En la senda de Steinbeck
La novela gr¨¢fica ha encontrado a trav¨¦s de su vocaci¨®n narrativa un espacio de validaci¨®n intelectual en el ¨¢mbito de la literatura
Resulta tentador extender el tradicional concepto de ¡°la gran novela americana¡± al ¨¢mbito de la novela gr¨¢fica ahora que esta ha sido incluida de forma generalizada dentro de la cr¨ªtica literaria. Tras a?os de enfrentamiento entre la consideraci¨®n art¨ªstica y la literaria, la novela gr¨¢fica ha encontrado a trav¨¦s de su vocaci¨®n narrativa un espacio de validaci¨®n intelectual en el ¨¢mbito propio de la literatura (con un debate acad¨¦mico abierto no exento de cierta pol¨¦mica sobre la coherencia de aplicar este concepto al c¨®mic), que ha tenido certificaci¨®n en su inclusi¨®n en algunos de los premios m¨¢s famosos, como el Booker, el Pulitzer o el National Book Award, herm¨¦ticos tradicionalmente a otra creaci¨®n que no fuera la escrita.
Si bien es cierto que, desde un punto de vista puramente pr¨¢ctico basado en este criterio, corresponder¨ªa al Maus de Art Spiegelman el abrir camino en una hipot¨¦tica lista, lo cierto es que la noci¨®n de ¡°gran novela americana¡±, aplicada al campo de la historieta, es tan antigua como el propio medio: tiras diarias como Gasoline Alley, de Frank King, llevan 100 a?os de publicaci¨®n ininterrumpida mostrando la vida cotidiana americana, mientras que otras como el Li¡¯l Abner, de Al Capp, incorporaron profundas reflexiones sobre la sociedad y forma de vida americana que merecieron que escritores como John Steinbeck reivindicaran el Nobel de Literatura para su creador. Pero, sin duda, la figura fundacional en esta aproximaci¨®n m¨¢s literaria del noveno arte es Will Eisner, que profundiz¨® desde una ficci¨®n empapada de memoria en vida real a trav¨¦s de obras como Contrato con Dios, Avenida Dropsie o Las reglas del juego.
Desde una consideraci¨®n adulta de la historieta cre¨® un camino que sigui¨® con fervor una generaci¨®n de autores que, en los ochenta, iniciaron un movimiento de c¨®mic independiente cuyas tem¨¢ticas ten¨ªan no pocos puntos en com¨²n con una idea de la ¡°gran novela americana¡± m¨¢s pr¨®xima a autores como McCarthy, Roth, Pynchon o Carver que a la m¨¢s can¨®nica de la generaci¨®n perdida de Faulkner, Salinger o Dos Passos.
As¨ª, Harvey Pekar estableci¨® con American Splendor un aut¨¦ntico testimonio descre¨ªdo de largo recorrido que retrata la evoluci¨®n de la sociedad americana, mientras que obras como Ghost World, de Dan Clowes, o Agujero negro, de Charles Burns, fotografiaron una Am¨¦rica profunda que construye las relaciones sociales sobre miedos ¨ªntimos. Miradas perdidas que contrastan con la mostrada por los hermanos Jaime y Beto Hern¨¢ndez en Love & Rockets, una celebraci¨®n de la multiculturalidad real que empapa la Am¨¦rica fronteriza, o la m¨¢s personal sobre la aceptaci¨®n de la identidad sexual en el contexto de la realidad social americana que firman Howard Cruse en Stuck Rubber Baby o Alison Bechdel en Fun Home.
Pero, sin duda, ser¨¢ Chris Ware el que realice un trabajo m¨¢s extenso y reconocido en este campo de reflexi¨®n sobre el d¨ªa a d¨ªa que envuelve al americano medio a trav¨¦s de Acme Novelty Library, inmenso y tit¨¢nico proyecto personal que ha dado lugar a hitos del noveno arte como Fabricar historias, que, tras una compleja y arriesgada propuesta formal, disecciona con aterradora asepsia la soledad que impregna la nueva sociedad de Estados Unidos. No es dif¨ªcil encontrar su influencia en las obras de Nick Drnaso, tanto en Beverly como en la reciente y elogiada Sabrina. Aunque, tambi¨¦n, no son pocos los que defienden que la aut¨¦ntica ¡°gran novela americana¡± del siglo XX fue la creada por Stan Lee, Jack Kirby y Steve Ditko en los comic-books de Marvel, quebrando la divinidad superheroica al mezclar su ADN m¨ªtico con la fragilidad del americano de a pie.
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