Edith Cavell, la hero¨ªna de la Primera Guerra Mundial que muri¨® ajusticiada
Pionera de la enfermer¨ªa moderna, dedic¨® su corta vida a curar heridas y a salvar a m¨¢s 200 soldados, a los que ayud¨® a huir antes de ser acusada de esp¨ªa

Edith Cavell entendi¨® que deb¨ªa poner su talento profesional y sus convicciones religiosas al servicio de la justicia y de la paz. As¨ª fue como pas¨® a la historia como una hero¨ªna por ejercer su profesi¨®n de enfermera para curar las heridas de los soldados durante la Primera Guerra Mundial, pero sobre todo por salvar a m¨¢s de doscientos de ellos del bando aliado y ayudarlos a huir de la B¨¦lgica ocupada por los alemanes.
Cavell tuvo, sin embargo, poco tiempo para demostrar su val¨ªa como enfermera y su categor¨ªa humana para ayudar siempre al pr¨®jimo, ya que a pesar de ser formada por los mejores sanitarios de la ¨¦poca, muri¨® demasiado joven, sin haber cumplido medio siglo de vida. Tras su detenci¨®n, acusada de esp¨ªa y de alta traici¨®n, se mostr¨® siempre tranquila y nunca se defendi¨®, muriendo fusilada a pesar de las presiones internacionales para detener su condena.
¡°La guerra no es una aventura; es una enfermedad¡±, dijo Antoine de Saint-Exupery, coet¨¢neo de Cavell. Para ella, consciente de que en una contienda siempre hay mucho m¨¢s que perder, el enfrentamiento b¨¦lico se convirti¨® en la oportunidad de salvar la vida de soldados ingleses, franceses y belgas, prisioneros huidos, heridos o pilotos abatidos, y de ayudarlos a huir de la B¨¦lgica ocupada por los alemanes. Su muerte por fusilamiento la hizo famosa y pas¨® a convertirse en un icono de la causa aliada, recordada principalmente por su valent¨ªa para enfrentarse a la ejecuci¨®n con ecuanimidad con su frase ¡°El patriotismo no es suficiente¡± y que elev¨® casi a la categor¨ªa de leyenda el final tr¨¢gico que se le presupone a todo h¨¦roe.
Edith Cavell naci¨® el 4 de diciembre de 1865, en la localidad de Swardestone, condado de Norfolk (Inglaterra). Fue la mayor de cuatro hijos del matrimonio formado por el reverendo anglicano Frederick Cavell y su esposa. Desde muy peque?a, la vida en un ambiente humilde le ense?¨® la importancia de ayudar a los m¨¢s necesitados y siempre que pod¨ªa ayudaba a su padre a recolectar dinero para los m¨¢s pobres.
Desde ni?a Edith destac¨® en el dibujo y en la pintura, as¨ª que aprovech¨® ese talento para pintar cuadros de flores y p¨¢jaros que luego vendi¨® y con los que consigui¨® el dinero necesario para formar escuela dominical en la iglesia donde su padre era reverendo.
Con 25 a?os empez¨® a viajar por Europa y a desempe?ar diferentes trabajos: en B¨¦lgica fue institutriz para los hijos de una familia de origen franc¨¦s y m¨¢s tarde en Austria conoci¨® un hospital gratuito donde los enfermos eran atendidos sin tener que pagar nada. Este hecho impresion¨® tanto a la joven Edith que la marc¨® para toda su vida y despert¨® su vocaci¨®n definitiva.
En 1895 tuvo que regresar a Inglaterra de manera precipitada para cuidar a su padre, que hab¨ªa enfermado de gravedad, pero cuando se recuper¨® decidi¨® ingresar en el Hospital de Londres para formarse como enfermera. En ¨¦l, Edith tuvo la oportunidad de ser alumna de Eva Lucke, quien en ese momento ten¨ªa la fama de ser la mejor matrona de la ciudad.
