Morder a Donald Trump

Los nombres del director Ben Stassen y de la productora belga nWavePictures no tienen la popularidad, ni la resonancia, de los de John Lasseter y Pixar, pero dentro de las ligas menores de la animaci¨®n digital, la evoluci¨®n de su trayectoria, desde sus primeras producciones en 3D destinadas a las salas IMAX hasta trabajos m¨¢s recientes como La casa m¨¢gica (2013) y Robinson, una aventura tropical (2016), no deja de proporcionar ocasionales alicientes al cin¨¦filo completista.

Corgi: las mascotas de la reina, si bien mantiene el nivel de los t¨ªtulos precedentes en cuesti¨®n de texturas, no es el trabajo m¨¢s notable de Strassen, aunque su punto de partida resulta llamativo: el perro favorito de la reina de Inglaterra provoca una crisis diplom¨¢tica al morderle accidentalmente los test¨ªculos a Donald Trump, circunstancia que le obligar¨¢ a huir para dar con sus huesos en una s¨®rdida perrera. La pel¨ªcula se abre con un pr¨®logo sin palabras donde los mejorables dise?os de personajes se ven compensados por un fluido encadenado de eficaces soluciones narrativas.

La pel¨ªcula puede servir como ilustraci¨®n de un curioso s¨ªntoma de nuestro tiempo: la obsesi¨®n por introducir, a menudo con calzador, alicientes adultos en un discurso prioritariamente dirigido al p¨²blico infantil. Si bien la animaci¨®n de Donald Trump es lo m¨¢s espectacular del conjunto, es inevitable preguntarse si las referencias a El club de la lucha (1999) y un gag sobre el consumo de coca¨ªna no delatan que a alguien se le ha ido un poco la mano.