Secuelas barrocas
De la violencia como espect¨¢culo a la omnipresencia del trampantojo, Luc Tuymans rastrea las huellas del siglo XVII en el arte contempor¨¢neo a trav¨¦s de una muestra en la Fundaci¨®n Prada de Mil¨¢n
Sobrecoger al espectador fue la misi¨®n principal del arte que surgi¨® durante la Contrarreforma. Por ese motivo, los lienzos se llenaron de una vertiginosa sensaci¨®n de movimiento, de una violencia inusualmente gr¨¢fica y de una insinuaci¨®n er¨®tica casi permanente. A la vez, las iglesias recargaban sus fachadas para intentar que los fieles tentados por nuevos dogmas volvieran al buen camino (no por casualidad, el t¨¦rmino ¡°propaganda¡± fue acu?ado mientras Bernini terminaba la columnata de San Pedro). Algunos de los postulados del Barroco, probable calco de un viejo t¨¦rmino portugu¨¦s que serv¨ªa para denominar a las perlas de forma irregular, siguen impregnando buena parte del arte de hoy. Es la tesis principal de la muestra Sanguine, iniciada en Amberes y expuesta ahora en versi¨®n ampliada en la Fundaci¨®n Prada de Mil¨¢n, que propone un estimulante ejercicio comparativo entre distintos ejemplos de Barroco italiano, flamenco y espa?ol y varias decenas de obras contempor¨¢neas. Detr¨¢s de la idea se encuentra el pintor belga Luc Tuymans, uno de los art¨ªfices del resurgir figurativo de los a?os ochenta, que antes ya comisari¨® una retrospectiva de James Ensor en la Royal Academy de Londres e impuls¨® muestras sobre el Romanticismo alem¨¢n y el arte de posguerra en el bloque del Este.
Tuymans vuelve a ponerse el traje de comisario inspir¨¢ndose en los escritos de Walter Benjamin, que ya decret¨® hace m¨¢s de un siglo que la modernidad empezaba en el Barroco. Aunque, m¨¢s que buscar correspondencias literales y necesariamente extempor¨¢neas, el comisario prefiere comparar los climas culturales en los que aparecen estas obras. Al humanismo renacentista le sucedi¨® el pronunciado gusto por el cisma que marc¨® el siglo XVII. De la misma manera, el proyecto de reunificaci¨®n que apareci¨® en la posguerra europea se ha terminado dando de bruces con una realidad menos ecum¨¦nica. En consecuencia, en ambas ¨¦pocas surge un arte virulento y politizado, lleno de trampantojos y otras posverdades, una idea que tambi¨¦n han explorado artistas como Camille Henrot en sus ¨²ltimas exposiciones.
A ratos cuesta distinguir
el pasado del presente, el original de la copia, la autenticidad del simulacro
Si todas las yuxtaposiciones de la muestra no funcionan ¡ªes el riesgo que acarrea encerrar a Rubens y Takashi Murakami en la misma exposici¨®n¨C, la mayor¨ªa terminan en ¨¦xito incontestable. En una de las salas, Tuymans propone un crescendo de violencia desenfrenada. Chico mordido por una lagartija, de Caravaggio; Triunfo de David, de Andrea Vaccaro, y el san Sebasti¨¢n acribillado a flechazos de Zurbar¨¢n circundan la monumental instalaci¨®n ?Fucking Hell (2008), de los hermanos Jake y Dinos Chapman, en la que 60.000 soldados de plomo representan a v¨ªctimas y ejecutores de distintos actos de barbarie, en una posible alegor¨ªa de un genocidio o una guerra santa (o, si se nos permite la ex¨¦gesis, de una discusi¨®n en Twitter). En otro rinc¨®n, los estudios previos para las cabezas que pint¨® Van Dyck encuentran un reflejo en los rostros flotantes de Micha?l Borremans, las litograf¨ªas de v¨ªctimas de la bomba nuclear de On Kawara y el torturado expresionismo que desprenden los retratos de Marlene Dumas. Mientras tanto, distintas estatuas de profetas en piedra barroca, que inmortaliz¨® el fot¨®grafo Marcel Gautherot como sutil reflejo de la evangelizaci¨®n de Brasil, dialogan con las esculturas mutantes del croata Vanja Radau?, al concluir un recorrido repleto de exageraci¨®n ornamental, visceralidad sobreactuada y el poderoso hedor, agradable al principio e insufrible hacia el final, de los arreglos florales de Willem de Rooij.
La exposici¨®n funciona como testimonio de la rehabilitaci¨®n de una palabra que durante siglos tuvo connotaciones peyorativas. Fue antes de que el Barroco fuera reivindicado por artistas partidarios de volver a la carnalidad tras la supuesta frialdad del minimalismo. Otro de los subtextos de la muestra apunta a la circularidad del tiempo, a esa historia que se repite sin cesar. Al eterno retorno de un ethos que cre¨ªamos extinguido, pero que re?emerge una y otra vez, poniendo en duda la propia noci¨®n de progreso. No era la intenci¨®n de la muestra, pero a ratos cuesta distinguir el pasado del presente, el original de la copia, la autenticidad del simulacro. Puede que no exista un sentimiento m¨¢s barroco que ese.
Sanguine. Luc Tuymans on Baroque. Fundaci¨®n Prada. Mil¨¢n. Hasta el 25 de febrero.
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