La decepci¨®n seri¨¦fila del a?o
Algunas series no deber¨ªan volver nunca, por mucho que lo pidamos. Es el caso de 'Arrested Development'
Queremos que nuestra serie favorita no acabe nunca. Tiene cierta l¨®gica: nos cuesta decir adi¨®s y despedir un producto que nos abraz¨® en los malos momentos o nos hizo re¨ªr si lo necesit¨¢bamos. Ha sido nuestra compa?¨ªa. Nos negamos a que no vaya a regresar. Nunca nos parece suficiente. Hasta que te clava un pu?al, y ese anhelo se vuelve en tu contra.
Entonces llega la gran decepci¨®n, el "ya no te quiero como antes". Incluso cuesta reconocerlo. Eso es lo que ha pasado este verano con Arrested Development, comedia que hasta hace unos meses no me sonrojar¨ªa en situar entre las mejores de la historia. Tras su quinta temporada, emitida en Netflix, habr¨ªa preferido una eutanasia.
La comedia de Mitch Hurwitz estrenada en 2003 era una serie de culto, incluso si se emit¨ªa originalmente en un canal en abierto tradicional como Fox. La familia Bluth, un disfuncional clan sin pizca de empat¨ªa, era amado por la cr¨ªtica, pero jam¨¢s logr¨® suficiente audiencia. Sus chistes y referencias eran alambicados y deb¨ªas verla varias veces para entenderlo todo, pero eso la hac¨ªa diferente y extremadamente revisitable. Y, entre chistes recurrentes y una estructura que inspir¨® a muchas que siguieron, reuni¨® un reparto c¨®mico bien engrasado: Jason Bateman, Will Arnett, Jeffrey Tambor, Michael Cera...
Por eso, tras a?os reclam¨¢ndolo, a nadie le extra?¨® que Netfix resucitara sus peripecias en 2013. Pero lo mejor hubiese sido el recuerdo. Tras una cuarta temporada que fall¨® en su estructura porque tuvieron que encajar a los ahora ocupados actores, la quinta es un f¨²til intento de repetir las bromas que funcionaron sin contar nada nuevo. Trata de capturar su antigua genialidad con tramas llenas de metalenguaje que quieren demostrar lo listos que son y, mientras, olvidan cautivarnos, hacer que nos interese.
La desesperaci¨®n se hizo palpable desde la promoci¨®n, con los actores defendiendo los abusos sexuales de Tambor mientras su pareja en la ficci¨®n lloraba recordando momentos inc¨®modos, hasta el ¨²ltimo instante de los ocho episodios. Ni siquiera parece ya que quieran estar ah¨ª. Quer¨ªa re¨ªrme como nunca. Voz del narrador Ron Howard: no lo logr¨¦.
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