Cantando en el fin del mundo
La pel¨ªcula juega al maridaje de la comedia musical y el terror zombi
![Imagen de 'Ana y el apocalipsis'.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YYHRGOG2OXIVJNSUJVUVNC2MVI.jpg?auth=46bc7aead4e9b9c0c061c277939dcca986d1f07f2a44b1bdbafe21009676f07b&width=414)
En los primeros minutos de Zombies Party (Una noche¡ de muerte) (2004), Edgar Wright hilvanaba una serie de im¨¢genes de londinenses ensimismados en las pantallas de sus m¨®viles o con la percepci¨®n amortiguada por los cascos de sus walkmans, im¨¢genes que pon¨ªan sobre la mesa una constataci¨®n afilada: la diferencia entre el zombi y el ciudadano contempor¨¢neo podr¨ªa resultar inapreciable a simple vista. A continuaci¨®n, el desencadenamiento de una crisis zombi pasaba en primera instancia inadvertida por sus personajes principales, siempre atendiendo otros asuntos (menores) mientras los informativos desgranaban im¨¢genes apocal¨ªpticas a sus espaldas. Una vez establecidos los fr¨¢giles circuitos de empat¨ªa entre el espectador y los personajes de la pantalla, el hero¨ªsmo segu¨ªa sin hacer su aparici¨®n: el objetivo de su protagonista no era otro que el de reconciliarse con su novia y la cat¨¢strofe circundante no era m¨¢s que la forma extrema de un mal d¨ªa para un perdedor medio.
ANA Y EL APOCALIPSIS
Direcci¨®n: John McPhail.
Int¨¦rpretes: Ella Hunt, Malcolm Cumming, Sarah Swire, Ben Wiggins.
G¨¦nero: comedia. Reino Unido, 2017.
Duraci¨®n: 93 minutos.
La secuencia m¨¢s afortunada de Ana y el Apocalipsis ¨Ctrabajo que juega al maridaje de la comedia musical y el terror zombi- muestra a la protagonista, con los auriculares puestos, entonando una canci¨®n de exaltaci¨®n emocional mientras la c¨¢mara sigue su recorrido y, a fondo de plano, los primeros signos de una plaga zombi se manifiestan sin que ella d¨¦ acuse de recibo. Es una clara herencia de la pel¨ªcula de Wright y, por desgracia, el ¨²nico momento en que este trabajo est¨¢ a la altura de su premisa. En su segundo largometraje como director, John McPhail se nutre del esp¨ªritu de una representaci¨®n de fin de curso para jugar al contrapunto entre todos los lugares comunes de una comedia de instituto y el imaginario asociado a terror zombi, utilizando el c¨®digo de musical como punto de fricci¨®n al que solo se recurre con eficacia en esa escena.
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