Contra el tiempo
Melanc¨®lica historia de un viajero en el tiempo dispuesto a rescatar a su mujer amada del pozo depresivo al que ¨¦l mismo, por su trabajo, la ha precipitado
Desde el momento en que toda historia de amor parece llevar consigo el germen de su propia desintegraci¨®n, lo que en principio podr¨ªa parecer una relaci¨®n contranatura se ha convertido en un terreno f¨¦rtil para la creatividad: el matrimonio entre el melodrama rom¨¢ntico y la ciencia-ficci¨®n, a trav¨¦s del socorrido tema del viaje en el tiempo. La tradici¨®n cuenta con ejemplos tan ilustres como La Jet¨¦e (1963), de Chris Marker, y Je T¡¯Aime, Je T¡¯Aime (1967), dos propuestas que invitaban a pensar hasta qu¨¦ punto una pel¨ªcula tan influyente como V¨¦rtigo (1958) ya era eso sin necesidad de recurrir a la ciencia-ficci¨®n. Tentativas tan diversas como M¨¢s all¨¢ del tiempo (2009), de Robert Schwentke, y Una cuesti¨®n de tiempo (2013), de Richard Curtis, parecen corroborar que esta hibridaci¨®n ha tenido poco de moda ef¨ªmera. En un presente marcado por la caducidad de los relatos unitarios y seducido por las posibilidades de las bifurcaciones narrativas, el maridaje cu¨¢ntico-rom¨¢ntico ofrece la posibilidad de retorcer el relato sin necesidad de recurrir a aparatosos modos de producci¨®n.
SIN FIN
Direcci¨®n: C¨¦sar y Jos¨¦ Esteban Alenda.
Int¨¦rpretes: Mar¨ªa Le¨®n, Javier Rey, Mari Paz Sayago, Juan Carlos S¨¢nchez.
G¨¦nero: ciencia-ficci¨®n. Espa?a, 2018
Duraci¨®n: 96 minutos.
Despu¨¦s de una productiva carrera en el corto, los hermanos C¨¦sar y Jos¨¦ Esteben Alenda han decidido probar su versi¨®n personal de la f¨®rmula en su debut en el largo: Sin fin, la melanc¨®lica historia de un viajero en el tiempo dispuesto a rescatar a su mujer amada del pozo depresivo al que ¨¦l mismo, con su obsesivo compromiso con la investigaci¨®n, la ha precipitado. La acci¨®n se desarrolla en dos tiempos: el del deslumbramiento, con esa primera cita que se convierte en un viaje de modesta ¨¦pica sentimental, y el de la reconstrucci¨®n, donde el mismo trayecto se repite como pulso con las sombras.
El montaje sabe hilvanar muy bien esas dos l¨ªneas temporales, pero a ratos se diluye la frontera entre lo sensible y lo cursi. Tanto Mar¨ªa Le¨®n como Javier Rey conjugan eficazmente la erosi¨®n del tiempo sobre sus respectivas identidades, aunque a este ¨²ltimo le toque bregar con un personaje improbable que parece una mala idea desechada en un guion de aprendizaje de Amen¨¢bar. La elegancia del desenlace compensa en parte los titubeos.
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