Orhan Pamuk, el turco impaciente que busca ser feliz
El Nobel de Literatura inaugura el sal¨®n literario de la FIL
Orhan Pamuk es premio Nobel, tiene 66 a?os, alberga razones para sentirse triste (su pa¨ªs, donde encarcelan a los que quieren practicar la libertad de expresi¨®n), pero busca la felicidad. Con ah¨ªnco. A trav¨¦s de la escritura. Su familia lo quiso pintor o arquitecto, pero se rebel¨®, quiso que su imaginaci¨®n fuera directamente del cerebro a la pluma, y as¨ª ha escrito libros en los que ocurren cosas extraordinarias que parecen simples en entorno dif¨ªciles, oscuros o tristes.
Su ¨²ltima novela es La mujer del pelo rojo (Literatura Random House), y antes public¨® dos obras consideradas maestras de su imaginaci¨®n y de su memoria, los elementos que conforman el bagaje de su escritura. Esas obras fueron Estambul y El Museo de la Inocencia, quiz¨¢ la m¨¢s importante de sus creaciones.
Pamuk habl¨® de estas cosas en la segunda ma?ana de la FIL, en un auditorio abarrotado y no siempre en silencio, lo que caus¨® malestar en el escritor, de natural suave e incluso ingenuo y sentimental, como se define en uno de sus libros. Mientras lo presentaba el presidente de la FIL, Ra¨²l Padilla, ¨¦l se entreten¨ªa grabando en v¨ªdeo a la audiencia, entre la que se sentaba su compa?era, Aisle, a la que dedica su ¨²ltima novela. Fue Jorge Volpi, su colega mexicano, el encargado de hacerlo hablar en una entrevista que se centr¨® en la felicidad como asunto que persigue, la materia que lo pone a escribir. Su intervenci¨®n fue la apertura del Sal¨®n Literario Carlos Fuentes que la FIl dedica desde hace algunos a?os a uno de sus m¨¢s activos protagonistas. Fue Silvia Lemus, su viuda, la que agasaj¨® al Nobel con el emblema que distingue a los que hayan intervenido en esta c¨¢tedra anual.
?l no se considera un escritor de Estambul, ¡°pero lo soy, la gente me considera as¨ª¡±
Pamuk habl¨®, con entusiasmo a veces y enrabietado por el ruido de parte del p¨²blico, de lo que lo ha llevado a la escritura. ?l no necesita ser un escritor feliz, pero s¨ª una persona feliz. De ni?o fue adiestrado a estar solo en su habitaci¨®n, y eso pod¨ªa haber sido posible como pintor y lo ha sido de hecho como escritor. No confi¨® nunca en la inspiraci¨®n, porque la escritura se hace como los puentes, piedra a piedra; frente a la inspiraci¨®n ¨¦l opone ¡°testarudez, paciencia, trabajo. Y soy muy impaciente¡±. En sus primeros libros, cerca aun de su infancia llena de historias, est¨¢ esa edad inaugural de la vida, sus amigos, sus parientes, sus vecinos. Y est¨¢, claro, Estambul. ?l no se considera un escritor de Estambul, ¡°pero lo soy, la gente me considera as¨ª¡±. Para llegar a ser un escritor que tiene en cuenta lo local pero que aspira a lo universal tuvo una ayuda inestimable en el boom latinoamericano, especialmente en Juan Rulfo y en Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, que, como ¨¦l hizo con Estambul, llegaron a la abstracci¨®n de los lugares partiendo de lugares realmente existentes. A esos escritores uni¨®, ante el agrado de la audiencia mexicana, los nombres de Carlos Fuentes y Octavio Paz.
Hay m¨¢s antecedentes en su escritura. Est¨¢n Jorge Luis Borges e Italo Calvino. Ellos lo llevaron a los cl¨¢sicos. Borges, en concreto, me ense?¨® a imaginar la literatura como una m¨ªstica y a usar en la era moderna viejas historias que forman la met¨¢fora de nuevas escrituras¡±. La muerte de Artemio Cruz de Fuentes y las obras de Garc¨ªa M¨¢rquez y de Vargas Llosa completan, en parte, su educaci¨®n literaria atravesada por nombres en espa?ol. ¡°El boom me explic¨® que pod¨ªa ser universal y local a la vez¡±. De Vladimir Nabokov aprendi¨® ¡°acrobacias¡±, y son imprescindibles en su mochila Tolstoi, Dostoievski, Proust y Thomas Mann.
El asunto que lo entristece es uno insoslayable: ¡°el de Turqu¨ªa, sin libertad de expresi¨®n no hay democracia; en mi pa¨ªs se encarcela por miles a escritores, a periodistas¡±. Eso lo perturba, lo hace un hombre infeliz. Escribir le contenta. Escribe, dijo iniciando una retah¨ªla de razones para hacerlo, ¡°porque quiero leer libros que me hubiera gustado escribir; porque mi religi¨®n es la literatura, y no ninguna otra; porque me gusta ser le¨ªdo; porque creo en la inmortalidad de las librer¨ªas; porque quiero escapar de mis sue?os; porque nunca me las arreglo para ser feliz¡±.
¡°Ser feliz es llevar una vida plena¡±. ?l la siente en el cuarto, solo, ¡°me prepar¨¦ para estar as¨ª desde mi infancia¡±. La felicidad es cumplir con una serie de valores, entre ellos ¡°el sexo, el dinero, la familia, el patriotismo la armon¨ªa, la jerarqu¨ªa¡¡± Cuando se pone a escribir es consciente de que una novela no depende de un hecho, sino de todos los componentes que le vienen a visitar a ese cuarto solitario. Para cuando dijo todo esto el ruido de la sala, para contento de Pamuk, hab¨ªa amainado.
Babelia
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