De c¨®mo la imaginaci¨®n ayuda a unos hombres y destruye a otros
Se publica por primera vez en castellano ¡®Anatom¨ªa del valor¡¯, de Lord Moran, la obra cl¨¢sica de referencia sobre el coraje y la cobard¨ªa de los soldados
No deja de ser una curiosa paradoja que el libro de referencia sobre la valent¨ªa se publique por fin en castellano gracias a un notable cobarde. Cuando hace unos meses el historiador Ricardo Artola me coment¨® los t¨ªtulos que barajaba para el nuevo sello editorial Arzalia le recomend¨¦ The Anatomy of Courage, el ensayo cl¨¢sico de 1945 de Lord Moran (1882-1977) sobre el valor y la cobard¨ªa de los soldados y que yo tengo siempre a mano en mi atiborrada mesita de noche para cuando me asaltan recuerdos pesadillescos del Somme, donde ¨Ca diferencia del autor, que gan¨® all¨ª en 1916 la Military Cross¨C afortunadamente nunca estuve, pues lo hubiera hecho de pena. El ensayo, que se acaba de publicar con el t¨ªtulo de Anatom¨ªa del valor en traducci¨®n de Alicia Frieyro Guti¨¦rrez, me lo recomend¨® a m¨ª hace a?os en un inolvidable encuentro entre los tanques y artiller¨ªa del Imperial War Museum de Londres el historiador Max Hastings, para el que tambi¨¦n es un libro de cabecera. Como es asimismo una obra indispensable para Antony Beevor, que el otro d¨ªa, entre puente y puente, al comentarle la inminente publicaci¨®n en Espa?a de Anatom¨ªa del valor me dijo que ya era hora y que nadie interesado en los efectos de la guerra en la mente y en el esp¨ªritu de los soldados y en esa delgada l¨ªnea (m¨¢s ancha en algunos) que separa al h¨¦roe del cobarde puede dejar de leerla.
Charles McMoran Wilson, primer bar¨®n Moran (lo nombraron caballero en 1938 y le dieron el t¨ªtulo en 1943) se alist¨® al comenzar la I Guerra Mundial y fue oficial m¨¦dico del Primer Batall¨®n de los Fusileros Reales alcanzando el rango de mayor. Recibi¨® varias condecoraciones al valor y fue citado dos veces en despachos. Lo ¨²nico que tenemos en com¨²n es que yo tambi¨¦n he jugado al rugby. Bas¨¢ndose en su experiencia en el frente, desarroll¨® su pionero estudio sobre el comportamiento de los soldados y los efectos psicol¨®gicos de la guerra en las tropas que desemboc¨® en Anatom¨ªa del valor.
Lord Moran, por supuesto, es sobre todo famoso por haber sido el m¨¦dico personal de Winston Churchill desde 1940 hasta la muerte del (ya no) primer ministro en 1968. Por esas casualidades del destino hace unos meses encontr¨¦ en una librer¨ªa de lance una vieja edici¨®n en castellano (Taurus, 1967) de la otra gran obra de Lord Moran Winston Churchill. The Struggle for Survival, titulada aqu¨ª Winston Churchill. Memorias de su m¨¦dico. Es un libro que fue pol¨¦mico pues algunos consideraron que violaba la relaci¨®n de confidencialidad m¨¦dico-paciente, pero que resulta interesant¨ªsimo. Al principio ni Wilson (Moran) quer¨ªa ser m¨¦dico de Churchill ni este que lo fuera. Mi pasaje favorito es el relato de cuando el primer ministro se encapricha de Wingate (el maestro de la guerra en la jungla contra los japoneses en Birmania y creador de las unidades de chindits) consider¨¢ndolo un nuevo Lawrence de Arabia. Churchill se los llev¨® a ¨¦l y a su mujer a un viaje por mar en el Queen Mary en 1943, pero el personaje le decepcion¨®. ¡°Wingate no era m¨¢s que un exc¨¦ntrico bien dotado¡±, zanja Lord Moran, para m¨ª que pel¨ªn celoso y evidiosillo.