Cavell viaj¨® de nuevo a Bruselas en 1907 y empez¨® a trabajar como matrona en una Escuela de Enfermer¨ªa, compaginando su trabajo de enfermera con el de asistenta en los partos. Gracias a su diligencia y profesionalidad trabaj¨® en diversos hospitales y tambi¨¦n tuvo tiempo para dedicarse a la educaci¨®n dando clases en varias escuelas de enfermer¨ªa. Incluso lleg¨® a editar en 1910 una revista, ¡®La enfermera¡¯, para que el sector pudiera compartir sus conocimientos, documentando buenas pr¨¢cticas de enfermer¨ªa. Dentro del gremio sanitario, Edith Cavell se hab¨ªa convertido en una de las pioneras de la enfermer¨ªa moderna y era admirada y respetada por el resto de m¨¦dicos y enfermeras.
El doctor Antoine Depage, famoso cirujano belga y presidente de Cruz Roja en aquel pa¨ªs, la contrat¨® para convertirla en enfermera jefe del Instituto Berkendael y poco m¨¢s tarde fund¨® la Escuela belga de Enfermeras Graduadas, confi¨¢ndole la direcci¨®n a Cavell.
Cuando en 1914 estalla la Primera Guerra Mundial, Edith Cavell estaba en Inglaterra visitando a su madre. Al enterarse de la noticia regres¨® a Bruselas para incorporarse a su puesto de trabajo. Por fortuna, tanto el hospital como la escuela para los que trabajaba se encontraban bajo el control de Cruz Roja. Unos meses despu¨¦s, en noviembre, Alemania invadi¨® B¨¦lgica y orden¨® que ¡°todos los heridos peligrosos o sospechosos¡± fueran sacados del hospital. Desde ese momento, Edith se dedic¨® no solo a curar a los soldados aliados sino a ayudarlos a escapar de la zona ocupada hacia los Pa¨ªses Bajos, pa¨ªs neutral, gracias a una red de evasi¨®n organizada y que violaba la ley militar impuesta por los alemanes.
Muchos soldados brit¨¢nicos se hab¨ªan quedado rezagados en la retirada de las fuerzas aliadas y estaban atrapados en Bruselas. Cavell decidi¨® ayudarlos ocult¨¢ndolos en el hospital y en casas de seguridad, incluida la suya, en B¨¦lgica. Desde estas casas seguras, alrededor de 200 militares brit¨¢nicos, franceses y belgas pudieron escapar a Holanda mientras ella continuaba actuando como enfermera y atendiendo a soldados heridos tanto del bando alem¨¢n como del aliado.
El ej¨¦rcito alem¨¢n hab¨ªa amenazado con castigos estrictos a cualquier persona que se descubriera que estaba ¡°ayudando e instigando al enemigo¡±. Sin embargo, a pesar del gobierno militar, Cavell sigui¨® ayudando y logr¨® su prop¨®sito durante diez meses, cuando fue considerada sospechosa de ayudar a los aliados por sus opiniones en p¨²blico sobre la injusticia de la ocupaci¨®n.
Un esp¨ªa alem¨¢n infiltrado descubri¨® la red de evasi¨®n, que fue neutralizada y acab¨® con la detenci¨®n de varias personas, entre ellas Edith Cavell, arrestada el 3 de agosto de 1915 y encarcelada en la prisi¨®n de Saint-Gilles. En su interrogatorio no trat¨® de defenderse y solo dijo en su defensa que se sent¨ªa obligada a ayudar a las personas necesitadas.
Los juicios a los integrantes de la red tuvieron lugar el 7 y el 8 de octubre de 1915. Edith Cavell admiti¨® los cargos y no hizo uso de la palabra para defenderse. El 11 de octubre fue condenada a muerte por el tribunal militar alem¨¢n que la juzg¨® y la declar¨® culpable de traici¨®n. La condena sorprendi¨® a muchos observadores internacionales dada la honestidad de Cavell y el hecho de que hab¨ªa salvado muchas vidas como enfermera, tanto aliadas como alemanas.
