Completando el teseracto
La pel¨ªcula se queda bastante corta a la hora de reformular el discurso superheroico bajo una mirada femenina
El teseracto, figura formada por ocho cubos tridimensionales dentro de un espacio cuatridimensional, ha sido el gran macguffin marveliano hasta que esta pel¨ªcula ha revelado que podr¨ªa ser algo m¨¢s: la aspiraci¨®n arquitect¨®nica de una saga que ha reflejado el universo tentacular del poderoso imperio del comic-book superheroico, al tiempo que trasladaba algo del esp¨ªritu de los viejos seriales cinematogr¨¢ficos a la era del taquillazo elefanti¨¢sico. Una ambiciosa aspiraci¨®n que, en el fondo, no se ajusta a la realidad: quiz¨¢ este catedralicio teseracto de ficci¨®n logre encajar arm¨®nicamente todos sus lados, pero algunas de las superficies de esta paradoja geom¨¦trica se revelan ciertamente menos pulidas que otras y Capitana Marvel no es la entrega que sale mejor parada del balance.
CAPITANA MARVEL
Direcci¨®n: Anna Boden y Ryan Fleck.
Int¨¦rpretes: Brie Larson, Samuel L. Jackson, Annette Benning, Jude Law.
G¨¦nero: aventuras. Estados Unidos, 2018.
Duraci¨®n: 124 minutos.
Denostada antes de ser vista por las legiones de aficionados m¨¢s rabiosamente afines a la subcultura incel (involuntary celibate), la pel¨ªcula de Anna Boden y Ryan Fleck -cineastas que, probablemente, se sienten m¨¢s c¨®modos en el drama de peque?o formato que en el blockbuster de gran aspaviento- no es la soflama feminista que aquellos tem¨ªan. De hecho, se queda bastante corta a la hora de reformular el discurso superheroico bajo una mirada femenina. En el cl¨ªmax de la pel¨ªcula, la ret¨®rica de un villano se ve abruptamente interrumpida por un golpe de la superhero¨ªna: es inevitable pensar que ojal¨¢ ese corte seco a la ch¨¢chara pretendidamente ¨¦pica hubiese sido el principio rector de la pel¨ªcula y no la ocurrencia de ¨²ltima hora que en realidad parece.
Entre la space-opera de sensibilidad extraterrestre y el fastidioso relato de origen, Capitana Marvel avanza dosificando alicientes que dotan de cierta personalidad a lo reiterativo: por ejemplo, aqu¨ª se juega a una inhabitual nostalgia de los noventa, que, entre otras cosas, sirve para convertir en ingenioso gag matecinematogr¨¢fico el ?¨²ltimo? cameo de Stan Lee. El rejuvenecimiento digital de un Samuel L. Jackson con mucha presencia en pantalla no resulta forzado, ni ortop¨¦dico, pero, m¨¢s all¨¢ del esfuerzo de Brie Larson por dotar de consistencia a su personaje, es la truquer¨ªa digital la que proporciona la imagen para el recuerdo de la superhero¨ªna con flam¨ªgero mohawk. Al final, lo que m¨¢s importa es que las piezas -el parche de Nick Furia, el teseracto- encajen: es decir, masajear al fan, sea o no incel. Quiz¨¢ resulte indicativo de la previsibilidad de todo lo sencillo que parece anticipar lo que se revela en las secuencias sorpresa poscr¨¦ditos.
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