Herv¨¦ Koubi, un poeta cor¨¦utico
El core¨®grafo franc¨¦s de origen argelino trae triunfalmente al festival Madrid en Danza su emblem¨¢tico himno al cuerpo mediterr¨¢neo
En su etapa de bailar¨ªn, ya Herv¨¦ Koubi era un tipo singular; luego, una vez inmerso en la harina coreogr¨¢fica y creativa, ha insistido en ser ¨¦l mismo, el plasmar sus explosivas y a veces muy dispares iniciativas. Es core¨®grafo, obviamente, pero es un poeta de la estructuraci¨®n del cuadro cor¨¦utico; no desprecia las influencias, los or¨ªgenes sangu¨ªneos de sus tradiciones ancestrales y sobre todo, no camufla ni un ¨¢pice sus preferencias y adoraciones, sus inspiraciones y sus prop¨®sitos est¨¦ticos. Ese cierto empecinamiento le ha salido bien, le ha hecho distinguirse y mostrase en una formidable y efusiva demostraci¨®n de nervio y luz, de canto f¨ªsico y de planteamiento coral del trabajo. Sus espect¨¢culos brillan por el conjunto; espor¨¢dicamente da sitio al fragmento solista, en la figura del solo, pero siempre como bisagra a otra andanada del grupo, a otra ola portentosa que vuelve el escenario como una especie de mar proceloso e implacable.
Les nuits barbares ou les premiers matins du monde
Coreograf¨ªa: Herv¨¦ Koubi. M¨²sica: W. A. Mozart, Gabriel Faur¨¦, Richard Wagner y tradicional argelina con Maxime Bodson. Luces: Lionel Buzonie; Vestuario: Guillaume Gabriel y Claudine G- Delattre. M¨¢scaras: Swarovski. Teatros del Canal. Festival Madrid en Danza. Hasta el 30 de diciembre.
Si viendo esta pieza titulada Las noches b¨¢rbaras?con la que el argenilo ha triunfado en Madrid en danza he pensado inmediatamente en el poema de Cavafis Esperando a los b¨¢rbaros, a la vez he pensado en otro libro que ya hoy imprescindible: El gran mar?de David Abulafia, volumen clave para entender el lugar donde estamos y que nos alimenta desde siempre, pues el otro gran protagonista del espect¨¢culo de Koubi es ese mar Mediterr¨¢neo viejo, m¨ªtico, diario y vital, una linfa comunicante que aporta el alimento esencial m¨¢s all¨¢ de los peces y que justificadamente ha sido cantado desde tiempos ancestrales. Nos comunica y hermana la belleza mitol¨®gica y la devastadora crueldad de los hechos, a la par, en una aparente contradicci¨®n entre vida y muerte, entre pasado y futuro. La salud muscular de los artistas en escena es espejo de una limpieza moral, de un idioma claro y de un sencillo vocablo como bisagra hacia el espectador; respiran anhelantes hacia las luces, los focos son como un destino fuera de alcance, y hay un cierta voluntad expresiva de rito, de ¨¦xtasis y de entrega.
Los fragmentos wagnerianos o de los R¨¦quiem de Faur¨¦ y Mozart aportan una gravedad monumental, una idea de misa solemne; la r¨ªtmica la pone el desierto y sus ecos, sus tambores y sus acentos ternarios, el eco libio o nubio con la gr¨¢fica chawi elevan la pulsi¨®n hacia lo a¨¦reo y el reto tanto a la gravedad como a la rendici¨®n temporal entre ca¨ªda y recuperaci¨®n, entre giro y abrazo. Nunca es gratuita la exhibici¨®n, se trata de una plenitud dionisiaca, un regusto capaz de reordenar las figuras hacia una grandeza propia en lo monumental escult¨®rico, y esto tambi¨¦n es herencia cl¨¢sica.
Abulafia como premisa expresa que su Mediterr¨¢neo no habla en el fondo de pol¨ªtica, y guerras, sino de hombres. De ah¨ª la vitalidad. Herv¨¦ Koubi canta en la misma direcci¨®n, rebusca en la acci¨®n colectiva la b¨²squeda de un acorde com¨²n, y una vez afinado, lanzado al aire del arte danc¨ªstico, es una hebra maravillosa y l¨²cida que encanta y absorbe, y esa es la raz¨®n porque el p¨²blico asiente primero en silencio y luego estalla en una ovaci¨®n victoriosa y un¨¢nime. La b¨²squeda formal de Koub¨ª es profundamente humana y se enra¨ªza en las grandes aventuras de conquista, pasa de una ¨¦pica gestual a una l¨ªrica ¡®transhom¨¦rica¡¯. Los 14 hombres que se expresan mediante una extrema calistenia f¨ªsica son un mural promisorio. A la brillantez y dominio de las t¨¦cnicas del baile urbano suman un disciplinado sentido del ensemble?y de la coordinaci¨®n grupal. Vienen muy precisos y exactos, como un guante, los dos versos finales del poema de Cavafis (aqu¨ª en la traducci¨®n de Alfonso Silv¨¢n): ¡°Y ahora qu¨¦ ser¨¢ de nosotros sin b¨¢rbaros. / Esos hombres eran una cierta soluci¨®n.¡± El p¨²blico ovacion¨® en pie a los artistas, se mostraba claramente part¨ªcipe de una electricidad tan tensada como las cuerdas de la lira de Orfeo, donde descansa a la vez el misterio y la voluntad.
Hoy domingo se podr¨¢ ver la segunda y ¨²ltima funci¨®n en la sala verde de los Teatros del Canal.
Babelia
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