Busca tu refugio
Casi toda la obra del director Hirokazu Kore-eda, tan compleja como sensible, se centra en la necesidad de formar parte de una familia
![Fotograma de 'Un asunto de familia'.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KEHLB5T6SZWKTOVSAWIBRCFRFI.jpg?auth=246f90c9479aeaa6e1b7b890f5d10303be60e5e12474c9c1da1c2513dcf3c026&width=414)
Repiten con sospechosa frecuencia los personajes de?Un asunto de familia que hace mucho fr¨ªo en el exterior, est¨¢ helando, va a nevar. No conozco Jap¨®n, su invierno, sus condiciones meteorol¨®gicas, pero tengo claro que lo que inspira pavor a este grupo de gente, como a los desvalidos de cualquier parte del universo, es el fr¨ªo que atormenta a la mente y al alma, el saberse a la intemperie ps¨ªquica, acorralado por la soledad, la ausencia de amor y de compa?¨ªa gratificante, esas cositas que alimentan al ser humano, le hacen vivir o sobrevivir con dignidad. Casi toda la obra de este director llamado Hirokazu Kore-eda, tan compleja como sensible, se centra en la necesidad de formar parte de una familia, de convertir el refugio m¨¢s depauperado en algo que pueda parecer un hogar, otorgarse calor mutuo, velar por el de al lado. Y si la familia biol¨®gica navega en el territorio del desastre, pues se intenta formar otra con los de distinta sangre y los eternos perdedores pueden llegar a sentirse ganadores. Aunque todo sea provisional y amenacen la tragedia y el desamparo total.
UN ASUNTO DE FAMILIA
Direcci¨®n: Hirokazu Kore-eda.
Int¨¦rpretes: Lily Franky, Sakura Ando, Mayu Matsuoka, Jyo Kairi, Miyu Sasaki.
G¨¦nero: drama. Jap¨®n, 2018.
Duraci¨®n: 121 minutos.
Consciente de que los guiones de este hombre siempre se retuercen y ofrecen giros y sorpresas, el de?Un asunto de familia depara una revelaci¨®n notable hacia la mitad de su metraje. Tranquilos, mi aversi¨®n hacia los que repiten en plan lorazo esa fatigosa modernez de que no les hagan spoiler (y eso supongo que incluye amenazas de encarcelar a la persona que describa el argumento de pel¨ªculas tan an¨®nimas como Casablanca o?Lo que el viento se llev¨®) tampoco es suficiente para que les desvele el misterio que rodea a esta familia tan extra?a. La forman una anciana resabiada y filos¨®fica, una pareja de cuarentones en posesi¨®n de mucha calle, una joven que descubre las ventajas econ¨®micas de exhibir su anatom¨ªa ante los mirones de un sex shop, y dos ni?os especializados en robar cosas b¨¢sicas en supermercados y tiendas. No son ¨¢ngeles, se buscan la vida como pueden. El recinto en el que cohabitan es min¨²sculo, cuesta mantenerlo y para lograr alimento cada uno aporta aquello de lo que es capaz. Se cuidan, se miman, se protegen, parecen felices de estar juntos. Su conducta p¨²blica es turbia, pero transparente el amor que se profesan.
Kore-eda vuelve a demostrar que es un retratista veraz y sutil de personajes siempre a punto de deriva a los que no juzga. Se limita a comprenderlos, a no hacer trampas con sus sentimientos, a no manipular al receptor con sensibler¨ªas, efectismos o desenlaces convencionales que eludan la tristeza, el fracaso o la desolaci¨®n. Y lo hace a su ritmo, el que necesita la historia, un estilo que los devoradores de taquillazos y del aluvi¨®n de im¨¢genes mec¨¢nicas y vac¨ªas encontrar¨ªan dormitivo. Yo lo encuentro atractivo, me mantiene dentro de la historia, me preocupa el complicado presente y el negro futuro de unas personas que han tratado de construir un parapeto com¨²n contra la desdicha. Y no acostumbro a sentirme nada fascinado con la mayor¨ªa del cine oriental que me veo obligado a visionar. Pero reconozco el talento (el que me interesa a m¨ª) en la cinematograf¨ªa de cualquier pa¨ªs. Por ejemplo, en la obra del iran¨ª Asghar Farhadi o del japon¨¦s Hirokazu Kore-eda.
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