Omnipotente Kubrick
Una muestra recorre en Barcelona la mente del cineasta 50 a?os despu¨¦s de ¡®2001¡¯
Stanley Kubrick no ten¨ªa m¨¢s que 13 a?os cuando su padre le regal¨® su primera c¨¢mara. Era enorme, la clase de c¨¢mara de fotos que se vend¨ªa en los a?os cuarenta. Fue con ella que se convirti¨® en el fot¨®grafo m¨¢s joven ¡ª17 a?os¡ª y, a¨²n, el m¨¢s famoso, de la revista Look.Y desde el principio qued¨® claro que sus instant¨¢neas eran acci¨®n, movimiento, escena. Veamos, por ejemplo, la que muestra a la vendedora ambulante de lencer¨ªa Sue Hughes, contemplando un mapa, al volante (1949) o la que observa a una joven periodista llamada Pat White ante su m¨¢quina de escribir, art¨ªculo en mano (1948). Con ellas se abre la tot¨¦mica muestra que idearon Hans-Peter Reichmann y Tim Heptner para el Deutsches Filmmuseum en 2004, y que lleva dando vueltas por el mundo ¡ª18 pa¨ªses¡ª desde entonces.
La muestra lleva por t¨ªtulo un sint¨¦tico Stanley Kubrick y, a su paso por Espa?a ¡ªel Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona la acoge hasta el 31 de marzo¡ª, pretende convertir al visitante en un habitante m¨¢s de la laber¨ªntica mente del genio del Bronx, un obseso de la perfecci¨®n.Kubrick es tambi¨¦n el protagonista de la muestra que inaugurar¨¢ el 31 de octubre en Madrid el Espacio Fundaci¨®n Telef¨®nica.
¡°El amor est¨¢ detr¨¢s de su perfeccionismo: Stan quer¨ªa amar todo lo que hac¨ªa y, para poder amarlo, ten¨ªa que ser perfecto, ten¨ªa que sentir que era tal y como lo hab¨ªa imaginado¡±, apunt¨® ayer su amigo y productor, Jan Harlan. Se interna, as¨ª, el visitante, en el cerebro del creador, y lo hace sin olvidar que el tiempo fue una de las obsesiones del director: la muestra es cronol¨®gica. Es decir, parte de sus primeras piezas ¡ªfotograf¨ªas, su primer filme: un combate de boxeo¡ª y luego se reconstruye su filmograf¨ªa con hasta dos estancias por t¨ªtulo. Y en esa reconstrucci¨®n, a las escenas m¨ªticas se suma parte de lo que Kubrick ten¨ªa en mente en el momento de su concepci¨®n, producci¨®n e, incluso, recepci¨®n.
As¨ª, se contemplan desde detallad¨ªsimos planes de rodaje (el m¨¢s impactante es el de Napole¨®n, la cinta que nunca logr¨® rodar, que deb¨ªa tener 221 escenas en Italia, Egipto, Rusia, Francia, B¨¦lgica...) hasta garabateadas primeras ediciones de las novelas en las que bas¨® sus pel¨ªculas (especial atenci¨®n al subrayado fluorescente en El resplandor), numeroso y fascinante material de atrezzo (el disfraz de mono de Dan Richter en 2001: Una odisea del espacio; el reloj con un Mickey Mouse en la esfera que luc¨ªa Matthew Modine en La chaqueta met¨¢lica; los trajes de ¨¦poca de Barry Lyndon y, por supuesto, la m¨¢quina de escribir Adler ante la que Jack Nicholson enloquece en El resplandor e, incluso, el hacha de la famosa escena de la puerta o el jersey de lana de Danny, el ni?o del triciclo protagonista), fotograf¨ªas en las que el director se r¨ªe en un descanso de rodaje con Tom Cruise y Nicole Kidman en la tienda de peluches que aparece en Eyes Wide Shut; otras en las que aparece recorriendo las trincheras de Senderos de gloria y hasta de los miles de extras (espa?oles) que aparecieron en Espartaco.
Entre las curiosidades, el informe del ovni que supuestamente avistaron el director, su mujer Christiane, y el escritor Arthur C. Clarke, en Nueva York en 1964, es decir, cuatro a?os antes del estreno de 2001, y la carta que, en 1994, le hizo llegar Sue Lyon, la protagonista de Lolita, que podr¨ªa haberle escrito el personaje que interpreta en la pel¨ªcula. En ella, Sue le pone al d¨ªa de su vida: est¨¢ casada con un buen hombre, que se gana bien la vida, y vive en una bonita casa a las afueras de Los ?ngeles, con su perro, un pastor alem¨¢n llamado Pax. Tambi¨¦n est¨¢ la renuncia de Audrey Hepburn, apenas garabateada a l¨¢piz en un pedazo de papel, a interpretar a Josefina en su nunca posible Napole¨®n, y una impresionante maqueta a escala del laberinto hecho de setos a¨²n no nevados en el que Jack Torrance pierde la cabeza, junto a p¨¢ginas y p¨¢ginas de notas, las piezas del castillo en el que habit¨® el hombre que hizo posible lo imposible en cine, convencido de que ¡°si puede escribirse, o pensarse, puede filmarse¡±.
Un ej¨¦rcito espa?ol para 'Espartaco'
Como particularidad, adem¨¢s de m¨¢s material sobre 2001: Una odisea del espacio ¨C por la coincidencia con el 50 aniversario ¨C y de una instalaci¨®n audiovisual de Manuel Huerga ¨C un curios¨ªsimo timeline que muestra al director en momentos clave de su carrera ¨C Jos¨¦ L¨®pez Rodero y Julio Sempere, colaboradores del director en el rodaje de Espartaco en Espa?a, recuerdan que contrataron a 8.500 soldados del ej¨¦rcito ¨C a los que pagaron ocho d¨®lares al d¨ªa ¨C para evitar "los problemas de disciplina" de tal cantidad de extras. Lo hicieron con el permiso de Franco, que s¨®lo puso como condici¨®n que ninguno muriera en pantalla.
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