El lado m¨¢s oscuro de Dickens
El escritor y periodista intent¨®, sin ¨¦xito, que su mujer fuera ingresada en un manicomio
El hombre m¨¢s famoso de la era victoriana, el "poeta de la ciudad moderna", el novelista m¨¢s importante de la historia inglesa, Charles Dickens, cometi¨® uno de los actos m¨¢s crueles y abyectos que se pueda imaginar: intent¨® encerrar a su mujer, Catherine, con la que hab¨ªa compartido 20 a?os de matrimonio y 10 hijos, en un manicomio, para poder disfrutar en libertad su romance con la actriz Ellen Ternan.
John Bowen, profesor de Literatura del siglo XIX en la Universidad de York, al norte de Inglaterra, ha dado con la carta que demuestra la crueldad con la que Dickens intent¨® despachar el momento m¨¢s turbio de su vida. "Durante a?os existi¨® la sospecha de que lo hab¨ªa intentado, pero ninguna prueba definitiva. Y por supuesto es algo muy dif¨ªcil de asimilar. Hizo cosas admirables, pero en su ruptura matrimonial tuvo un comportamiento horrible, e hiri¨® a mucha gente", explica Bowen a EL PA?S en conversaci¨®n telef¨®nica.
Catherine Dickens vivi¨® las dos ¨²ltimas d¨¦cadas de su vida en una peque?a residencia en Camden, al norte de Londres. All¨ª trab¨® amistad con un matrimonio vecino, Edward y Lynda Dutton Cook. Ella era pianista. ?l, un hombre de letras, cr¨ªtico teatral y novelista. En su ¨²ltimo a?o de vida, en 1879, mientras aliviaba sus terribles dolores con dosis de morfina, Catherine sinti¨® la necesidad de contar su versi¨®n de lo sucedido. Hasta entonces, Dickens, celoso hasta el extremo de su buena imagen y reputaci¨®n, hab¨ªa logrado trasladar la imagen de un matrimonio deteriorado por los "des¨®rdenes mentales" de una mujer que no prestaba atenci¨®n ni cari?o a sus hijos. Gran publicista de s¨ª mismo y con buenos e influyentes amigos, el escritor plasm¨® un retrato despiadado y falso en una carta que filtr¨® convenientemente a la prensa. La famosa "carta violada" que convenci¨® a sus admiradores pero escandaliz¨® tambi¨¦n a muchos de sus contempor¨¢neos.
Edward Dutton Cook nunca quiso hacer p¨²blicas las interioridades de una familia y de un hombre que para entonces ya era un tesoro nacional. Pero se las cont¨® a trav¨¦s de varias cartas a su amigo el periodista William Moy Thomas. "Al final, [Dickens] descubri¨® que ella ya no era de su agrado. Hab¨ªa dado a luz a 10 hijos y perdido gran parte de su belleza. Se hab¨ªa hecho vieja. Intent¨® incluso encerrarla en un manicomio, ?pobre mujer! Pero a pesar de lo nefastas que son nuestras leyes en lo que se refiere a probar la locura, no consigui¨® su prop¨®sito", escribi¨® Dutton Cook.
"Cuando descubres este lado sombr¨ªo de Dickens, interpretas la obra posterior a 1858, el a?o de la ruptura matrimonial", explica el profesor Bowen. "Grandes esperanzas,?uno de sus libros m¨¢s universales, es una novela llena de culpa, de verg¨¹enza. Su personaje principal [Philip Pirrip Pip] se siente incomprendido y es alguien que ha herido a mucha gente".
Bowen, que pudo acceder al contenido de las cartas de Dutton Cook, hoy custodiadas en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, conoce bien los documentos de la ¨¦poca y ha deducido, con casi total seguridad, la identidad del m¨¦dico que se neg¨® a cumplir con los deseos de Dickens. Thomas Harrington Tuke, superintendente del Asilo Manor House, en el barrio londinense de Chiswick, entre 1849 y 1888, era un viejo conocido del escritor. Lleg¨® a asistir al bautizo de uno de sus hijos. La amistad se enfri¨® poco despu¨¦s, sin motivo aparente, y Dickens se prodig¨® en dedicarle insultos como "asno m¨¦dico" o "ser miserable".
Las leyes de la ¨¦poca ofrec¨ªan poca protecci¨®n para aquellas personas a las que sus familias decid¨ªan encerrar de por vida por su supuesta enfermedad mental. Sobre todo, si se dispon¨ªan de las conexiones adecuadas. Y Dickens las ten¨ªa. Su amigo y bi¨®grafo, John Forster, secretario en el Comisionado para la Locura, un organismo p¨²blico creado en 1845 para supervisar los manicomios, o el doctor John Connolly, con gran influencia en ese ¨¢mbito, movieron tierra y cielo para complacer a su amigo.
"A la luz de lo que sabemos ahora, esta historia tendr¨ªa que ver mucho con el movimiento del Me Too", sugiere Bowen. "Pero tambi¨¦n con esa luz de gas que muchos hombres proyectan sobre sus parejas para hacerles creer que son ellas las culpables. Aunque hay una parte positiva en todo este relato. Un doctor fue capaz de decir que no. No son muchos los m¨¦dicos o abogados capaces en esa ¨¦poca de plantar cara a los ricos y poderosos. Casi como esos testimonios que escuchamos estos d¨ªas de algunas personas contra el presidente de Estados Unidos, Donald Trump".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.