La inteligencia nata y la curiosidad de Vicente Verd¨², recordada por sus amigos
Jorge Herralde, Alberto Coraz¨®n, Luis Fern¨¢ndez-Galiano y su familia rememoran la figura y las pasiones del escritor, ensayista, pintor y poeta fallecido el pasado verano
"Allanados por la planicie, familiarizados con el desierto, ni en la seca pol¨ªtica ni en la intelectualidad abrasada siquiera se llega ya a sentir sed. El mundo es lo que es. Estos son los datos. Hoy por hoy son los que se perpet¨²an". As¨ª se cerraba el ¨²ltimo art¨ªculo de Vicente Verd¨² (Elche, 1942-Madrid, 2018) en EL PA?S, el pasado mes de julio, a menos de cuatro semanas de su muerte. Y sin embargo, ese pesimismo final no trasluci¨® ayer en una reuni¨®n de amigos, que resguardados en el madrile?o C¨ªrculo de Bellas Artes y convocados por la Fundaci¨®n Arquitectura y Sociedad, recordaron al periodista, ensayista, poeta y pintor, que fue jefe de Opini¨®n, de Cultura y de suplementos culturales en EL PA?S, y que ha dejado huella como incisivo analista del mundo actual con El planeta americano, China superstar y?El estilo del mundo: la vida en el capitalismo de ficci¨®n.
Por estricto orden alfab¨¦tico, hablaron Alberto Coraz¨®n -para ahondar en su faceta pict¨®rica y como uno de sus m¨¢s amigos m¨¢s antiguos-, Juan Cruz -quien al no poder llegar a tiempo envi¨® un texto le¨ªdo por uno de los tres hijos de Verd¨², Eduardo-, Luis Fern¨¢ndez-Galiano -por la pasi¨®n por la arquitectura- y su editor, Jorge Herralde. Junto a ellos intervinieron brevemente Francisco Mangado y Maite Rodr¨ªguez, patronos de la Fundaci¨®n, quienes anunciaron una pr¨®xima exposici¨®n de la obra pict¨®rica de Verd¨² en el Colegio de Arquitectos. Entre el p¨²blico, numerosos amigos como Joaqu¨ªn Estefan¨ªa o Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n.
Hubo dos detalles de Verd¨² que fueron recordados profusamente en las intervenciones: su inteligencia nata y su curiosidad. Alberto Coraz¨®n rememor¨® su primer encuentro, con 18 a?os en la cola para ingresar en la escuela jesuita de ingenier¨ªa ICAI. "A nosotros nos daba igual la ingenier¨ªa, pero quer¨ªamos ser inventores". El dise?ador incidi¨® "en el ojo ¨²nico y la gran educaci¨®n est¨¦tica de Vicente". Y en su pudor. "Durante a?os no se atrev¨ªa a enfrentarse al lienzo. Solo al final se sinti¨® lo suficientemente liberado como para pintar. Y tal y como era, se meti¨® a fondo en ello". ?Por qu¨¦ se sumergi¨® en los lienzos? "Todo es desmesuradamente cuantitativo, excepto la pintura. Y eso le atra¨ªa. Habl¨¢bamos mucho de la soledad del cuadro, y de ah¨ª su obsesi¨®n por exponer. Con su pintura hizo una celebraci¨®n de la vida".
Eduardo Verd¨² ley¨® el texto de Juan Cruz, en el que el periodista record¨® una noche en la que se perdi¨® por el campo en Tenerife junto a Verd¨² y su esposa, Alejandra Ferr¨¢ndiz, y que remat¨® as¨ª: "Vicente trat¨® de hacer m¨²sica o pintura con la vida hasta el final". Ya en su papel de hijo, Eduardo inici¨® en la pasi¨®n de su padre: "Sent¨ªa una devoci¨®n casi religiosa por el trabajo y si no trabajaba le embargaba la culpabilidad. Un d¨ªa nos confes¨® que sent¨ªa m¨¢s como hijos propios a sus libros que a nosotros". Su padre ve¨ªa poco a sus amigos, a los que sin embargo quer¨ªa mucho. "No hubo mayor dolor en su vida que la muerte de sus amigos. No le gustaba mucho la vida social. La ventaja de que no gastara sus horas en reuniones fatuas es que a cambio escribi¨® muchos y buenos libros".
La arquitectura tuvo presencia a trav¨¦s de las palabras de Luis Fern¨¢ndez-Galiano, que reley¨® parte de un texto que escribi¨® el verano pasado tras la muerte de Verd¨²: "Transit¨® desde la prosa intelectual que convirti¨® en su profesi¨®n hacia la l¨ªrica emotiva donde verti¨® su intuici¨®n, y hasta la pr¨¢ctica art¨ªstica que culmin¨® su itinerario vital, dram¨¢ticamente cerrado este verano aciago". Y record¨® la potencia intelectual, la esencialidad de su ensayo El estilo del mundo: la vida en el capitalismo de ficci¨®n.
Ese libro, como muchos de los suyos, fue editado por Jorge Herralde, que cerr¨® el acto recordando sus a?os de encuentro con quien fue responsable de Cuadernos para el di¨¢logo: "Su amistad fue un continuo discontinuo, de varios encuentros al a?o entre los que no parec¨ªa transcurrir el tiempo". Habl¨® del primer libro de Verd¨², secuestrado por la censura, "probablemente asustados por el artefacto que no entend¨ªan", y de sus "an¨¢lisis demoledores", antes de leer algunos de los ¨²ltimos correos electr¨®nicos intercambiados entre ambos, en los que, reflexionando sobre sus achaques, el ensayista apostill¨®: "Poco a poco llegaremos a ser inmortales sin darnos cuenta".
Babelia
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