Carmen Maria Machado, la nueva reina del terror con erotismo (o viceversa)
La joven neoyorquina debuta con una colecci¨®n de cuentos a los que a?ade sexo a la f¨®rmula del g¨®tico cotidiano
Creci¨® en Allentown, Philadelphia, sin tener ni la m¨¢s remota idea de que llevaba el apellido de un famoso poeta castellano, Antonio Machado. Lo hizo en la d¨¦cada de los noventa. Devoraba, por igual, entonces, cap¨ªtulos de Ley y orden: Unidad de v¨ªctimas especiales, que cuentos de hadas del irreverente Jon Scieszka, y la metaficci¨®n de Louis Sachar, el terror de John Bellairs, los misterios de Nancy Drew y el g¨®tico weird de V.C. Andrews. Carmen Maria Machado, la nueva y decididamente picante Shirley Jackson, un cruce en realidad entre Angela Carter y Helen Oyeyemi, con el esp¨ªritu l¨²dico de Kelly Link, aterriz¨® en el mundo de los autores publicados el a?o pasado, y lo hizo como nominada al National Book Award con su primer colecci¨®n de cuentos, la reci¨¦n llegada a Espa?a Su cuerpo y otras fiestas (Anagrama).
En Su cuerpo y otras fiestas hay feminismo encapsulado en citas de Elisabeth Hewer, como la que sirve de arranque a la antolog¨ªa, ¡°dios deber¨ªa haber hecho letales a las chicas cuando hizo monstruos a los hombres¡±; inquietantes damiselas reci¨¦n casadas, fervorosamente activas sexualmente, que lucen una extra?a cinta en el cuello; parejas de detectives de televisi¨®n con parejas de dobles perfectos que comparten apartamento con los fantasmas de las chicas de campanillas por ojos cuyas muertes investigan, y hasta tipas que son capaces de o¨ªr los pensamientos de los actores y las actrices porno, decidida a descubrir qu¨¦ piensa su chico de ella. Su narrativa, cercana a la de Mariana Enr¨ªquez y Samanta Schweblin, juega a expandir el lado siniestro de lo cotidiano, y a convertir la realidad en un cuento de hadas con una facilidad asombrosa por volverse terror¨ªfico a la par que, por momentos, divertido.
Como las historias de Samanta Schweblin y Mariana Enr¨ªquez, las de Machado parten de lo real para alejarse hacia un terreno fant¨¢stico en el que lo cotidiano se vuelve terror¨ªfico
?Cree que es una coincidencia el hecho de que haya una nueva narrativa que apunte en esa direcci¨®n, en marcha, o es que la realidad es cada vez m¨¢s maleable? Desde la casita que le permite la beca de que hace uso estos d¨ªas en alg¨²n lugar del estado de Nueva York, y en pijama (Confiesa: ¡°Soy as¨ª de profesional¡±), contesta que ella siempre ha tenido la sensaci¨®n de que la realidad ¡°es un poco maleable¡±. ¡°Es por eso que mis historias parten de la realidad, lo que me permite a la vez mostrar c¨®mo es el mundo y c¨®mo ha sido siempre y dejar claro que hay una parte de ¨¦l que nunca vemos, que apagamos¡±, dice. Otra cosa curiosa de sus historias que la hace ¨²nica es que, en todas ellas, los hombres no tienen un papel claro, o son secundarios o directamente no aparecen ¨Cpues a menudo las parejas son parejas de chicas, esposa y esposa¨C, ?ha llegado por fin el momento de la acci¨®n para la mujer? ¡°?Sin duda!¡±, contesta.
¡°La verdad es que no lo hice a prop¨®sito, sali¨® as¨ª, sin m¨¢s, porque no me interesa en absoluto escribir desde un punto de vista masculino. Ya est¨¢ bien de hombres en la ficci¨®n, estoy harta¡±, dice a continuaci¨®n. Y a?ade una an¨¦cdota al respecto: ¡°Recuerdo que una vez un editor de una revista me pregunt¨® si era consciente de que el cuento que le hab¨ªa enviado no ten¨ªa un solo hombre, y yo me di cuenta de que no solo no me importaba en absoluto, sino que de repente me sent¨ª orgullosa. Me encanta que los hombres estuvieran tan radicalmente al margen de lo que hac¨ªa. Y eso es algo que no va a cambiar¡±. El feminismo en su obra no se limita a darle el papel principal a la mujer y a que todo parta de ella sino que tambi¨¦n hay cr¨ªticas al mundo en el que vivimos tan salvajes como la de Las mujeres de verdad tienen cuerpo, un relato en el que se relaciona el mundo de la moda con la desaparici¨®n (fantasmal) de la mujer. ¡°?Pero no quiero atacar a la moda! ?La moda me encanta como arte!¡±, se apresura a se?alar.
Dice que no quer¨ªa hablar tanto de lo que la moda puede estar haci¨¦ndole o no a la mujer sino del hecho de que hay mujeres que desaparecen cada d¨ªa sin que a nadie le importe. Las mujeres del relato se saben condenadas a desaparecer ¨Cempiezan a notar que no pueden tocar las cosas y que nada pueda tocarlas¨C porque no hay remedio para lo que les ocurre. ¡°Parece que a la sociedad le importa de una manera muy superficial, nunca lo suficiente para hacer nada al respecto¡±, dice. Otro de los aspectos clave de sus historias es el sexo. Est¨¢ por todas partes. ¡°Me encanta leer escenas de sexo, y escribirlas, porque es una excelente manera de profundizar en la historia. ?Las escenas de sexo son fascinantemente pol¨ªticas!¡±, dice.
?Pol¨ªticas? ?En qu¨¦ sentido? ¡°Una escena de sexo nos habla de lo que queremos y lo que nos permitimos como seres humanos, los cuerpos est¨¢n posicionados pol¨ªticamente, y la forma en que se enmarca el deseo tiene tambi¨¦n una connotaci¨®n pol¨ªtica. Adem¨¢s, como la muerte, el sexo es una especie de l¨ªmite: te permite descubrir c¨®mo es realmente la otra persona, al desatarse¡±, contesta la norteamericana con apellido de poeta espa?ol. Al respecto, ?sabe qui¨¦n es Antonio Machado? ¡°?Claro, lo he le¨ªdo! Pero, por lo que s¨¦, no tengo ning¨²n tipo de relaci¨®n con ¨¦l, no es mi antepasado ni nada por el estilo. Machado es el apellido de mi abuelo cubano. Pero, ?qui¨¦n sabe?¡±, dice. Y, ya que la comparan con Shirley Jackson, ?tiene tantos libros sobre ocultismo como ella ¨Cunos 500, dijo¨C en su biblioteca personal? R¨ªe. ¡°No, no tantos, pero todo se andar¨¢¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.