Cosas que no sab¨ªamos de la Guerra Civil
80 a?os despu¨¦s del final del conflicto que marc¨® el siglo XX espa?ol, los historiadores siguen desvelando sus zonas oscuras. Un congreso re¨²ne a 22 especialistas en Zamora
Las guerras civiles tienen un 10% de acci¨®n y un 90% de sufrimientos pasivos. Y ha de reconocerse que para sostener esta afirmaci¨®n el escritor y periodista Arthur Koestler hab¨ªa hecho un razonable estudio de campo entre 1936 y 1937 en varios escenarios de la contienda espa?ola, incluida una involuntaria estancia en una c¨¢rcel sevillana. Puede que, 80 a?os despu¨¦s del final, quede poco que rastrear en la acci¨®n del conflicto espa?ol, pero una veintena de historiadores, reunidos esta semana en Zamora en el congreso Queda mucho por decir de la Guerra Civil, han evidenciado con sus investigaciones que perduran a¨²n zonas de sombra para conocer la magnitud de tanto sufrimiento pasivo.
Mussolini, un precoz conspirador. El pr¨®ximo libro de ?ngel Vi?as, ?Qui¨¦n quer¨ªa la Guerra Civil? (Cr¨ªtica), aportar¨¢ informaci¨®n desconocida sobre las negociaciones entre el r¨¦gimen fascista y los mon¨¢rquicos espa?oles durante la Segunda Rep¨²blica. La documentaci¨®n acredita un encuentro en 1935 entre Antonio Goicoechea y el Duce, a quien se le presenta un plan de actuaci¨®n en caso de que las izquierdas ganen las elecciones: ¡°Estribaba en establecer un sistema parecido al italiano. El objetivo era la restauraci¨®n de la Monarqu¨ªa con un jefe de Gobierno que ser¨ªa Calvo Sotelo¡±. Su asesinato y la muerte del general Sanjurjo despejaron el camino a Franco. ¡°El golpe se prepar¨® con la ayuda fascista y Mussolini decidi¨® apoyarlo durante junio de 1936¡±, concluye Vi?as.
El peaje de las mujeres. ¡°Sabemos bastante poco y desde hace poco tiempo sobre las mujeres¡±, lamenta Encarnaci¨®n Barranquero. La historiadora de la Universidad de M¨¢laga destaca que las mujeres sufrieron una represi¨®n espec¨ªfica, sexual, que apenas se ha investigado: ¡°En los consejos de guerra, adem¨¢s de por su papel pol¨ªtico o militar, se las castiga por cuestiones morales como vivir amancebadas¡±. La mayor¨ªa de las represaliadas eran mujeres sin activismo pol¨ªtico: ¡°El r¨¦gimen las castigaba por su parentesco, la mayor¨ªa eran amas de casa¡±. ¡°Se utilizan con frecuencia como cebo para atraer a los hombres de la familia que han huido¡±, agrega Matilde Eiroa, de la Universidad Carlos III. Las mujeres son alrededor del 5% de los fusilados tras consejos de guerra, seg¨²n Barranquero. En los ¨²ltimos a?os se ha ahondado tambi¨¦n en el estudio de las mujeres movilizadas al comienzo de la guerra, como hace Ana Mart¨ªnez Rus en Milicianas (Catarata).
La Iglesia, sin estereotipos. Acaso uno de los campos m¨¢s minados, entre la propaganda de la cruzada y el relato anticlerical, seg¨²n el historiador de la Universidad de Vigo, Jos¨¦ Ram¨®n Rodr¨ªguez Lago. Su opacidad no facilita el viaje cient¨ªfico. ¡°El archivo secreto del Vaticano es m¨¢s transparente que cualquier archivo eclesi¨¢stico espa?ol¡±, ironiza el historiador, que destaca la trascendencia del Vaticano y los cat¨®licos de Estados Unidos en la guerra. ¡°Se cre¨ªa que el Vaticano apuesta por el posibilismo de la CEDA (Confederaci¨®n Espa?ola de Derechas Aut¨®nomas) hasta las elecciones de 1936, pero en noviembre de 1935 se aprecia ya la apuesta por una v¨ªa mucho m¨¢s dura con la retirada del primer plano de Herrera [Oria], el cardenal Vidal y el nuncio Tedeschini¡±. En la guerra los obispos no conforman un todo homog¨¦neo: unos excitan el odio, otros callan y algunos critican de forma velada la represi¨®n franquista.
