Mario Gas: ¡°Los creadores hemos perdido compromiso ¨¦tico y est¨¦tico¡±
El director estrena una versi¨®n de ¡®La Strada¡¯, la inolvidable y desgarradora pel¨ªcula de Fellini que gan¨® un Oscar en 1956
Dirigi¨® su primera obra teatral con 18 a?os. Hoy tiene 71 y una energ¨ªa desbordante, que no descansa. Las premisas con las que, en pleno franquismo, Mario Gas se inici¨® en el teatro independiente ¡ªmodificar las condiciones de trabajo, renovar el lenguaje est¨¦tico y buscar el compromiso ¨¦tico e ideol¨®gico¡ª siguen intactas, aunque la profesi¨®n algo haya cambiado. ¡°Los creadores hemos perdido algo de ese compromiso porque, como dice un colega m¨ªo catal¨¢n, durante la Transici¨®n el que decid¨ªa la obra era el director y ahora parece que esa decisi¨®n est¨¢ en manos de la producci¨®n, que busca otro tipo de efectos. Soy muy cr¨ªtico con muchas cosas, pero hay que reconocer que hoy el teatro en Espa?a es un oficio lleno de talento, con gente muy preparada a todos los niveles, actores, directores, dramaturgos, t¨¦cnicos, aunque, lamentablemente, sigue habiendo una pereza tremenda en las distintas Administraciones para abordar los problemas end¨¦micos que arrastra esta profesi¨®n¡±, aseguraba el martes el director de escena tras un ensayo de La Strada, una versi¨®n de Gerard V¨¢zquez de la pel¨ªcula de Federico Fellini, esa historia desgarradora e inolvidable del viaje por la vida de tres c¨®micos ambulantes, entre las cenizas de la posguerra en Italia, que gan¨® el Oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa en 1956.
Est¨¢ exultante Mario Gas, ataviado con un hermoso y florido pa?uelo al cuello. ¡°La Strada nos muestra una tremenda historia de desencuentros, supervivencias, amores frustrados, la de tres c¨®micos ambulantes atacados por la vida y el mundo. Es algo que en cuanto le¨ª el texto me apetec¨ªa mucho contar, independientemente de la pel¨ªcula de Fellini, una obra maestra que impregna el subconsciente de todo aquel que la haya visto, sea de la generaci¨®n que sea¡±, explica Gas, que ha rechazado volver a ver el filme del director italiano para no contaminarse y evitar la m¨ªmesis.
Pero ese mundo desgarrador que retrat¨® Fellini, esas vidas infelices y tr¨¢gicas, esos personajes fronterizos instalados en el miedo y la supervivencia que intentan amarse y se destruyen o son destruidos, surgen en todo su esplendor sobre el escenario, en una funci¨®n que su director califica de road theatre, con la carretera y el circo como ¡°met¨¢foras del ser humano en una sociedad deprimida¡±. Anoche se estren¨® en el Teatro de la Abad¨ªa de Madrid este espect¨¢culo brillante, de evocadoras im¨¢genes y escenas quebradas, protagonizado por Ver¨®nica Echegui, Alfonso Lara y Alberto Iglesias.
Tan batallador como siempre, Mario Gas aborda la situaci¨®n teatral en Espa?a en un momento en el que se cumplen 40 a?os de la creaci¨®n del Centro Dram¨¢tico Nacional. ¡°El CDN ha cumplido muchas funciones y muy buenas. Dicho esto, creo que hace falta una profunda renovaci¨®n de los teatros p¨²blicos, con una presencia m¨¢s en la sombra de la Administraci¨®n y mayor libertad para los creadores. Creo que hay un entreguismo excesivo de los aparatos art¨ªsticos de los centros p¨²blicos a la Administraci¨®n. El creador y las Administraciones buscan cosas distintas, otra cosa es que se puedan encontrar. La Administraci¨®n, que no tiene un criterio claro, que es avara y obsoleta, est¨¢ en la obligaci¨®n de proporcionar una cultura p¨²blica al ciudadano, pero no entrometerse en c¨®mo el creador lo lleva a cabo¡±, asegura el director, que estuvo al frente del Teatro Espa?ol de Madrid, de titularidad municipal, de 2004 a 2012, y bajo cuyo mandato se pusieron en marcha las Naves del Matadero, en Madrid.
Tambi¨¦n se lamenta Gas del deterioro de las condiciones de trabajo de los artistas. ¡°Los teatros p¨²blicos tienen que trabajar en mejores condiciones y dar m¨¢s oportunidades a la investigaci¨®n. El poder adquisitivo de los actores se ha reducido de manera incre¨ªble, as¨ª como las semanas de ensayos. Hay que hacer profunda reflexi¨®n entre todos. Los que ahora est¨¢n al frente de estos centros de titularidad p¨²blica lo intentan hacer de la mejor manera posible, pero tambi¨¦n hay que ser valientes, bajar al ruedo y no olvidar que el teatro est¨¢ al servicio de la sociedad¡±, apunta.
Gas se lamenta de la escasa aportaci¨®n p¨²blica en Espa?a a los teatros ¡ª¡°la comparaci¨®n con los pa¨ªses de nuestro entorno da sonrojo, se hace insoportable¡±¡ª, pero tambi¨¦n del poco amor que siente la sociedad espa?ola hacia su dramaturgia en comparaci¨®n, por ejemplo, con los pa¨ªses anglosajones. ¡°No se trata de repetir aquella frase de Fernando Fern¨¢n G¨®mez que, con su voz profunda, dec¨ªa: ¡®Aqu¨ª no gusta el teatro¡¯, pero algo de verdad hay en ello. Nosotros tambi¨¦n, la gente del teatro, debemos despertarnos, porque, aunque soy optimista, hay que reconocer que estamos un poco dormidos y nos miramos demasiado al ombligo. Estamos obligados a reencontrar un cierto compromiso personal ¨¦tico con la que sociedad que nos ha tocado vivir¡±.
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