¡°Fue tal vez una utop¨ªa la nuestra¡±
De la Guerra Civil al Nobel de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, las cartas de Alberto Jim¨¦nez Fraud, hist¨®rico director de la Residencia de Estudiantes, retratan la edad de plata de la cultura espa?ola
Pronto har¨¢ 30 a?os. El 9 de diciembre de 1988 Jaime Gil de Biedma ley¨® sus poemas en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Cerr¨® la velada con un texto titulado Wellington Place que present¨® con estas palabras: ¡°Ahora puedo leer sin llorar el homenaje a don Alberto y Natalia¡±. Su intenci¨®n hab¨ªa sido abrir la lectura con ese texto. La emoci¨®n se lo hab¨ªa impedido. Estaba enfermo de sida. Muri¨® 13 meses despu¨¦s. Gil de Biedma hab¨ªa titulado sus cuartillas con la direcci¨®n de la casa de Oxford en la que hab¨ªa conocido al hist¨®rico director de la Residencia, Alberto Jim¨¦nez Fraud, y a su esposa, Natalia Coss¨ªo. Tras abandonar Madrid en 1936, la pareja viv¨ªa exiliada en el Reino Unido.
De Giner de los R¨ªos a Gil de Biedma y de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez a Severo Ochoa, es imposible escribir la historia de la cultura espa?ola del siglo XX sin encontrase con Jim¨¦nez Fraud. De ello dan testimonio las 1.800 cartas que cruz¨® con 200 corresponsales entre 1905 y 1964. Seleccionadas por James Valender, Jos¨¦ Garc¨ªa-Velasco, Tatiana Aguilar-?lvarez Bay y Trilce Arroyo y coeditadas por la Residencia de Estudiantes y la Fundaci¨®n Unicaja ¡ªFraud era malague?o¡ª, las 3.000 misivas ocupan tres vol¨²menes que ma?ana se presentan en la propia Colina de los Chopos.
Desde que en 1910 recibiera el encargo de la Junta de Ampliaci¨®n de Estudios de montar un ¡°peque?o colegio universitario¡± tan cerca de los postulados de austeridad, tolerancia y cosmopolitismo de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza como lejos de la quevedesca ¡°tradici¨®n s¨®rdida de las casas de hu¨¦spedes¡±, la vida de Alberto Jim¨¦nez Fraud (1883-1964) qued¨® marcada por esa misi¨®n. ¡°Dicen que soy una madre-abeja que no puede vivir sin la presi¨®n del enjambre y, en efecto, as¨ª es¡±, llegar¨¢ a decir. Para hacerse una composici¨®n de la riqueza de aquel enjambre baste recordar que en sus salones disertaron Albert Einstein, Marie Curie o Le Corbusier y que, entre sus inquilinos estuvieron, ya forma parte del mito, Bu?uel, Lorca y Dal¨ª.
Si en las primeras cartas se mezclan la filosof¨ªa de la instituci¨®n con las necesidades del laboratorio m¨¦dico de Juan Negr¨ªn ¡ªfuturo presidente de la Rep¨²blica¡ª o las facturas del carb¨®n compartido con la Residencia de se?oritas, pronto la pol¨ªtica se convierte en protagonista. De ah¨ª que el epistolario de Jim¨¦nez Fraud sea un testimonio impagable sobre la apreciaci¨®n que de muchos acontecimientos hist¨®ricos tuvieron sus contempor¨¢neos. As¨ª, en abril de 1917 el director de la Residencia pensaba que Espa?a entrar¨ªa en la Primera Guerra Mundial ¡°relativamente pronto¡± mientras ¡°interiormente¡± el pa¨ªs estaba ¡°a dos dedos de una revoluci¨®n¡±. No sucedi¨® ni lo uno ni lo otro. Lo que lleg¨® fue la neutralidad y, un lustro m¨¢s tarde, la dictadura de Primo de Rivera.
Desde su fundaci¨®n, la Residencia de Estudiantes fue objeto de incomprensi¨®n por parte de los radicales de las dos Espa?as, algo que lleg¨® al paroxismo con la Guerra Civil. La ¡°derecha bronca¡± la defin¨ªa como instituci¨®n de izquierdas mientras la ¡°izquierda bronca¡± ve¨ªa en ella un foco reaccionario. En julio de 1936 se o¨ªan de noche los fusilamientos en los alrededores. Cada ma?ana los empleados describ¨ªan a las v¨ªctimas: un d¨ªa un ¡°se?orito fascista¡±; al siguiente, un ¡°pobre de alpargatas¡±. Jim¨¦nez Fraud iz¨® las banderas brit¨¢nica y estadounidense para proteger a los alumnos extranjeros de los cursos de verano y a todos los que buscaron refugio en la casa, entre ellos, Ortega y Gasset y su familia.
