Kiko Matamoros, el cr¨ªtico literario m¨¢s influyente
El mundo de la far¨¢ndula televisiva se toc¨® un momento con la marginalidad literaria. Fue un instante hist¨®rico: result¨® que Kiko le¨ªa
Hace unos meses hubo un peque?o terremoto en mi mundillo literario. Entre lo peque?o que fue y lo min¨²sculo que es mi mundo se entiende que nadie se enterase, pero dio que hablar. Result¨® que Kiko le¨ªa. Mucho. Kiko Matamoros, el de Telecinco, el de S¨¢lvame. Hab¨ªa dado un par de entrevistas y se present¨® como un lector atento, profundo, refinado y muy pendiente de las nuevas voces. Pero la cosa no qued¨® ah¨ª. Lejos de guardarse su afici¨®n para los amigos, empez¨® a alardear de ella en los plat¨®s, y con la menor excusa plantaba un libro frente a la c¨¢mara y, entre grito y grito de Bel¨¦n Esteban, recomendaba a los espectadores su lectura. Una novela exquisita, una aproximaci¨®n desoladora a los abismos m¨¢s negros de la condici¨®n humana, no se la pierdan.
Varios escritores amigos m¨ªos fueron v¨ªctimas agradecidas de la afici¨®n lectora de Kiko Matamoros, convertido de pronto en el cr¨ªtico literario m¨¢s perseguido por los autores j¨®venes espa?oles. Le conocieron, algunos intimaron con ¨¦l, y el mundo de la far¨¢ndula televisiva se toc¨® un momento con la marginalidad literaria. Fue un instante hist¨®rico. Hac¨ªa mucho que la literatura no frecuentaba la tele. Desde aquel Umbral que hablaba de su libro, aquel Arrabal que predicaba milenarismos y aquel Cela que absorb¨ªa un litro de agua por el culo, los escritores hab¨ªan dejado de interesar al prime time, castigados a La 2 y a las horas m¨¢s infames, donde ni ellos mismos se ve¨ªan.
Entonces, los escritores sal¨ªan por la tele porque daban espect¨¢culo. No era algo tan calculado como parec¨ªa. Simplemente, se comportaban como en las tertulias de caf¨¦, y eso divert¨ªa mucho a un p¨²blico que ten¨ªa una imagen solemne y parnasiana de la literatura. Ver a esos venerables haciendo el gamberro era muy atractivo. Pero en alg¨²n momento se produjo un divorcio. Tal vez el circo de la tele se hizo demasiado ruidoso. Tal vez los escritores se volvieron t¨ªmidos. La reconciliaci¨®n est¨¢ en manos de Kiko.
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