La palabra contra las ¡°armas de distracci¨®n masiva¡± de las redes
Periodistas iberoamericanos se re¨²nen en C¨®rdoba antes del Congreso de la Lengua para debatir en un seminario los retos de la profesi¨®n
El diagn¨®stico ha sido com¨²n. Las recetas, los retos expuestos y las amenazas, variadas. El periodismo es una de las barreras m¨¢s eficaces contra la avalancha de mentiras y mensajes viciados del nuevo mundo digital. Pero tambi¨¦n, una de las m¨¢s fr¨¢giles precisamente por ser diana de la voracidad del poder, dentro de su m¨¢xima extensi¨®n de la palabra. En el Seminario Iberoamericano de Periodismo y Comunicaci¨®n que se ha celebrado en C¨®rdoba (Argentina) se han debatido los retos que afectan a la profesi¨®n. Ha sido en el marco previo al Congreso Internacional de la Lengua que comienza este mi¨¦rcoles y ha arrojado luz sobre una extensa tiniebla.
Soledad Gallego-D¨ªaz, directora de EL PA?S, abr¨ªa la primera mesa con una reflexi¨®n que fue bailando en todos los debates del encuentro: ¡°Nadie niega la importancia de la libertad de expresi¨®n, pero existen muchos intentos de limitarla. Aparte, en las redes sociales cunden mensajes potentes de odio que se extienden con toda rapidez. El problema es c¨®mo combatirlos. Son elementos que tratan de introducir estorbo ante problemas reales y convierten a las redes en armas de distracci¨®n masiva¡±.
Si a eso unimos que muchos de ellos son an¨®nimos, la amenaza del mal uso de las redes se multiplica. Eso dio pie a muchos de los presentes a diferenciar el derecho a la comunicaci¨®n del derecho a la informaci¨®n. La batalla y la tensi¨®n entre ambos se sostiene sobre bases difusas. Toca diferenciar comunicaci¨®n de periodismo. Un debate muy vivo hoy en muchas redacciones. ¡°Lo primero no debe atender a reglas, faltar¨ªa m¨¢s¡±, asegura Gallego-D¨ªaz. ¡°Resulta una actitud b¨¢sica comunicarnos en la vida. Pero el periodismo, para ser fiable, s¨ª las tiene. Las exige. Por eso la profesionalizaci¨®n del mismo no debe abandonarse nunca¡±.
¡°El periodismo, para ser fiable, s¨ª tiene reglas. Las exige. Por eso la profesionalizaci¨®n del mismo no debe abandonarse nunca¡±, asegura Soledad Gallego-D¨ªaz
Entre otras cosas para no parapetarnos ante lo arbitrario. ¡°Los periodistas estamos amparados por la libertad de expresi¨®n. Pero no por el derecho a insultar o mentir¡±, asegura ?lex Grijelmo, actual director de la Escuela de Periodismo UAM / EL PA?S. Seg¨²n ¨¦l, debemos dotarnos de c¨®digos ¨¦ticos para autorregularnos. ¡°Mejor que salgan de nosotros, como los libros de estilo o figuras como las del defensor del lector. Y que ¨¦stas queden a disposici¨®n de quienes nos leen para que sepan que gozan de amparo¡±.
Pero en la mara?a con m¨¢scara de las redes, tambi¨¦n hay que regresar a lo b¨¢sico como prueba de rigor. Algo tan natural como la firma se ha convertido en todo un s¨ªmbolo de defensa contra la vileza del an¨®nimo. ¡°Nuestro nombre en un art¨ªculo conlleva libertad de expresi¨®n y al tiempo responsabilidad de c¨®mo ejercerla¡±, a?ade Grijelmo.
Tambi¨¦n como valor de referencia ante quienes ejercen un periodismo m¨¢s narrativo, alejado de la esclavitud a la que obliga eso que se supone candente, pero que no por ello es m¨¢s real. Los diversos g¨¦neros rebautizados -?periodismo narrativo? ?Nueva cr¨®nica? ?Periodismo de autor? ?Escritores de peri¨®dico?- dieron mucho de s¨ª. Jaime Abello Banfi, responsable de la Fundaci¨®n Nuevo Periodismo, impulsada por Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez en vida, reivindic¨® el t¨¦rmino cr¨®nica como referente trufado de reportaje o perfil.
¡°Si de algo debe servir la educaci¨®n es para formar fuertes lectores. No s¨®lo para que entiendan lo escrito, sino para que lo interpreten¡±, coment¨® Mart¨ªn Caparr¨®s
Algunos reformularon pir¨¢mides cl¨¢sicas y preguntas b¨¢sicas sobre c¨®mo afrontar un art¨ªculo. Al final, predominaron dos, con distinta intenci¨®n a las que les dota la tradici¨®n acad¨¦mica. Julio Villanueva Chang, peruano, director de la revista Etiqueta negra, reivindic¨® el qu¨¦ antes de ponerse a escribir, como elecci¨®n ¨¦tica de lo que debe ser contado. Mart¨ªn Caparr¨®s apost¨® por el c¨®mo. En el sentido de abordar necesariamente una originalidad o, seg¨²n dijo el argentino, ¡°no tanto para descubrir nuevas cosas, sino para darle otro sentido a todo aquello que creemos saber¡±.
Lo coment¨® frente a otro grande, el mexicano Juan Villoro. Los dos defendieron no solo la importancia de quienes ejercen, tambi¨¦n de quienes leen. ¡°Si de algo debe servir la educaci¨®n es para formar fuertes lectores. No solo para que entiendan lo escrito, sino para que lo interpreten¡±, coment¨® Caparr¨®s. ¡°Necesitamos lectores que nos comprendan de forma diferente y que se conviertan en c¨®mplices y militantes de la informaci¨®n¡±, reivindic¨® Villoro.
El suyo fue parte de un intenso debate a coro que ha durado dos d¨ªas en los que la mayor¨ªa trat¨® de hacer un examen riguroso de conciencia. Cundi¨® la necesidad de regresar a las bases morales del oficio, redefinir las preguntas que le dan sentido, acudir a referencias que nos dotan de una identidad com¨²n en espa?ol, desde la gran herencia de la obra visionaria de Manuel Chaves Nogales a los Aguafuertes de Roberto Arlt, entre otros, como ra¨ªces claves del XX: original¨ªsimas y precedentes a las ejercidas d¨¦cadas despu¨¦s, por ejemplo, a cargo del Nuevo Periodismo Americano.
Tambi¨¦n de volver a conceptualizar los g¨¦neros, que han evolucionado en un mestizaje continuo de formas, acuciados al tiempo por la necesidad de renovaci¨®n y el encaje y desarrollo de nuevos soportes. Se trat¨® la especializaci¨®n, el universo digital, las perspectivas de g¨¦nero, el derecho a la informaci¨®n en el lugar adecuado, seg¨²n el profesor Fernando Ruiz, de la Universidad Austral. ¡°Fue Gregorio Funes, rector de esta instituci¨®n a principios del siglo XIX, quien formul¨® la primera ley de derecho a la imprenta en Argentina, una norma despu¨¦s adaptada por los dem¨¢s nuevos estados liberados¡±, asegur¨®. ?Qu¨¦ mejor espacio para seguir preserv¨¢ndola?
Babelia
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