En casa de los yihadistas
Talal Derki compite en los Oscar con el documental 'Of Fathers and Sons', donde film¨® la intimidad y el d¨ªa a d¨ªa de un afiliado al Frente Al Nusra y sus hijos
El joven Osama ha encontrado un pajarito. Lo guarda entre sus manos, lo acaricia, lo protege. Quiere qued¨¢rselo, pero los adultos dicen que no puede. ¡°Debe estar libre¡±, le repiten. El chico, sin embargo, tiene otra idea: lo entrega a su hermano Khatab. Que sea el m¨¢s peque?o de la familia el que decida.
El ni?o aparece poco despu¨¦s, pero sin el animal. ¡°?Pap¨¢, he sacrificado el pajarito!¡±, celebra. ¡°Le pic¨® y le hizo llorar¡±, lo justifica otro hermano. Khatab mismo le puso el cuchillo sobre el pecho y el p¨¢jaro empez¨® a chillar. Su suerte, entonces, estaba echada.
¡ªLe bajamos la cabeza y se la cortamos. Justo como hiciste t¨², pap¨¢, con ese hombre.
¡ªAl¨¢ es grande.
El "agujero negro" de las mujeres
Apenas hay mujeres en Of Fathers and Sons.?Alguna ni?a en la escuela, unas pocas referencias. Quedan fuera de la c¨¢mara, por ejemplo, mientras Abu Osama grita que desaparezcan de su vista. "Son la v¨ªctima n¨²mero uno de todo esto", afirma el director Talal Derki. Y agrega, desconsolado: "Es una aut¨¦ntica tragedia, un agujero negro dentro del agujero negro".
Hay momentos de horror mucho menos sutiles en Of Fathers and Sons, la pel¨ªcula del cineasta sirio Talal Derki (Damasco, 1977) que opta al Oscar al mejor largometraje documental ¡ªdisponible en Filmin, iTunes y, desde el 5 de marzo, en DVD¡ª. Tantos como pueden ofrecer los m¨¢s de 330 d¨ªas que el cineasta pas¨® en compa?¨ªa de yihadistas en el norte de Siria. Hay bombas, fusiles, instructores que disparan a pocos cent¨ªmetros de la cabeza de un chico para curtir su resistencia y odas extremistas. Pero, a la vez, el filme muestra un retrato mucho m¨¢s ¨ªntimo y valioso de Abu Osama al-Suri, militante del grupo terrorista Frente Al-Nusra (antigua filial de Al Qaeda), y sus hijos. Sus charlas, su educaci¨®n, sus peleas y sus abrazos. El d¨ªa que este desactivador de minas regresa del trabajo sin un pie. Cuando uno de los amigos de Abu Osama bromea con despellejar a sus hijos con una navaja y todos se r¨ªen. O cuando el pajarito sufre de verdad ese destino.
¡°Su vida cotidiana representa el filme. Quer¨ªa llevarla al p¨²blico, para intentar comprenderla, mostrar sus motivaciones, el lavado del cerebro y de qu¨¦ hablamos cuando decimos ¡®califato¡±, asegura por tel¨¦fono Derki. Por eso, se lanz¨® a una misi¨®n casi suicida: infiltrarse en las l¨ªneas islamistas para grabarlas. A trav¨¦s de varios contactos de su anterior pel¨ªcula, dio con los hijos de Abu Osama, que le llevaron hasta el padre. Jur¨® que se llamaba Abu Youssef, era un cineasta yihadista, defensor del Frente Al Nusra y deseoso de filmar su realidad. Y logr¨® que le abrieran las puertas de su casa. Enga?¨® incluso a su c¨¢mara, el ¨²nico compa?ero de viaje: ¡°Es un apasionado creyente, simpatiza con ellos¡±. Con Derki, ya mucho menos: desde que descubri¨® el objetivo real de la pel¨ªcula, ha dejado de hablarle.
Durante dos a?os y medio, cineasta y c¨¢mara visitaron el hogar de Abu Osama una y otra vez. Sus contactos locales, adem¨¢s, les avisaban cuando se acercaba alg¨²n momento clave, que merec¨ªa su presencia all¨ª. Un mes Derki estaba en Berlin, con su familia. Al siguiente, tomando t¨¦ con un terrorista que le cre¨ªa amigo. ¡°?Una bomba!¡±, exclama en un momento el cineasta, al escuchar una explosi¨®n cercana. ¡°Lo que sea¡±, ni se inmuta Abu Osama, que sigue con la conversaci¨®n. El director jug¨® con fuego cada d¨ªa. Pero volvi¨®. Y no solo: se trajo 300 horas de tesoro audiovisual bajo el brazo.
¡°Habr¨ªa bastado con una duda. Si hubieran pensado que ment¨ªa, no cre¨ªa o no opinaba como ellos, me hubieran matado. No puedes empatizar con alguien que hace que tu vida est¨¦ en peligro constantemente¡±, defiende Derki. Su ¨²nica excepci¨®n fueron los ni?os, el coraz¨®n aut¨¦ntico de su documental. ¡°A¨²n tienen alma, son inocentes. Los adultos los implican con sus ense?anzas y sus estrategias¡±, agrega el cineasta. A sus palabras, la c¨¢mara de Of Fathers and Sons a?ade los hechos: los hijos de Abu Osama llevan los nombres de Bin Laden y Al Zawahiri, fabrican explosivos caseros y juegan con ellos, se pegan por su af¨¢n religioso y se arrojan piedras al grito de ¡°Al¨¢ es grande, ?boooom!¡±. A saber, eso s¨ª, cu¨¢ntos adultos sufrieron justo este mismo proselitismo que hoy inculcan a sus hijos.
A Derki tambi¨¦n le quedan semillas de la experiencia. Para impedirse a s¨ª mismo meterse de nuevo en un proyecto tan kamikaze, se hizo un tatuaje: es decir, una marca prohibida por el fundamentalismo, que le delatar¨ªa enseguida. Pero nada evita que su mente regrese a menudo al horror. ¡°Es mi pa¨ªs, mi gente¡±, lamenta. Antes de filmar, hab¨ªa empezado a tener pesadillas con el califato y su ascenso. Ahora, a veces, se acuerda de ello en medio de la noche, o cuando no consigue dormirse. Al fin y al cabo, ya solo la amenaza que pende sobre su cabeza es para perder el sue?o. ¡°Estos tipos no avisan, act¨²an. Intento estar en ¨¢reas seguras y tomar precauciones¡±, explica el director.
Derki nunca se despidi¨®, tan solo desapareci¨® de un d¨ªa para otro. Aunque, cuando estaba en Sundance estrenando el filme, Abu Osama contact¨® con ¨¦l. El cineasta contest¨® que ¡°los servicios secretos alemanes¡± le estaban investigando, y que cortaran las comunicaciones. ¡°De acuerdo, Abu Youssef. Ll¨¢mame cuando te sientas a salvo¡±, respondi¨® el yihadista. Nunca ocurri¨®. Ni ocurrir¨¢: Abu Osama falleci¨® el 17 de octubre. Intentaba desactivar una mina.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.