Pero volvamos al coraje. Anatom¨ªa del valor no es un libro sencillo ni redondo, entre otras cosas porque est¨¢ escrito en fecha tan azarosa como 1943, con el autor viajando junto a Churchill por un mundo en guerra y porque incluye el diario de Lord Moran durante la batalla del Somme, que ya es zozobra. El objetivo del autor, que escrib¨ªa en el marco de las investigaciones pioneras sobre la neurosis de guerra y el estr¨¦s b¨¦lico, era tratar de dilucidar, a lo Gary Cooper en Llegaron a Cordura, qu¨¦ hace que unos hombres aguanten en la batalla y otros no, las razones psicol¨®gicas y morales del valor y la cobard¨ªa. Su idea era que entender c¨®mo funciona la mente del soldado en guerra permitir¨ªa idealmente desterrar el miedo, disciplinarlo o al menos seleccionar a los que pueden ser buenos combatientes de los que no tienen remedio (y extienden "el contagio de la derrota").
Lord Moran extrajo la sorprendente conclusi¨®n de que todos (incluso usted y yo) poseemos una cantidad contante de valor pero que ese valor? se va gastando cuando lo utilizas, como la ropa.
De sus experiencias y observaciones, Lord Moran extrajo la sorprendente conclusi¨®n, y esta es su gran aportaci¨®n, de que todos (incluso usted y yo) poseemos una cantidad contante de valor pero que ese valor se va gastando cuando lo utilizas, como la ropa. Por ejemplo, si atacas un nido de ametralladoras alem¨¢n o aguantas un bombardeo de a¨²pa puedes quedarte no solo sin valor sino incluso en n¨²meros rojos. En un ataque con gas mostaza, por poner otro ejemplo, el valor se te deteriora enormemente. Se te empeque?ece. C¨®mo mantener tu saldo de valor e incluso aumentarlo (derribando un Messerschmitt o con una victoria como El Alamein, siempre y cuando fueras brit¨¢nico, claro) es un tema que interes¨® especialmente a Lord Moran (y a los generales ni te digo). Lord Moran no es optimista: el n¨²mero de valientes es muy limitado y sometido a todo lo que te puede caer en una guerra en ¨²ltima instancia no hay quien aguante, todos sienten miedo tarde o temprano.
De c¨®mo la imaginaci¨®n ayuda a unos hombres y destruye a otros es uno de los cap¨ªtulos m¨¢s interesantes. Podr¨ªa firmarlo Lord Jim. Ser imaginativo en principio no ayuda en la guerra, porque, l¨®gicamente, te imaginas muerto. Pero Lord Moran determina que si eres capaz de dirigirla correctamente y no dejarte arrastrar, la imaginaci¨®n te impulsa a dar lo mejor de ti mismo y hasta a sobrevivir. O por lo menos a morir con decencia, que para ¨¦l es un punto.
El autor es poco comprensivo con la cobard¨ªa, lo que se entiende si has ganado la Military Cross, te han citado en despachos, etc¨¦tera. Distingue entre el miedo normal (respuesta del instinto de autoconservaci¨®n) y el malsano, cuando es desproporcionado con respecto al grado de peligro (y me pregunto yo si el que te maten no es un grado considerablemente alto de peligro). Al parecer, la acci¨®n ayuda a pasar el miedo, aunque, claro, tambi¨¦n significa m¨¢s posibilidades de que te metan un balazo. El asunto es complejo. Se interroga Lord Moran si la guerra puede convertir con el tiempo a un hombre en cobarde. Lo que parece ret¨®rico pues, resume, ¡°ning¨²n hombre dispone de cantidades ilimitadas de valor y cuando estas se agotan, ¨¦l est¨¢ acabado¡±. Que cada uno eche sus cuentas.
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