ocasi¨®n a las m¨¢s desastrosas e hilarantes consecuencias que cabe imaginar. Con exquisito ingenio y sentido del humor, la autora va relatando, uno tras otro, los deseos pedidos y sus disparatados resultados, que finalizan con el retorno de los padres. El libro tiene todo el encanto de los cuentos de hadas victorianos sin perder la imaginativa realidad de los ni?os.
El volumen viene ilustrado, como era de rigor en la ¨¦poca, por uno de los mejores, el escoc¨¦s H. R. Millar, lo que acent¨²a a¨²n m¨¢s el encanto del libro. La traducci¨®n responde estil¨ªsticamente salvo la tentaci¨®n que asalt¨® a la traductora de poner al d¨ªa expresiones coloquiales. Nadie puede creer que estos ni?os posvictorianos digan cosas como: papeo, profe, como si no hubiera un ma?ana, flipante, tontolaba o liarla parda. ?Se imagina el lector a Guillermo Brown diciendo ¡°mola mazo¡± en vez de un tradicional ¡°c¨®rcholis¡±? No s¨®lo no aportan nada sino que, adem¨¢s, descolocan el escenario. Peccata minuta, s¨ª, pero fastidiosa.
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Autor:?Edith Nesbit (traducci¨®n de Nuria Reina Bachot).
Editorial:?El Paseo (2018).
Formato: tapa blanda (224 p¨¢ginas).
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