Riccardo Chailly: ¡°Mahler y Puccini atisbaron mundos sonoros nunca antes explorados¡±
El director de orquesta italiano regresa a los ciclos de Iberm¨²sica al frente de la Filarm¨®nica de La Scala
Con la m¨²sica de Mahler se empieza, pero nunca se acaba. El director de orquesta Riccardo Chailly (Mil¨¢n, 1953) le debe, incluso, su epifan¨ªa como int¨¦rprete, cuando asisti¨®, con once a?os, a un ensayo de la Primera sinfon¨ªa en el Foro It¨¢lico de Roma. Lleva m¨¢s de tres d¨¦cadas dirigiendo sus obras por todo el mundo, y atesora casi dos integrales completas de sus sinfon¨ªas grabadas en audio (Decca) y v¨ªdeo (Accentus), pero el maestro italiano sigue adelante. ¡°Mahler es un eterno work in progress donde nunca llegas a nada definitivo¡±, reconoce a EL PA?S por tel¨¦fono desde Mil¨¢n. ¡°No puedes quedarte con una composici¨®n. Es necesario conocer sus diez sinfon¨ªas y sus Lieder para ahondar en su universo sonoro¡±, prosigue.
Pero Chailly comenz¨® su periplo mahleriano, parad¨®jicamente, por el final, con la problem¨¢tica e inacabada D¨¦cima sinfon¨ªa, que grab¨® en Berl¨ªn, en 1986, en la versi¨®n de Deryck Cooke. ¡°Era muy joven y fue un gesto de cautela, aunque tambi¨¦n de convencimiento de la relaci¨®n de esta sinfon¨ªa con las obras maestras que le hab¨ªan precedido. Mi debut con ella me dio suerte y fue el comienzo de mi primer ciclo completo de las sinfon¨ªas con la orquesta de la radio berlinesa (hoy Orquesta Sinf¨®nica Alemana de Berl¨ªn)¡±, explica. Su interpretaci¨®n lleg¨® a interesar, por entonces, al mism¨ªsimo Herbert von Karajan. ¡°Tuve la inmensa fortuna de escucharle dirigir la Sexta y la Novena, al frente de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, pero tambi¨¦n de mantener abundantes conversaciones con ¨¦l sobre Mahler que recuerdo con emoci¨®n¡±, relata. Otra figura determinante para Chailly fue Claudio Abbado. ¡°A principios de los setenta me convert¨ª en su asistente para los conciertos sinf¨®nicos en La Scala de Mil¨¢n. En esos a?os, Claudio preparaba, precisamente, el primer ciclo sinf¨®nico de Mahler en Italia, que fue una de las ¨²ltimas naciones europeas en descubrir su m¨²sica¡±, recuerda.
Chailly regresa a Madrid al frente de la Filarm¨®nica de La Scala, precisamente la formaci¨®n que fund¨® Abbado con integrantes de la orquesta del teatro de ¨®pera milan¨¦s. Dirigir¨¢ dos programas en los ciclos de Iberm¨²sica que inicia, ma?ana mi¨¦rcoles, con el Concierto para orquesta, de Bart¨®k, y Cuadros de una exposici¨®n, de M¨²sorgski/Ravel, y prosigue, el jueves, con la Sexta sinfon¨ªa, de Mahler. ¡°Me alegra volver a Madrid con dos programas que reflejan tanto la tradici¨®n como la personalidad que tiene esta orquesta¡±, asegura. Son tres composiciones que Chailly ya grab¨® para Decca con la Orquesta del Royal Concertgebouw de ?msterdam, que dirigi¨® como titular desde 1988 hasta 2004. ¡°Reconozco que nunca escucho mis grabaciones, pero tambi¨¦n que siempre comienzo de cero cuando vuelvo a dirigir una composici¨®n, pues es la ¨²nica forma de adquirir cierta sensaci¨®n de variedad y libertad de pensamiento¡±, afirma. Queda claro si comparamos su primera grabaci¨®n de la Sexta mahleriana en ?msterdam, de 1989, con la ¨²ltima, en v¨ªdeo, con la Gewandhaus de Leipzig, en 2012. Aparte de detalles particulares o diferencias en la duraci¨®n, Chailly intercambia la secuencia de los movimientos centrales de la obra, de Scherzo-Andante a Andante-Scherzo, una vieja pol¨¦mica, todav¨ªa vigente, que alent¨® el compositor con sus cambios de criterio.
