Todo lo que despliega el universo
La revista cultural ¡®Los Cuadernos del Norte¡¯, de Juan Cueto, nos abri¨® las puertas a la duda
La muerte de Juan Cueto nos sorprendi¨® a un grupo de c¨®mplices, encabezados por Juan Luis Rodr¨ªguez-Vigil, preparando una exposici¨®n sobre Los Cuadernos del Norte, esa revista m¨ªtica ¡ªpor usar el dialecto juvenil de estos tiempos tan distintos¡ª que ilumin¨® la Transici¨®n d¨¢ndole luz, sentido y ambici¨®n cultural a una Espa?a que quer¨ªa nacer descentralizada, democr¨¢tica e inmersa en la modernidad. Aquella revista fue un proyecto que muchos echamos de menos y que hoy hace m¨¢s falta que nunca.
Juan Cueto, el gran faraute de la modernidad, fue un estructuralista que hizo de la curiosidad vela de su destino, un escritor de fragmentos iluminados por el genio que sembr¨® en sus escritos, casi siempre art¨ªculos de peri¨®dico, semillas de luz cargadas de levedad y profundidad. La espuma de la prisa nunca enturbi¨® la serena conjetura, sino que le dio una dimensi¨®n anclada en el tiempo. Juan Cueto era asturiano y Los Cuadernos del Norte fueron posibles en Asturias. Puede que peque del l¨ªcito amor que le debo a mi tierra, pero quien hab¨ªa escrito Los heterodoxos asturianos fue, a la vez, local y universal sin contradicciones. El concepto ¡°glocal¡±, aquello que es global y local a un tiempo, le sentaba a aquella Asturias de los a?os ochenta como un guante; tambi¨¦n al alma inteligente, curiosa, sin prejuicios y descre¨ªda que fue Juan Cueto, seguramente el asturiano que, desde Jovellanos, m¨¢s ha aportado al concepto de Hispanidad.
Como todos los escritores de genio, escribi¨® siempre en colaboraci¨®n. En su despacho de Villa Kitty, en Gij¨®n, reclam¨® la colaboraci¨®n de los mejores. Antes de que el lector com¨²n supiese qui¨¦n era Martin Amis, los escritos del ingl¨¦s ya estaban en las hermosas p¨¢ginas ¡ªtan bien maquetadas¡ª de los Cuadernos; cuando Umberto Eco no se hab¨ªa hecho novelista o Mario Bunge explicaba con claridad la ofuscada raz¨®n del saber, y nadie avisado sab¨ªa de tan sutiles claridades, ya eran Eco y Bunge colaboradores habituales de estas p¨¢ginas que hoy repasamos con arrebatada melancol¨ªa. Melancol¨ªa por lo que fue ciertamente, melancol¨ªa por lo que no est¨¢ siendo con la intensidad so?ada. La gran obra de Juan Cueto, una aut¨¦ntica novela en marcha, son los Cuadernos del Norte: quiso en ella ¡ªcon un toque antiunamuniano tan de Unamuno¡ª hacer de Espa?a su Asturias so?ada, una naci¨®n-pasaporte abierta a cualquier otra naci¨®n donde la raz¨®n local se revelase en su universalidad.
Herederos de la Revista de Asturias, que dirigi¨® Genaro Alas, Los Cuadernos del Norte nos abrieron en su momento las puertas a la duda. Nuestra patria, pues lectores ¨¦ramos, era la duda y pronto entendimos el plan magistral de Juan Cueto: todas las disciplinas eran glocales, todas se necesitaban para que ese fulgor oculto de la sabidur¨ªa resplandeciese en el instante. Junto a la antropolog¨ªa, la arquitectura; junto al cine, la literatura; junto a la vida, la necesidad de conquistar una vida m¨¢s alta.
Cito de memoria: Emilio Alarcos, Francisco Umbral, Fernando Savater, Juan Mars¨¦, Roland Barthes, ?lvaro Cunqueiro, Eduardo Haro Tecglen, Jaime Gil de Biedma, Jean Baudrillard, Andy Warhol, Susan Sontag... ¡°Tantos. Nunca pens¨¦ que la muerte se llevara a tantos¡±. Juan Cueto, desde su despacho de Villa Kitty, los convirti¨® en sus heter¨®nimos involuntarios con su inteligencia vivisectora, pronto a descubrir en la mudanza de la moda las hebras de la eternidad, aferr¨¢ndose a un presente en el que el futuro, como en la canci¨®n que cantaba Santiago Auser¨®n, ya estaba aqu¨ª.
El futuro estaba all¨ª. Volver a Los Cuadernos del Norte trae cierta tristeza a quienes somos, por naturaleza y lecturas, de la c¨¢scara amarga. Fue posible otra Espa?a ¡ªdemocr¨¢tica, descentralizada, moderna y prefutura¡ª y el camino hacia ella lo estamos perdiendo. Se me ha pedido que hable de Los Cuadernos del Norte y quiero hablar de ellos y de Juan Cueto, que es lo mismo. Permitidme, a ¨¦l no le disgustar¨ªa del todo pero s¨¦ que censurar¨ªa mi petulancia, que para ello cite a Dante: ¡°En su profundidad vi que se encierra,?/ cosido con amor en un volumen,?/ todo lo que despliega el universo¡±.
Xuan Bello es escritor.
Babelia
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