Plato de ramen en mal estado

El melodrama y las pel¨ªculas de cocina siempre han conformado un t¨¢ndem eficaz. De hecho, programas televisivos como MasterChef, e incluso Pesadilla en la cocina, no dejan de ser melodramas que, con sus h¨¦roes y sus villanos prefabricados, y sus impostados desarrollos dram¨¢ticos, quedan articulados a trav¨¦s de m¨²sicas de apoyo que ayudan a elevar la emoci¨®n y el suspense del conjunto.

Sin embargo, la moda est¨¢ llegando a cotas quiz¨¢ extremas, con secciones para el cine culinario en festivales tan prestigiosos como Berl¨ªn y San Sebasti¨¢n, donde parece que igual cabe una buena pel¨ªcula que un producto sin m¨¢s valores que el exotismo de la comida. Y uno de estos casos es la producci¨®n de Singapur Una receta familiar, presente en ambos cert¨¢menes, que llega a las salas amparada por una magn¨ªfica distribuidora, (casi) siempre arriesgada e interesante, y por una imagen en su p¨®ster y en su estilo que hace pensar inmediatamente en las pel¨ªculas familiares de Hirokazu Kore-eda. Nada m¨¢s lejos.

Una receta familiar (Ramen shop, en su t¨ªtulo original) es, con toda probabilidad, una de las pel¨ªculas m¨¢s espantosas que se hayan estrenado en los ¨²ltimos a?os en los cines espa?oles de versi¨®n original. Pedestre en su narraci¨®n a varios tiempos, cursi en su b¨²squeda de los afectos de la sangre y de los secretos del pasado, infame en su tratamiento y en su calidad musical y visual, y enormemente b¨¢sica en su reflexi¨®n sobre la aceptaci¨®n y el perd¨®n, la culpa y la redenci¨®n, la pel¨ªcula de Eric Khoo hab¨ªa nacido como un proyecto de celebraci¨®n del 50? aniversario de las relaciones diplom¨¢ticas entre Jap¨®n y Singapur, de convulso pasado. Y quiz¨¢ en esas cotas locales se tendr¨ªa que haber quedado.