El director italiano defiende su nueva postura en la Sexta de Mahler. ¡°Para m¨ª esos dos movimientos centrales funcionan como intermedios. Sirven para separar la gigantesca marcha f¨²nebre del primer movimiento, que dura casi 26 minutos, del colosal final de media hora, donde la marcha se convierte en una obsesi¨®n y conduce a la muerte. Como segundo movimiento, el Andante sirve como una meditaci¨®n espiritual necesaria tras la marcha f¨²nebre. Y el Scherzo, como tercer movimiento, se escucha como un L?ndler transformado en tr¨¢gica pesadilla demoniaca¡±, sostiene. Pero Chailly tambi¨¦n defiende a Mahler como nexo hacia la modernidad de otros compositores. ¡°Est¨¢ claro que Berg no habr¨ªa escrito sus Tres piezas para orquesta, opus 6, sin haber conocido esta sinfon¨ªa, pero tambi¨¦n que Puccini utiliz¨® un fragmento del final del Scherzo en su ¨®pera Gianni Schicchi¡±, asegura.
El director italiano lleva varios a?os reivindicando, desde La Scala, la modernidad de Puccini. Y, para ello, ha restaurado las versiones originales de algunas de sus ¨®peras, como Madama Butterfly, que fracas¨® en su estreno en el teatro milan¨¦s, en 1904. ¡°Para m¨ª, como director musical en La Scala, se trata de un deber moral hacia el compositor de Lucca reparar esa injusticia que tanto dolor le provoc¨®¡±, reconoce Chailly que, en marzo pr¨®ximo, dirigir¨¢ una nueva producci¨®n de Manon Lescaut en La Scala. En ella se volver¨¢ a utilizar la versi¨®n original, de 1893, que incluye un final diferente del primer acto. ¡°Se trata de un pasaje muy complejo y moderno, donde se superponen tres ritmos al tema de la romanza ¡°Donna non vidi mai¡± en los trombones en fort¨ªsimo. Puccini, como Mahler, buscaba una renovaci¨®n continua y atisbaba mundos sonoros nunca antes explorados¡±, opina. Ese proyecto pucciniano en La Scala proseguir¨¢ en la apertura de la pr¨®xima temporada con una nueva edici¨®n cr¨ªtica de Tosca que promete interesantes novedades. Otra composici¨®n donde vuelve su relaci¨®n con Mahler: ¡°Es c¨¦lebre el aspaviento de Mahler durante el estreno en Viena de Tosca, cuando abandon¨® la sala al inicio del tercer acto. Parece un gesto de repulsa, pero para m¨ª denota un reconocimiento hacia el mundo sonoro de Puccini, que pod¨ªa competir con el suyo en su innovadora carga disruptiva¡±, asegura.
Otro compositor que Chailly quiere reivindicar es Rajm¨¢ninov. Este verano ha programado su Tercera sinfon¨ªa al frente de la orquesta del Festival de Lucerna, cuya titularidad asumi¨® en 2015, tras el fallecimiento de Claudio Abbado. ¡°Es una sinfon¨ªa que ya dirig¨ª en Filadelfia, donde la estren¨® y grab¨® el propio compositor, pero que quiero volver a hacer en Lucerna y quiz¨¢ grabar junto a las otras dos. De hecho, su Primera sinfon¨ªa, que fue otro injusto y doloroso fracaso en su estreno, me parece una obra de alt¨ªsimo valor¡±, opina. Pero su inter¨¦s hacia obras poco frecuentadas abarca tambi¨¦n la m¨²sica f¨ªlmica de Nino Rota o la obra sinf¨®nica de Luigi Cherubini, que centrar¨¢n sus dos pr¨®ximos lanzamientos discogr¨¢ficos en Decca al frente de la Filarm¨®nica de La Scala. Y tampoco descuida su inter¨¦s hacia algunas ¨®peras tempranas de Verdi, como Attila, que dirigi¨® esta temporada en la Prima della Scala, uno de los principales eventos musicales del a?o en Italia. En el reparto de ese estreno destac¨®, como protagonista femenina, la joven soprano madrile?a Saioa Hern¨¢ndez. Chailly comenta sus impresiones: ¡°Fui a verla a su camerino la misma tarde del estreno y me dijo que estaba viviendo un sue?o. Pues bien, ese sue?o ha durado hasta la ¨²ltima funci¨®n de la ¨®pera. Ha hecho un gran debut y espero volver a colaborar con ella en el futuro¡±, concluye.
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