Exiliado en Inglaterra, se dedic¨® a mantener viva la llama de la Residencia y de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza. La red de antiguos residentes, una verdadera di¨¢spora mundial, tuvo efectos trascendentales. En 1950, una alumna de la ILE expatriada en Suecia present¨® por carta a Jim¨¦nez Fraud a otro espa?ol que en Estocolmo trabajaba como periodista y asesor de la Academia Sueca. Se llamaban Matilde Goulard y Ernesto Dethorey. Su intenci¨®n era difundir las traducciones inglesas de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez y publicar en sueco art¨ªculos apoyando su candidatura al Nobel. Fraud se lo hizo saber a Zenobia Camprub¨ª, esposa del poeta, al que hab¨ªa conocido en la Residencia cuando ¨¦l ten¨ªa all¨ª habitaci¨®n propia. Lejos de reclamar el galard¨®n para s¨ª mismo, respondi¨® ella, su marido hab¨ªa apoyado ¡°con una nota publicada en Espa?a¡± la candidatura de Ortega. ¡°De todos modos enviaremos algo de lo que pueda interesarle al se?or Dethorey¡±. Seis a?os m¨¢s tarde, Juan Ram¨®n recibi¨® el premio. Tres d¨ªas despu¨¦s Zenobia mor¨ªa de c¨¢ncer.
?Pero la labor de Alberto Jim¨¦nez Fraud no se limit¨® a cuidar el esp¨ªritu del pasado. Los j¨®venes tambi¨¦n encontraron un referente en ¨¦l. A Gil de Biedma, Jos¨¦ ?ngel Valente o Julio Caro Baroja, se les sum¨® un antiguo residente: Gabriel Celaya, el pope de la poes¨ªa social. ¡°Usted y la Residencia convirtieron al Se?orito Ingeniero de San Sebasti¨¢n en el escritor que hoy soy¡±, le escribe en 1959 confiado en que la ¡°lucha¡± contra la dictadura dar¨ªa resultados ¡°muy pronto¡±. Meses antes, el descre¨ªdo Caro Baroja ¡ªcuyas cartas son una mina de humor¡ª hab¨ªa escrito a Fraud para contarle c¨®mo la conmemoraci¨®n del vig¨¦simo aniversario de la muerte de Antonio Machado hab¨ªa elevado la moral de los antifranquistas hasta el punto de hacerles confundir realidad y deseo respecto al final del R¨¦gimen: ¡°La juventud cuarentona y ajamonada a la que pertenezco ¡®no lo ve claro¡¯ y desea ocupar posiciones para el futuro. El homenaje a Machado ha sido un pretexto para significarse un poquito y desde Ram¨®n [Men¨¦ndez Pidal] a Dionisio [Ridruejo], pasando por Pedro [La¨ªn] y otros hombres, ilustres, cat¨®licos y honestos han hecho sus pinitos¡±.
Un a?o m¨¢s tarde, el cincuentenario de la Residencia supuso un hito para los que quedaban vivos. Desde Houston, Am¨¦rico Castro defin¨ªa la instituci¨®n como ¡°el intento m¨¢s noble de crear una minor¨ªa capaz de regir Espa?a. Fue tal vez una utop¨ªa la nuestra¡±. Y dice ¡°nuestra¡±, aclara, porque ¨¦l mismo se esforz¨® en conciliar ¡°a los de abajo y a los curas¡±, al duque de Alba y a los habituales de la Casa del Pueblo mientras bregaba ¡°para constituir una Facultad de Letras, luchando a la vez contra los rencores y rencillas de Ortega y Manolito [Garc¨ªa Morente]¡±. Luego reconoce la labor de su director: ¡°Tu obra fue org¨¢nica; consisti¨® en preparar suelo muy estable en el lugar justo. Obra heroica, de callada paciencia. Tu obra no ser¨¢ perdida¡±. A Alberto Jim¨¦nez Fraud le quedaban dos a?os de vida y trataba de completar su magra jubilaci¨®n viajando por Europa como traductor para organismos internacionales. ¡°La Residencia, cada d¨ªa m¨¢s cerca de m¨ª cuanto m¨¢s se aleja en el tiempo¡±, escribi¨®. Muri¨® en Ginebra. En 1986, la obra de su vida reabri¨® las puertas. Este lunes se presenta all¨ª su correspondencia.
¡°Nos han destrozado¡±
"Econ¨®micamente nos han destrozado", escribe Jim¨¦nez Fraud en 1946. Con la noticia de que su casa de Madrid hab¨ªa sido "desvalijada" por los franquistas, el director de la Residencia de Estudiantes acude en Oxford a una conferencia del duque de Alba, antiguo mecenas de la instituci¨®n. Para sortear al "embajador de Franco", Fraud evita tambi¨¦n al duque, que le chilla desde lejos: "?Alberto, Alberto yo no le he hecho nada a usted!" Por entonces todav¨ªa confiaba en volver a Espa?a. Su amigo Am¨¦rico Castro lo ten¨ªa m¨¢s claro: "Lo grave es que la tiran¨ªa espa?ola es infame y a la vez perniciosa e in¨²til. Fernando el Cat¨®lico era un gran bellaco, pero llev¨® a los espa?oles a su ¨²nica posible altura (aunque preparando a la vez el predominio de la ignorancia y la cerraz¨®n mental). ?se era el precio que hab¨ªa que pagar por hacerse un imperio. Lo de hoy en Espa?a no lleva a nada".
Babelia
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