Los coleccionistas de Arco prefieren ¡®quemar¡¯ a Sierra e indultar a Felipe VI
Los coleccionistas de la feria se posicionan ante la compra de la pol¨¦mica pieza que representa al monarca
Llega un mensaje al m¨®vil: ¡°Quedamos en la antorcha humana¡±. Vamos all¨¢. Les presento a Marcelo Gioffr¨¦. Argentino, unos sesenta a?os. Tiene aires de abogado y periodista y cita a Borges para explicar la que se ha liado en la edici¨®n de Arco, que ha abierto hoy sus puertas a los coleccionistas. Es la ¨²nica persona de todas consultadas que no quiere quemar a los artistas Santiago Sierra y Eugenio Merino. El motivo, burlarse de la monarqu¨ªa. ¡°El arte conceptual es fant¨¢stico, porque es escurridizo y no sirve para los millonarios, que quieren colocarlo en las paredes de su sal¨®n. El arte es una forma de pensar la realidad¡±, cuenta Gioffr¨¦, que no sabe nada del rey ninot de los dos artistas. Y apunta un dato importante: la obra de arte es un objeto jur¨ªdico, no un objeto f¨ªsico, porque solo cuenta la certificaci¨®n de que eso, lo comprado, es arte.
A partir de este momento, se suceden insultos, amenazas y malas caras cuando se pregunta a los coleccionistas que salen al paso si comprar¨ªan el Felipe VI por 200.000 euros, para quemarlo luego. ¡°?Usted d¨®nde ha nacido?¡±, pregunta una mujer que pasea entre los estands con otras dos amigas. ¡°Pues si es de Madrid que sepa que tambi¨¦n le est¨¢n quemando a usted. El rey me representa y yo me siento quemada y ultrajada¡±, dice. Su amiga le pregunta qu¨¦ tiene que ver el lugar de nacimiento, que lo importante es que hablo espa?ol. El debate se enrosca y la tercera hace punto final a la discusi¨®n: ¡°Que no es arte, que es una provocaci¨®n¡±. Y se marchan a ver no s¨¦ qu¨¦, con su plano de la feria en la mano.
Es hora de seguir a un caballero cercano a los setenta, traje gris y camisa azul claro, con corbata azul marino. Es el prototipo de hombre por el que se pelean los galeristas y as¨ª le salen al paso en este pasillo. Al preguntarle por el asunto¡ estalla. Est¨¢ enfadado, muy enfadado, sobre todo con la prensa porque no deber¨ªamos hablar m¨¢s de eso, ni escribir una l¨ªnea m¨¢s de ellos, ni de esa obra. Cree que ensucia la imagen de la feria, seria y rigurosa, con cientos de galeristas que evitan el esc¨¢ndalo y prefieren apostar por una inversi¨®n real (con perd¨®n). Luego nos cruzamos en el bar, bebe vino tinto con Fanta naranja.
Ahora quien habla es Jos¨¦ Torres, coleccionista valenciano. Y gui?a un ojo para subrayar lo de ¡°valenciano¡± y mostrar que, a pesar de ser amante de las fallas, esto no lo comprar¨ªa nunca. ¡°Es un arte publicitario del propio artista. Yo compro arte en may¨²sculas. Tambi¨¦n compro por inversi¨®n y ?qu¨¦ es eso de quemar 200.000 euros! Adem¨¢s, si entro en la galer¨ªa Lelong me comprar¨ªa cualquiera de sus piezas, sin importarme la ideolog¨ªa de esos artistas¡±, cuenta. Eso es lo que no soporta el mercado del arte, el descaro pol¨ªtico, que vengan dos artistas a embarrar la fiesta con una proclama, disparando en medio del concierto. Sin embargo, todos pasan por ¡°la antorcha humana¡± para hacerse un selfi. Quieren la foto del Telediario, quieren ¡°estar ah¨ª¡±, junto al rey ultrajado.
¡°No pagar¨ªamos para quemarla, pero nos hemos hecho una foto y lo quemaremos en Instagram¡±, son Mireia y Claudia, acaban de llegar de Barcelona. Vienen a Arco hace a?os. No les molesta el ninot. Al contrario, la idea les parece ¡°muy buena¡±. ¡°Me encantar¨ªa que alguien lo comprase y lo quemara¡±, dicen y suben la apuesta. Piensan que el arte es pol¨ªtica y libertad de expresi¨®n, pero es una opini¨®n muy poco compartida por el resto de coleccionistas. Por ejemplo, Daniel es un importante hombre de finanzas. Como pide que no se desvele su apellido, habla con la munici¨®n en la punta de la lengua: ¡°Claro que lo comprar¨ªa, pero para ponerlo en la Plaza de Col¨®n y quemar¨ªa al artista¡±, suelta con una amable sonrisa, sin despeinarse. ¡°Esto es una feria de arte y la pol¨ªtica no tiene lugar. Eso no es arte. Puede ser una provocaci¨®n, pero, en realidad, es una memez¡±, dice para que lo apuntemos en el cuaderno antes de continuar su cata en Arco.