El saqueo legalizado. Hay una raz¨®n obvia para explicar por qu¨¦ la represi¨®n econ¨®mica de las comisiones de incautaci¨®n, y despu¨¦s los tribunales de responsabilidades pol¨ªticas, sigue siendo la gran desconocida. ¡°Hab¨ªa un deber ¨¦tico que era cuantificar las v¨ªctimas y ponerles nombres. La represi¨®n econ¨®mica se ve¨ªa como un castigo menor¡±, expone Julio Prada, historiador de la Universidad de Vigo. Hay estudios de ¨¢mbito auton¨®mico sobre Arag¨®n y Andaluc¨ªa. En Galicia, investigada por Prada, hay 14.600 personas afectadas, lo que desmonta la falacia de que la guerra pas¨® de puntillas por las zonas sin frentes. Entre otros, el historiador conoci¨® el caso de Florinda Ortega P¨¦rez, una empresaria viuda de A Gudi?a, que pierde todos sus negocios y propiedades por ser madre del alcalde de la localidad, de Izquierda Republicana. ¡°La castigan por la simple tolerancia de lo que ocurr¨ªa en su casa¡±, subraya Prada. Ella, multada con 10.000 pesetas, acab¨® en el exilio junto a su familia.
Estrat¨¦gica Quinta Columna. Carlos P¨ªriz est¨¢ a punto de concluir una tesis que prev¨¦ pol¨¦mica. Adem¨¢s de estudiar a fondo la labor de quintacolumnistas en Madrid, ha investigado su papel en Barcelona, Almer¨ªa, Valencia, Cartagena y Murcia. ¡°Ellos hacen que antes de que entre el ej¨¦rcito en las ciudades, los puntos estrat¨¦gicos ya est¨¦n tomados por sus fuerzas de choque¡±. Frente a la creencia vigente de que la Quinta Columna nace despu¨¦s de la matanza de Paracuellos, P¨ªriz asegura que se gesta mucho antes, a consecuencia del fracaso del golpe de Estado del 18 de julio. En su ponencia ante el congreso, Carlos P¨ªriz y Juan Andr¨¦s Blanco, de la Universidad de Salamanca, destacaron que ¡°los mandos rebeldes llegaron a anticipar movimientos militares de sus enemigos y, sobre todo, a manipular el final del conflicto a su favor¡±.
La tragedia final. En su intervenci¨®n grabada, el hispanista Paul Preston se centr¨® en los dos meses finales de la guerra, ¡°la historia de una tragedia humanitaria que pudo evitarse, que cost¨® muchos miles de vidas y que arruin¨® a muchos millares m¨¢s¡±. Preston dedic¨® un libro, El final de la guerra (Debate), a narrar estos d¨ªas. ¡°Tuvo muchos protagonistas pero se centra en tres individuos. Uno, el presidente del Consejo de Ministros de la Rep¨²blica, Juan Negr¨ªn, que trat¨® desesperadamente de evitarla. Los otros dos apechugan con la responsabilidad por lo que sucedi¨®. Uno, el profesor Juli¨¢n Besteiro, se comport¨® ingenuamente pero su culpabilidad est¨¢ fuera de toda duda. El tercero, el coronel Segismundo Casado, actu¨® siguiendo una mezcla algo m¨¢s que repugnante de cinismo, arrogancia y ego¨ªsmo¡±.