La secuela olvidada de ¡®Trampa 22¡¯ en la que aparece Kurt Vonnegut
Cuando se cumplen 20 a?os de la muerte de Joseph Heller, Hulu pone a George Clooney al frente de la resurrecci¨®n del cl¨¢sico, que envejeci¨® con el autor a espaldas del mundo
Joseph Heller, el tipo que sobrevivi¨® a 60 misiones a¨¦reas, 60 bombardeos ¨C ajaj¨¢, s¨²banse a un avi¨®n y dejen caer bombas aqu¨ª y all¨¢, en alg¨²n momento de la recta final de la Segunda Guerra Mundial, exactamente el momento en el que Kurt Vonnegut se refugi¨® en un matadero de cerdos en Dresde para no acabar hecho pedazos por bombas amigas como las que lanzaba el Heller de 22 a?os del que hablamos y preg¨²ntense despu¨¦s c¨®mo no era posible escribir algo parecido a Trampa 22 ¨C, y que, como Yossarian, el enloquecido y enamorado protagonista de la mencionada Trampa 22, no pod¨ªa evitar contarlas, porque contarlas y esperar a que en alg¨²n momento acabasen, se diese, por cumplida, su horrible y nunca buscada tarea, era lo ¨²nico que pod¨ªa hacer. Eso y fingir que la muerte era un tipo rid¨ªculo que iba sentado a su lado embutido en alguna suerte de inc¨®modo traje del que tratar¨ªa de re¨ªrse todo el tiempo, porque no, no iba a tom¨¢rselo en serio. Porque como dijo Barbara Gelb en un art¨ªculo memorial¨ªstico publicado hace cuatro d¨¦cadas, Heller hab¨ªa hecho suya la m¨¢xima de Eugene O'Neill que reza: ¡°Life is a tragedy, hurra!¡±.
El caso es que, en alg¨²n momento de 1992, Joseph Heller, de cuya muerte se celebra este a?o, si es que algo as¨ª debe celebrarse, el 20 aniversario, y Kurt Vonnegut departieron, ante una periodista, amiga com¨²n, sobre sus experiencias como soldados. En la foto aparecen sentados en sillas de jard¨ªn ante una mesa blanca, acompa?ados de sus mujeres. La mujer de Heller era ya su segunda mujer, Valerie Humphries. Valerie Humphries era enfermera. Por lo dem¨¢s, como dej¨® dicho Jessa Crispin sobre Nora Barnacle, la mujer de James Joyce, en El complot de las damas muertas, un absoluto misterio. Lo ¨²nico que se sabe de ella es que fue una de las enfermeras que atendieron a Heller cuando una extra?a enfermedad neurol¨®gica, el s¨ªndrome de Guillain-Barr¨¦, paraliz¨® parte de su cuerpo durante un tiempo. Heller habl¨® largo y tendido sobre ella en el autobiogr¨¢fico No Laughing Matter ¨C No es cosa de risa ¨C, y tambi¨¦n, como no pod¨ªa ser de otra manera, pues la obra de todo escritor envejece con ¨¦l, en Closing Time, la secuela olvidada de Trampa 22.
Publicada en 1994, Closing Time ¨C en Espa?a un a?o m¨¢s tarde con el t¨ªtulo La hora del recuerdo ¨C recupera a Yossarian aparentemente medio siglo m¨¢s viejo ¨C al menos, ese es el tiempo que ha pasado desde su ¨²ltima misi¨®n, aunque si una se pone quisquillosa, y la cr¨ªtica se puso realmente quisquillosa, los n¨²meros no salen: en Trampa 22, Yossarian, ¨¢lter ego del autor, ten¨ªa 28 a?os, y 50 a?os m¨¢s tarde, tan solo 68, cosa a la que Heller respondi¨® con un: ¡°Lo s¨¦, pero qu¨¦ m¨¢s da¡± ¨C, definitiva y terriblemente aburguesado ¨C pues no parece ni la sombra del tipo que apost¨® por s¨ª mismo al final de la anterior entrega, el tipo que eligi¨® nada de lo que se le propon¨ªa, que decidi¨® que no iba a formar parte de ning¨²n sistema, que iba a irse lejos, a un lugar en el que nadie le buscase: Suecia ¨C. Vive en Manhattan, y forma parte de lo peor del sistema: ha sido una especie de broker, ha trabajado para un banco, ha sido algo parecido a relaciones p¨²blicas, y lo ¨²nico que podr¨ªa volverle m¨ªnimamente salvaje es que el New Yorker aceptara de una vez uno de los (miles de) relatos que le env¨ªa. Es, dir¨ªamos, alguien que pudo ser y no fue, alguien que promet¨ªa y dej¨® de prometer.
