?xtasis, pistolas y martillos neum¨¢ticos
La historia de The Ha?ienda es ¨²nica: nunca jam¨¢s se invirti¨® tanta energ¨ªa en mantener abierta una discoteca condenada desde el inicio a la bancarrota
A punto estuve de renunciar a leer The Ha?ienda. C¨®mo no dirigir un club (Contraediciones), de Peter Hook. Ver¨¢n, en la primera p¨¢gina se invoca el chiste m¨¢s sobado sobre los a?os sesenta: ¡°Si te acuerdas es que en realidad no estuviste all¨ª.¡± Una falacia y una pobre excusa cuando sabes que el autor ya ha firmado otros dos libros, sobre sus principales grupos (Joy Division, New Order), seguramente redactados mediante lo que aqu¨ª denomina ¡°esfuerzo colectivo¡±. Es decir: ¡°Anda, Hooky, cu¨¦ntanos an¨¦cdotas y nosotros nos ocuparemos de darlo forma¡±.
Milagroso: todos los principales implicados en la saga de Factory Records han escrito libros, desde la viuda de Ian Curtis al bailar¨ªn de Happy Mondays, Bez, como si se hubieran contagiado del virus literario de Anthony Burgess, paisano enormemente prol¨ªfico. Ning¨²n problema, eh. Como sus vecinos liverpoolianos, M¨¢nchester vive hoy de a?ejas glorias, amplificadas en documentales, tomos sesudos y aquel maravilloso largometraje titulado 24 hour party people. Para el turista, visitas guiadas y toneladas de merchandising.
Ya hab¨ªa al menos otro libro sobre The Ha?ienda, el megaclub al que Factory atribuy¨® la referencia 51 de sus lanzamientos. Dado que Peter Hook se implic¨® en la gesti¨®n (por llamarlo de alguna manera) durante sus 15 a?os de existencia, uno esperaba explicaciones de tanta incompetencia, arrogancia, estupidez. Recuerden: un proyecto megal¨®mano financiado por los ingresos millonarios de New Order, mientras los miembros del grupo recib¨ªan un raqu¨ªtico sueldo semanal. Intentaron trasplantar las discotecas arty de Nueva York al duro ambiente de M¨¢nchester, con personal elegido entre amigos rebosantes de ideas, generalmente de escasa rentabilidad: ¡°?Una barra de ensaladas macrobi¨®ticas? Adelante, adelante.¡±
The Ha?ienda¡ usa un tono coloquial, felizmente traducido por Federico Corriente. Aviso que resulta mucho menos revelador de lo que parece. Se intercala la programaci¨®n de cada a?o, a veces engordada con listados de los discos pinchados por tal dj. Se a?ade un batiburrillo de cuentas anuales, trimestrales o simples proyecciones de ingresos. Y Hook tira balones fuera. Tony Wilson, el visionario de Factory, parece desinteresado en el Ha?ienda. Todo lo contrario de Rob Gretton, m¨¢nager de New Order, cuyo lema parece ser ¡°adelante con los faroles¡±, aunque dedica m¨¢s tiempo a un deslucido sello propio. Respecto al protagonista, le pierde el subid¨®n de ser la cara visible de un local famoso en el mundo.
Cuando The Ha?ienda se convierte en objetivo de las bandas criminales, deciden aliarse con los Noonan, la familia m¨¢s peligrosa de la zona. Palizas, disparos, ataques en masa¡ Hook sale indemne de todo. Reconoce un placer malsano en moverse acompa?ado por malotes, que lo mismo frustran a paparazzi que espantan a fans inocentes. M¨¢s que alardes de filantrop¨ªa, aqu¨ª reconocemos las historias veraniegas de ingleses desatados por el alcohol y las drogas. Aunque uno duda cuando se narra una noche ibicenca de 1988, con un taxista que insiste en llamarle ¡°gringo¡± (?tal vez aquello ocurri¨® en otro continente?).
Mi historia favorita ocurre en una performance de rock industrial de los berlineses de Einst¨¹rzende Neubaten. Un miembro particularmente imb¨¦cil ataca con su martillo neum¨¢tico el pilar central del edificio. El p¨²blico aplaude la ocurrencia, hasta que los empleados consiguen quitarle la herramienta. Entre el estruendo, otros integrantes del grupo desaparecen tras el escenario para ¡°atender¡± a una groupie particularmente insistente. Todo sea por el arte.
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