El amor repartido entre los clubes de Londres y los restaurantes de carretera
El director del Instituto Cervantes en la capital brit¨¢nica publica 'Comimos y bebimos'
Ignacio Peyr¨® (Madrid, 1980) ha decidido escribir un libro que es una declaraci¨®n de amor a sus padres y un acto inofensivo de rebeld¨ªa contra la humildad que quisieron transmitirle frente a uno de los placeres de su vida: la comida. "Yo fui educado en la idea de que de comida no se habla. Te la dan, te la comes, la agradeces y punto. Por eso en este libro he querido vencer tambi¨¦n ese prejuicio, el de que la cocina sea algo pr¨¢ctico que no se valora en exceso. Como si estuviera feo hablar de ella". Peyr¨® ha publicado Comimos y bebimos?(Libros del Asteroide) y no ha dejado de recoger buenas cr¨ªticas. Salta desde las primeras l¨ªneas la calidad literaria de un peque?o libro que pretende ser un homenaje a la familia, a los amigos, a la celebraci¨®n de una vida interesante y plena y, como escribi¨® en otro de sus libros, "a la busca de ese ideal tan humano y tan noble de convertir nuestro d¨ªa a d¨ªa en 'un mundo conversable'".
Actualmente dirige el Instituto Cervantes en Londres, y en su cabeza bullen sin cesar proyectos para dar a conocer al p¨²blico ingl¨¦s los poetas y escritores espa?oles menos universales, y para promocionar lo mejor y m¨¢s brillante de la cultura espa?ola actual. Sin apriorismos ni distinciones. Porque este amante y erudito de la cultura brit¨¢nica -su libro Pompa y Circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa (Ed. Periplos) es lectura obligada para todos aquellos que quieran sumergirse en este extra?o y fascinante pa¨ªs que es Reino Unido- es ante todo un lector apasionado y un curioso impenitente que no se deja condicionar por prejuicios ante una frase redonda, o ante un buen plato de espaguetis ("la falta de gusto por la pasta es indicio de ser mala persona", escribe).
"Me defino como un conservador abierto o un tradicionalista curioso", explica este hombre siempre trajeado, siempre educado y atento, ante un humilde rissotto de conejo estofado, en la penumbra de un pub ingl¨¦s que invita a no dejar de hablar durante toda la tarde. "Como me dijo una vez Pedro Larumbe, la cocina es morder. Las espumas y los aires est¨¢n muy bien de aperitivo, pero luego quieres un plato. Necesitas morder. Yo voy a los restaurantes a disfrutar, no a someterme al dictado moral o est¨¦tico de un nuevo gur¨². Aunque a la vez respeto mucho todo lo que la nueva cocina tiene de invenci¨®n, de vanguardia, de novedad", cuenta.
Peyr¨® naci¨® con corbata. Con sentido com¨²n y con mucha empat¨ªa hacia el pr¨®jimo. Sus primeros pasos como periodista pol¨ªtico le llevaron de inmediato a la cr¨®nica sosegada, y durante a?os ha escrito sus mejores l¨ªneas para el gabinete de Presidencia de la Moncloa. Con la humildad de quien es consciente de que no escribe para s¨ª mismo ni para que le lean, sino que debe ponerse en la cabeza y en el tono de alguien distinto a ¨¦l para que le escuche el mayor n¨²mero de gente posible. Por eso su libro es una escapada interior en busca de la educaci¨®n sentimental de un chaval madrile?o que se quedaba embobado en el escaparate de L'Hardy y so?aba, alg¨²n d¨ªa, con comer en los mejores restaurantes. Hasta que poco a poco descubri¨® que la felicidad tambi¨¦n se puede encontrar en una estaci¨®n de servicio o en uno de los incontables "Asadores Don Pelayo" que pueblan la meseta castellana. "La cocina manchega, por ejemplo, me encanta. Me parece muy curiosa, muy precolombina, sin apenas patatas. Los gazpachos de pastor, las tortas...son todo ellos platos como tuppers?tardomedievales", se recrea.
Que nadie se confunda. Peyr¨® bucea con ¨¦xito en la mejor tradici¨®n period¨ªstica-culinaria de Luj¨¢n, Pla o Camba. Y lo mismo ofrece una disertaci¨®n sobre La vida de Samuel Johnson de James Boswell que deslumbra con su conocimiento de los vinos franceses, su nostalgia por las excursiones a Toledo de la infancia madrile?a, la sensualidad de Barcelona o el esplendor de Par¨ªs.
"Yo no he ido a 180 restaurantes con estrella Michel¨ªn", se defiende mientras muestra? a la vez con entusiasmo primerizo las ventanas con "invitaci¨®n a la caoba" de los bufetes londinenses del barrio de Temple, cercano a la sede del Instituto Cervantes. "En primer lugar porque yo, por lo general, tengo que pagar por lo que me como. Y eso te obliga a ser un poco astuto para sacar el m¨¢ximo beneficio". Y de eso trata su libro: de sacar a la vida el m¨¢ximo beneficio.
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