En 1992, Heller a¨²n estaba escribiendo la novela, en la que Yossarian, por cierto, tiene una aventura con una enfermera, que probablemente est¨¦ m¨¢s que ligeramente basada en Valerie Humphries, y durante la charla con Vonnegut confes¨® que si de algo iba Closing Time era de que ¡°las cosas se acaban¡±. ¡°Yossarian est¨¢ claramente llegando al final de su vida, igual que t¨² y yo¡±, le suelta a Vonnegut, ¡°igual que el resto de nuestra generaci¨®n, aquellos que combatimos en la Segunda Guerra Mundial¡±. Bromean todo el tiempo. Hablan de sus divorcios, del trabajo ¡°a tiempo completo¡± que suponen, de que se conocieron en un festival, en 1968, y que el tipo que los presentaba sali¨® en un determinado momento a anunciar que hab¨ªan matado a Martin Luther King Jr, hablan de lo que han estado leyendo (Heller ha estado leyendo a Thomas Mann; Vonnegut ha estado leyendo a Martin Amis y a Margaret Atwood, en concreto, El cuento de la criada, y a continuaci¨®n Vonnegut admite haberle escrito a Atwood ¡°una carta de fan¡± porque el libro le pareci¨® ¡°incre¨ªble¡±), hablan de Thelma y Louise y de qu¨¦ manera son demasiado ¡°viejos¡± para entender lo que sea que est¨¦ dici¨¦ndoles la pel¨ªcula, hablan incluso de c¨®mo es el sexo cuando te haces demasiado mayor (¡°Ni idea¡±, dice Heller, ¡°dej¨¦ de tener sexo cuando dej¨¦ de ser joven¡±). Y, por supuesto, tambi¨¦n hablan de lo que Heller est¨¢ escribiendo, porque Vonnegut es uno de los personajes. Le dice: ¡°Apareces en lo que estoy escribiendo¡±.
Y es cierto, en un momento determinado, y a modo de despedida ¨C la literatura del escritor envejece con ¨¦l, no lo olviden ¨C, el narrador habla de un chico llamado Vonnegut que se salv¨® de un bombardeo al que quedar atrapado en un matadero. El propio Heller aparece, con 22 a?os, en la novela, como un fantasma del pasado, revisit¨¢ndose. Se llama a s¨ª mismo Joe. Aunque Yossarian es el verdadero Joe, como le admiti¨® a Barbara Gelb en 1994. ?Dir¨ªas que la manera en que Yossarian se describe a s¨ª mismo es la manera en que Joseph Heller se describir¨ªa a s¨ª mismo?, le pregunta Gelb. Y Heller le dice que s¨ª. Y la manera en que Yossarian se describe es la siguiente: ¡°Un hombre al que le gusta estar solo casi todo el tiempo, que fantasea m¨¢s de la cuenta, un tipo al que no acaba de gustarle la mec¨¢nica de dar y recibir de lo social, que tiende a permanecer en silencio y que no le presta demasiada atenci¨®n a aquello que a los dem¨¢s parece preocuparles en exceso, ni siquiera a lo que sea de lo que est¨¦n hablando¡±. Tambi¨¦n es alguien que no se toma en serio la muerte, o intenta no hacerlo.
En el tramo final de La hora del recuerdo ¨C o Closing Time, como prefieran, la ¨²ltima de sus cinco novelas: ¡°T¨² parece que has escrito mucho¡±, le dice en un momento determinado de la charla a Vonnegut, ¡°pero en realidad, todas tus novelas juntas no suman muchas m¨¢s p¨¢ginas que todas las m¨ªas juntas¡± ¨C, se organiza una fastuosa boda en una terminal de autobuses. El lugar es un lugar horrible. Como dir¨ªa Douglas Adams, ?no puede tratarse de una simple y pura coincidencia que en ninguna lengua de la Tierra exista la expresi¨®n 'bonito como un aeropuerto'?, algo completamente aplicable a cualquier estaci¨®n de autobuses. Y, sin embargo, ah¨ª est¨¢ la fiesta. La inadecuaci¨®n, pese a las toneladas de ostras, es evidente. Quiz¨¢ el autor s¨®lo estaba retrotray¨¦ndose a su infancia, al momento en el que, sin darse cuenta, celebr¨® la muerte de su padre. Heller ten¨ªa cinco a?os cuando su padre muri¨® de repente. Lo ¨²nico que recuerda es que hubo una fiesta. Tambi¨¦n recuerda los pastelitos. La familia pens¨® que era demasiado peque?o para entender lo que estaba pasando y trat¨® de evitar hablar de su padre. Para el peque?o Heller, la sensaci¨®n era que segu¨ªa ah¨ª fuera, en alg¨²n lugar, porque esa cosa de la muerte no era nada serio.
Para la mencionada Barbara Gelb no es de extra?ar que tras regresar con vida de su participaci¨®n en la Segunda Guerra Mundial, Heller escribiese algo como Trampa 22. No en vano hab¨ªa le¨ªdo (fascinado) Las aventuras del buen soldado ?vejk, de Jaroslav Ha?ek, novela sin la que, como le confesar¨ªa a?os m¨¢s tarde al escritor checo Arno?t Lustig, jam¨¢s podr¨ªa haber escrito Trampa 22. Sea cual sea el caso, el infierno rabiosamente divertido de Trampa 22 est¨¢ a punto de llegar (por fin) a la peque?a pantalla ¨C Hulu estrena la serie que protagoniza Christopher Abbott, Charlie, el novio cari?oso y tontorr¨®n de Marnie en Girls, el 17 de mayo ¨C y de volver a librer¨ªas en Espa?a, v¨ªa Literatura Random House, que planea recuperarla este a?o. Lo que traer¨¢ de vuelta al primer Heller, aquel que escrib¨ªa intentando no ya no tomarse en serio sino convertir cada segundo de su existencia en comedia. Cuando a¨²n estaba lejos el momento en el que el recuerdo de aquella fiesta en la que lo inadecuado era ser feliz, se impuso. Y ser¨¢ como volver, inevitablemente cambiado, a la casilla de salida.
Babelia
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