M¨¢s coleccionistas catalanes dispuestos a todo: ¡°Lo que ser¨ªa cojonudo es que lo comprara alguien de Madrid¡±, dice Llu¨ªs Coromina. ¡°Esto es arte y le va muy bien a la feria porque son reclamos. Los coleccionistas somos morbosos, imag¨ªnate tener al rey en casa¡ para hacerle vud¨²¡±, dice el coleccionista. Lejos de esta opini¨®n se encuentra Elena P¨¦rez-Maura, que ha escuchado esta ma?ana a Carlos Herrera en la radio animar a la compra de la obra e indultarla. ¡°De acuerdo con que el arte es libre, pero no voy a invertir en algo que va en contra de mis principios ideol¨®gicos. Yo lo comprar¨ªa si no tuviera que quemarlo¡±, reconoce. Es una explicaci¨®n que se repite: ¡°El coleccionista se enamora del arte, pero no lo destruye. Compra para poseer, no para quemar¡±, dice esta coleccionista que prefiere no identificarse y comprar un Barcel¨® que lo de Sierra y Merino.
Por ah¨ª van Borja (Thyssen) y Blanca (Cuesta). Vienen todos los a?os. Habr¨¢ que preguntarles si comprar¨ªan el Felipe VI. ¡°?Uy! Vamos a dejarlo ah¨ª. Corramos un tupido velo¡±, se disculpan y evitan, con educaci¨®n, el marr¨®n que se ha cernido sobre sus cabezas. ¡°Prefiero que no me cites, que ya tengo suficientes enemigos: es una gilipollez y es un oportunista. No lo considero escultura, no tiene nada que ver con el arte y no es m¨¢s que una acci¨®n pol¨ªtica de mierda¡±, nos cuenta este hombre que hemos confundido con coleccionista, pero que es un escultor.
Frente a la galer¨ªa donde sobresale el ninot est¨¢ Nino Mier, de Los ?ngeles, y expone al artista alem¨¢n Andreas Breunig, con un lienzo asaeteado de brochazos rojos, verdes, amarillos y negros. El expresionismo abstracto nunca pasa de moda en las ferias y Pablo se acerca y se aleja de la obra, tratando de entender algo de todo ese enjambre de gestos. Le interrumpimos para que se gire y mire al falso rey: ¡°Mira, no me importar¨ªa comprarla para colocar al rey de cuatro metros en mi sal¨®n. Est¨¢ muy bien hecho. Pero esto no es arte, es una protesta. Si quieres una colecta de 200.000 euros, vete a Catalu?a¡±, dice. Est¨¢ claro que una obra que hay que quemar no le interesa. Al parecer hay un museo de Panam¨¢ interesado en gastar los 200.000 euros en un ninot -les parece una tradici¨®n ex¨®tica-, pero no lo har¨¢n si tienen que destruirla en el fuego. Bueno, es lo que tienen los ninot¡
Nadie quiere a Felipe VI de Sierra y Merino. ¡°?Es la gran pereza, en vez de la gran belleza!¡±, asegura Carmen Sanz. Quiz¨¢ el dinero salga de un Verkami y la pieza arda en una plaza, eso se est¨¢ pidiendo en estos momentos en las redes sociales. ¡°Cuando un artista se apoya en la pol¨¦mica, la obra no sirve para nada. No lo comprar¨ªamos por la obra y por el artista¡±, cuentan C¨¦sar Jim¨¦nez y Lola Mart¨ªnez-Rivero, coleccionistas desde hace unos siete a?os. Tratan de convencer a su entorno de que inviertan en arte, que se hagan coleccionistas como ellos, pero entonces llega Arco y sus im¨¢genes pol¨¦micas: ¡°Nos da pena, porque esto nos tumba los argumentos. Esto tira para atr¨¢s al coleccionismo, porque hay una parte del arte contempor¨¢neo que es una chorrada. ?C¨®mo explicas a tus amigos que este Eduardo Merino [sic] es artista?¡±, se preguntan.
Tambi¨¦n se le ha preguntado al Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa por el ninot. "No tiene ninguna gracia, no hay ninguna inventiva, ninguna creatividad, es la pura provocaci¨®n", afirm¨®, tras la charla inaugural que ha protagonizado en el Foro de ARCO, en conversaci¨®n con el poeta y exdirector del Instituto Cervantes Manuel Bonet. No obstante, ha se?alado que me parece "bien" que Arco haya permitido que est¨¦n estas "malas creaciones". "Por doscientos mil euros se pueden comprar m¨¢s cosas y me encantar¨ªa que hubiera oportunidad para todos los artistas", ha dicho por su parte, Carlos Urroz, quien considera que en esta edici¨®n dedicada a Per¨² prefieren "centrarse en lo positivo". El director de Arco ha afirmado que por el momento no han recibido "ninguna queja" por tener esta pol¨¦mica obra en la feria.
La pieza no encuentra cabida en el n¨²cleo duro del coleccionismo madrile?o. Probablemente si se hicieran las mismas preguntas el s¨¢bado, con la entrada del p¨²blico obtendr¨ªamos otras respuestas. Quiz¨¢ la declaraci¨®n m¨¢s templada sea la de la coleccionista Maider Larrauri. Vive en Londres. Le parece que el arte es actualidad y que ese Felipe VI de cart¨®n y cera, hecho en un taller valenciano, es pura actualidad. Aclara que lo que m¨¢s le interesa de Arco es la jarana pol¨ªtica, porque el arte se muere si no mira a su alrededor: ¡°Lo importante es que el arte est¨¦ pendiente del pulso de la sociedad¡±.
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