Tanto el asesor legal de la embajada estadounidense, Hugh Gibson, como el embajador de Espa?a, Rodrigo de Saavedra, pidieron al Alto Mando alem¨¢n la conmutaci¨®n de la pena o al menos su aplazamiento, y durante toda la noche del 11 de octubre intentaron conseguir el m¨¢ximo de apoyos internacionales aunque con poco ¨¦xito. El ministro de Estados Unidos advirti¨® incluso a los alemanes de que la ejecuci¨®n de la enfermera da?ar¨ªa m¨¢s a¨²n la ya mala reputaci¨®n de Alemania y ser¨ªa vista como una injusticia a los ojos del mundo.
Para acabar con las presiones internacionales, los alemanes decidieron ejecutar la sentencia y Cavell fue fusilada en la madrugada del 12 de octubre en un terreno militar y junto a otros belgas condenados por causas similares. Ten¨ªa 49 a?os. La noche antes de su ejecuci¨®n fue visitada por el reverendo Stirling Gahan, un capell¨¢n anglicano, que grab¨® su ¨²ltima conversaci¨®n, en la que pronunci¨® dos frases que reflejan su entereza a la hora de afrontar la muerte: ¡°El patriotismo no es suficiente y no debo tener odio ni amargura hacia nadie¡± y ¡°he visto la muerte tan a menudo que no es algo extra?o ni temeroso para m¨ª¡±.
En su ¨²ltima noche con vida, Edith Cavell tambi¨¦n escribi¨® a sus compa?eras enfermeras a modo de legado: ¡°Les he dicho que la devoci¨®n les dar¨¢ verdadera felicidad, y el pensamiento que han hecho, ante Dios y ustedes mismos, su deber completo y con un buen coraz¨®n ser¨¢n su mayor apoyo en los momentos dif¨ªciles de la vida¡±. El famoso poeta alem¨¢n Gottfried Benn, que era el m¨¦dico militar de la prisi¨®n de Saint-Gilles, presenci¨® y certific¨® su muerte, y escribi¨® que nunca hab¨ªa conocido una mujer con tanto valor: ¡°?C¨®mo debe juzgarse el fusilamiento de Edith Cavell? Entr¨® en la guerra y la guerra la destruy¨®¡±.
Seg¨²n reconoci¨® despu¨¦s un oficial del Estado Mayor alem¨¢n, la muerte de Edith ¡°fue uno de nuestros mayores errores. No pudimos concebir una acci¨®n m¨¢s impopular¡±. Su ejecuci¨®n fue ampliamente difundida en los medios brit¨¢nicos y estadounidenses, mostr¨¢ndose como una evidencia m¨¢s de la brutalidad y la injusticia alemanas. Cavell fue representada como una figura heroica e inocente que se mantuvo firme en su fe cristiana y en su disposici¨®n a morir por su pa¨ªs, siendo despu¨¦s utilizada en numerosas ocasiones como propaganda para que su ejemplo animara a m¨¢s hombres a alistarse en el ej¨¦rcito.
Pero su muerte no solo supuso una p¨¦sima imagen para Alemania, sino que el trato que sufri¨® por parte de los militares alemanes desempe?¨® un papel importante en la formaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica estadounidense y facilit¨® la entrada de Estados Unidos en la guerra en 1917.
En mayo de 1919, una vez finalizada la guerra, el cuerpo de Edith Cavell fue trasladado desde la tumba en la que fue enterrado en uno de los costados de la c¨¢rcel de Saint-Gilles, en Bruselas, a Londres, escoltado por un destacamento de tropas brit¨¢nicas y aclamado por miles de personas que acompa?aron la comitiva en ambos pa¨ªses. Tras el funeral de estado en la Abad¨ªa de Westminster, al que asisti¨® incluso la familia real, el f¨¦retro fue trasladado por tren a Norwich, donde reposa en una zona llamada Life¡¯s Green junto a la catedral.
La Iglesia de Inglaterra dedica el 12 de octubre a la memoria de Edith Cavell, conmemorando su vida y su sacrificio, y cuenta con numerosos monumentos en varias ciudades que recuerdan la heroicidad de salvar vidas en tiempos de guerra. Su legado de esfuerzo, justicia y compasi¨®n contin¨²an son un ejemplo permanente para todos los sanitarios, en especial para los que desarrollan su trabajo en medio de una guerra.
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