Albert Serra lleva el sexo del siglo XVIII al Reina Sof¨ªa
El cineasta presenta su instalaci¨®n ¡®Personalien¡¯, que refleja una noche de 'cruising' en un bosque, encargo del museo para su programa 'Fisuras'
Albert Serra sonr¨ªe. Un vigilante del Reina Sof¨ªa ha confesado a un periodista que tras un rato viendo su instalaci¨®n Personalien sent¨ªa que le ¡°pon¨ªa¡±. Y el cineasta (Banyoles, 43 a?os) lo celebra con orgullo y buen humor. Ha logrado su objetivo con la instalaci¨®n Personalien, encargada por el Museo Reina Sof¨ªa dentro del programa Fisuras. ¡°Me ha servido para quitarme la espina que se me qued¨® con Libert¨¦, la obra de teatro que escrib¨ª para la sala Volksb¨¹hne de Berl¨ªn, para la que inspir¨¦ en el mundo del Marqu¨¦s de Sade y en la que no logr¨¦ desarrollar la tensi¨®n entre intimidad, exhibicionismo y voyerismo¡±, cuenta a la puerta de la instalaci¨®n.
As¨ª que Serra ha recreado 45 minutos de cruising (sexo en lugares p¨²blicos) en una noche en un bosque con ilustrados del siglo XVIII. ¡°Me imagino que son expulsados de la corte de Luis XVI, un monarca muy puritano¡±. En dos inmensas pantallas de 6 por 3,5 metros, dentro de un cuarto oscuro, se ven los encuentros sexuales en esa noche de voyerismo y deseo sin cortapisas. Algunos de los personajes han llegado en palanqu¨ªn y carroza, otros andando. A partir de ah¨ª se difuminan las fronteras sociales. No hay criados, siervos ni se?ores. ¡°Tampoco se emiten juicios cr¨ªticos ni sanciones morales. Ni evoluci¨®n dram¨¢tica de los participantes. Solo aparece el deseo¡±, apunta el director, que est¨¢ acabando su nuevo largometraje ¡ªuna ampliaci¨®n de este cruising¡ª tras el ¨¦xito de La muerte de Luis XIV. Serra juega con las im¨¢genes: a veces comparten punto de vista, en otros momentos se ven acciones distintas que incluso ni coinciden temporalmente. ¡°La ventaja del cine sobre el teatro es que la narraci¨®n gana en complejidad. Te permite aventurar qui¨¦n mira, por qu¨¦. Y pongo al espectador en medio de la acci¨®n, que disfruta con un sonido y una imagen que a veces se sincronizan, a veces que no... Un hombre mira por un catalejo y se ve a s¨ª mismo, de repente otro corre a esconderse y no sabemos porqu¨¦. He meditado mucho el resultado y he usado solo la parte m¨¢s atmosf¨¦rica y conceptual de lo que grabamos durante 20 d¨ªas. Me gustaba que al final se plasmara la repetici¨®n mec¨¢nica de las novelas del Marqu¨¦s de Sade¡±.
Junto a esta instalaci¨®n (abierta hasta el 13 de mayo), el museo programa el ciclo Yo tambi¨¦n. Deseo y delito. Carta blanca a Albert Serra, con cinco proyecciones de creadores radicales como Koji Wakamatsu o Shuji Terayama, de la nueva ola japonesa, o m¨¢s conocidos como Paul Morrisey y Ulrich Seidl. ¡°Son autores unidos por una versi¨®n descarnada. Me impresiona mucho la labor documentalista de Seidl. ?C¨®mo lograr¨¢ esos testimonios?¡±.
Para su Personalien, el cineasta ha recurrido a actores profesionales de cine y teatro, amigos y voluntarios convocados por Facebook. Serra aprovecha su inmersi¨®n en el siglo XVIII para subrayar conceptos que le molestan de la sociedad actual. ¡°En ese bosque no hay ni guapos ni feos, ni vanidad... Esas cosas, tan importantes en la vida [ironiza], se anulan entre los ¨¢rboles. La pulsi¨®n sexual no entiende de razones ni categor¨ªas, se salta la intimidad. El deseo nos une a los seres humanos como ning¨²n otro sentimiento o raz¨®n. Y conlleva algo desasosegante ¡ªque no aparece en mi instalaci¨®n, pero s¨ª en la vida actual¡ª como es percibir la mirada de los otros sobre nuestro cuerpo, una visi¨®n cruda de nuestras carnes¡±, reflexiona. ¡°Un amigo me ha dicho que las im¨¢genes parecen estampas de los Desastres de la guerra, de Goya. Ser¨ªan los Desastres del deseo¡±.
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