The Strand, la paradoja que puede acabar con una de las librer¨ªas m¨¢s famosas del mundo
El edificio donde se encuentra el negocio acaba de ser propuesto para su preservaci¨®n, un reconocimiento que puede obligarle a cerrar debido a los costes y a la burocracia
La ic¨®nica librer¨ªa The Strand, de los pocos negocios familiares que plantan cara a la disrupci¨®n de la econom¨ªa digital, se enfrenta a un dilema. El edificio donde el a?orado Fred Bass hizo grande el negocio, situado en el cruce de Broadway con la calle 12, acaba de ser propuesto para su preservaci¨®n. Pero ese reconocimiento puede obligarle a cerrar, porque los costes y la burocracia se comer¨¢n unos m¨¢rgenes que son ya muy estrechos, justo cuando necesitan ser m¨¢s competitivos.
Bass falleci¨® en febrero, a los 89 a?os. Lo que su padre Benjamin empez¨® como un negocio para vender libros de segunda mano en 1927, un a?o antes de que ¨¦l naciera, se convirti¨® en una gigantesca tienda en Union Square en la que se pueden encontrar 2,5 millones de vol¨²menes. Si se pusieran todos en fila, habr¨ªa que recorre una distancia de 30 kil¨®metros. Fue ¨¦l qui¨¦n convirti¨® The Strand en toda una instituci¨®n cultural.
Fred estaba obsesionado con los libros, como los clientes que cada d¨ªa peregrinan hacia el local para perderse entre las estanter¨ªas mientras exploran buscando tesoros como Letters to Vera, de Vladimir Nabakov. Era uno de los t¨ªtulos preferidos de Bass. Su sue?o, dec¨ªa, era gestionar una gran tienda de libros. Y lo consigui¨®. Ahora se quiere dar una especial distinci¨®n al edificio que la acoge.
Todo en la ciudad de los rascacielos genera debate, y m¨¢s cuando se trata de cuestiones inmobiliarias. Para unos, la preservaci¨®n de un edificio es un reconocimiento especial que honra su contribuci¨®n a la historia de la gran metr¨®poli. Para otros, es un lastre. Es lo que piensa Nancy Bass Wyden, la heredera de The Strand. Esa declaraci¨®n, asegura, ¡°destruir¨¢ un pieza de la historia de la ciudad¡±. La estructura a la que The Strand llama su casa fue construida en 1902. Es uno de los siete edificios por debajo de la calle 14 que est¨¢n bajo examen, como uno dise?ado por William Birkmire. Al preservarlo se trata de reconocer su importancia arquitect¨®nica. Pero ese estatus tambi¨¦n impone restricciones para mantenerlo. El reconocimiento, explica Bass, ¡°nos va a costar mucho m¨¢s¡±.
Strand Bookstore se traslad¨® en 1957 al edificio en el 826 Broadway. Estuvo de alquiler hasta que lo adquiri¨® por 8,2 millones de d¨®lares en 1997. La tienda y sus oficinas ocupan cinco de las once plantas. El resto se alquila a otros negocios. La propiedad est¨¢ valorada ahora en unos 31 millones. La familia asegura que el edificio no est¨¢ en riesgo. El frente opositor de la due?a est¨¢ respaldado por clientes que la adoran.
La decisi¨®n de preservar el edificio de The Strand la desencaden¨® la construcci¨®n de un complejo en Union Square que acoger¨¢ un centro tecnol¨®gico. Se le sum¨® el anuncio de la llegada de Amazon a Long Island City en Queens. Los vecinos temen por su impacto en el car¨¢cter de los barrios. La Greenwich Village Society for Historic Preservation pidi¨® por eso proteger 193 edificios. La Landmarks Preservation Commission (LPC, la Comisi¨®n para la Preservaci¨®n de Monumentos Hist¨®ricos de Nueva York) considera que solo siete merecen la designaci¨®n.
Bass asegura que podr¨ªa ganar mucho m¨¢s dinero alquilando el espacio que ocupa la tienda. Pero deja claro que no le interesa el dinero y que quiere pasar alg¨²n d¨ªa el negocio a sus hijos, la cuarta generaci¨®n. ¡°Por favor¡±, suplic¨® durante la la audiencia celebrada esta semana, ¡°no destruyan Strand a?adiendo m¨¢s burocracia, costes innecesarios y restricciones que nos frenar¨¢n¡±. ¡°A diferencia de Amazon¡±, a?adi¨®, ¡°no pedimos subsidios ni un tratamiento especial¡±.
Edward Sutton, el gerente de la compa?¨ªa, se?al¨® durante la primera vista que cambiar las luces, los carteles, los accesos o cualquier componente exterior o interior del edificio requiere cumplir una serie de reglamentaciones engorrosas. ¡°Simplemente no podemos permitirnos gastos adicionales¡±, reiter¨®, ¡°respetamos la labor de preservaci¨®n que hacen pero nos preocupa el resultado que puede tener¡±.
La comisi¨®n la escuch¨® y le concedi¨® m¨¢s tiempo para responder a sus temores en una segunda vista, ¡°trabajaremos con los due?os para garantizar que la instituci¨®n cultural perdure¡±. La LPC explica que ya regula miles de edificios comerciales como el que tiene The Strand en propiedad. ¡°Somos comprensivos y respondemos a sus necesidades¡±, aseguran, tratando de rebajar tensi¨®n al debate.
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