Ha sido usted grande, se?or Redford
Este tipo no solo era guapo, tambi¨¦n posee algo muy poderoso como actor y la seguridad de que todos nos vamos a fijar en ¨¦l aunque aparezca en segundo plano
Asegura Robert Redford que The Old Man & The Gun ser¨¢ su ¨²ltima interpretaci¨®n para el cine, ese espect¨¢culo, entretenimiento, arte, que le convirti¨® con causa en una de sus mayores estrellas, cuya magn¨¦tica y sensual personalidad pobl¨® los sue?os h¨²medos de varias generaciones de mujeres (me lo han contado, no es una suposici¨®n) e imagino que de bastantes hombres. Este tipo no solo era guapo, tambi¨¦n posee algo muy poderoso como actor y la seguridad de que todos nos vamos a fijar en ¨¦l aunque aparezca en segundo plano. Pudo encarnar con naturalidad a h¨¦roes rom¨¢nticos, al chico m¨¢s guay del barrio, pero tambi¨¦n pod¨ªa ser duro, atormentado sin aspavientos, secreto. Y funcionaba mod¨¦licamente en cualquier g¨¦nero: comedia, w¨¦stern, intriga, melodrama. George Roy Hill (o la sabidur¨ªa de los productores) consigui¨® la jugada perfecta al juntar a Redford y al admirable Paul Newman (ning¨²n actor envejeci¨® mejor que ¨¦l; si de joven era la bomba, con todos los tics del Actors Studio, al hacerse mayor sus sobrias interpretaciones eran maravillosas) en dos pel¨ªculas que mantendr¨¢n eternamente su poderoso encanto. ?Hace falta citarlas? Porque todo dios las recuerda con una sonrisa. Son El golpe y Dos hombres y un destino. Descubr¨ª a Redford interpretando a un perdedor acorralado y protegido en vano por el dios Brando en La jaur¨ªa humana. Tambi¨¦n haciendo formidable pareja con Jane Fonda (?qu¨¦ actriz! y tambi¨¦n Eros puro) en la simoniana y bonita comedia Descalzos por el parque.
THE OLD MAN & THE GUN
Direcci¨®n: David Lowery.
Int¨¦rpretes: Robert Redford, Sissy Spacek, Casey Affleck.
G¨¦nero: thriller. EE UU, 2018.
Duraci¨®n: 93 minutos.
Pero el esplendor del actor Redford, independientemente del im¨¢n que despertaba en el p¨²blico cualquiera de sus apariciones, alcanz¨® un nivel muy alto en su asociaci¨®n con el director Sydney Pollack, uno de los aut¨¦nticamente grandes del cine norteamericano (y que no me pongan estadounidense) durante muchos a?os. Existe una qu¨ªmica especial entre ellos: Pollack extrae lo mejor de Redford en pel¨ªculas memorables, que puedes revisitar veinte veces sin temor al desencanto, como Las aventuras de Jeremiah Johnson, Tal como ¨¦ramos, Los tres d¨ªas del c¨®ndor, El jinete el¨¦ctrico, Memorias de ?frica y Habana.
Redford, alguien que debi¨® de poseer todo desde su temprano y fulgurante estrellato, no se limit¨® a acomodarse en ese comprensible egotrip. Quer¨ªa contar en im¨¢genes historias propias o ajenas, producir a aquella gente sin medios en la que intu¨ªa talento, otorgar se?as de identidad con su prestigio y su dinero al cine independiente a trav¨¦s del festival de Sundance. Su carrera como director es discutible y su mecenazgo en Sundance ha descubierto a gente que merece la pena, pero tambi¨¦n a mogoll¨®n de impostores, de modernos sin nada interesante que contar, con careta inmediatamente vulnerable.
En su despedida lo primero que agradezco es la sensaci¨®n o la certeza de que Redford, transformado en los ¨²ltimos a?os por operaciones de cirug¨ªa est¨¦tica que le quitaron su expresividad, que le convirtieron en una lamentable momia, ha recobrado un aspecto normal. Imagino que se ha operado para que le despojaran de esos desastres est¨¦ticos, intentando algo tan pat¨¦tico como mantener la antigua belleza, odiar tus arrugas, disimularlas a costa de perder tu capacidad de comunicaci¨®n.
Y veo su ¨²ltima pel¨ªcula asociada a ese concepto tan triste y tan l¨®gico del testamento. Es leve, simp¨¢tica, agridulce y en muchos momentos pienso que exagerada, cosas del cine, la historia de ese perpetuo e incruento asaltante de bancos. Funciona muy bien el amor invernal entre Redford y la formidable Sissy Spacek. Pero al final me entero de que todo lo que cuentan est¨¢ ce?ido a la realidad, que este anciano elegante se dedic¨® a asaltar bancos desde su adolescencia, que nunca se quej¨® de pasar la mitad de su existencia entrando y saliendo de la c¨¢rcel y que ni siquiera en su vejez renunci¨® a delinquir. Un profesional que ha tenido siempre lo que hay que tener, que no puede ni quiere hacer otra cosa. Y pienso en el g¨¢nster y el polic¨ªa de esa obra maestra titulada Heat.
Que disfrute en paz de su vejez, se?or Redford. Nos ha regalado, cobrando un leg¨ªtimo precio de oro, una presencia, una complejidad y un atractivo que resistir¨¢ al temible paso del tiempo. Pienso en actores j¨®venes intentando encontrar mi arrobo. No recuerdo a ninguno. Los habr¨¢. Pero la mejor historia del cine (hablo solo de actores, otro d¨ªa lo har¨¦ de actrices, que no se mosquee lo previsible) les pertenece a se?ores como Grant, Stewart, Laughton, Wayne, Brando, Newman. Y c¨®mo no, Robert Redford.
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