El Brasil donde reinaron los esclavos
Marcelo D'Salete, ganador de un Eisner en 2018, publica en Espa?a 'Angola Janga,' un ambicioso relato gr¨¢fico sobre la rep¨²blica fundada por los huidos de los ingenios que alcanz¨® los 20.000 vecinos en el XVII
Marcelo D¡¯Salete cuenta que era un cr¨ªo cuando oy¨® la primera menci¨®n a la extraordinaria historia del mayor alzamiento de esclavos negros en Am¨¦rica. ¡°?Hoy es 20 de noviembre, el d¨ªa de Zumbi de los Palmares!¡¯, dijo una compa?era de clase¡±, rememoraba hace unos d¨ªas en S?o Paulo este autor de c¨®mic. Brasil ¡ªel ¨²ltimo pa¨ªs del mundo en liberar a sus esclavos¡ª conmemoraba por esa ¨¦poca el centenario de la abolici¨®n en 1888. Aquella comunidad creada por fugitivos de los ingenios azucareros, y su l¨ªder Zumbi, protagonizan el episodio m¨¢s popular de la historia negra de Brasil y el monumental c¨®mic Angola Janga (peque?a Angola en lengua quimbundo), reci¨¦n publicado en Espa?a. Palmares simboliza para muchos brasile?os contempor¨¢neos la resistencia, entonces frente los colonizadores portugueses y holandeses; hoy ante las injusticias racistas. Pero parad¨®jicamente, pocos conocen en detalle lo sucedido.
Para la historia tradicional, "Palmares era algo ex¨®tico, un enclave de bandidos en la selva. El planteamiento era siempre ¡®Qu¨¦ bien que fue destruido Palmares porque amenazaba al imperio portugu¨¦s¡±, una visi¨®n sustentada ¨²nicamente en el relato de los soldados, los gobernadores¡ de los que ¡°ten¨ªan como misi¨®n destruir aquella comunidad¡±, explica D¡¯Salete (S?o Paulo, 1979) durante una entrevista en el estudio de su casa. All¨ª crea a mano sus vi?etas cuando sale de su otro trabajo. Ganador de un premio Eisner en 2018 (los Oscar del c¨®mic) con su anterior obra, Cumbe, da clase de Artes Visuales a adolescentes.
Angola Janga relata lo que fue Palmares, pero desde otra perspectiva. A trav¨¦s de la mirada de los hombres y mujeres que sobrevivieron a jornadas inhumanas hasta de 20 horas diarias de trabajo, de los que lograron huir de aquel infierno terrenal para crear en un rinc¨®n del Brasil colonial esta especie de rep¨²blica que dur¨® m¨¢s de un siglo y lleg¨® a tener 20.000 habitantes dispersos en varias aldeas de la sierra de Barriga (en la capitan¨ªa de Pernambuco, hoy estado de Alagoas) en el XVII. Su capital estaba casi tan poblada como el R¨ªo de Janeiro de la ¨¦poca. El ilustrador narra los ataques sistem¨¢ticos de los conquistadores, la guerra de guerrillas desplegada por los palmaristas, pero tambi¨¦n la vida cotidiana con romances, momentos de intensa ternura familiar, el trabajo en los cultivos o los intercambios comerciales con sus vecinos ind¨ªgenas y colonos.
Esta obra combina sutilmente documentaci¨®n hist¨®rica brasile?a, mapas incluidos, y ficci¨®n. Como los testimonios de aquellos africanos de tradici¨®n oral no perduraron, el dibujante recrea los espacios en blanco de la historiograf¨ªa tradicional. ¡°Es mi interpretaci¨®n, puede haber otras¡±, insiste. La suya es una historia coral de m¨¢s de 400 p¨¢ginas, sin h¨¦roes, en la que las mujeres tienen una presencia destacable. Una historia en blanco y negro, con muy pocos di¨¢logos. ¡°No quer¨ªa hacer una historia idealizada, no me gustan los h¨¦roes. Nosotros aqu¨ª no necesitamos h¨¦roes, necesitamos buenas historias, personajes complejos¡±, recalca el autor, que coloca en el centro de su interpretaci¨®n ¡°los objetivos y los intereses de esos personajes, con sus dudas, sus miedos¡ ?se fue el gran desaf¨ªo¡±.
D¡¯Salete se mete as¨ª en la piel del jefe Ganga Zumba para ahondar en los motivos que le llevaron a alcanzar a un acuerdo de paz con la Corona de Portugal en 1678 que al autor le parece ¡°crucial porque divide al grupo de Palmares¡±. A Soares, que en el imaginario brasile?o es el Judas que traicion¨® a Zumbi, lo convierte en un personaje complejo, con contradicciones, sin desvirtuar hechos hist¨®ricos como que obtuvo la ansiada libertad tras el asesinato del l¨ªder el 20 de noviembre de 1695.
A este autor del historias en cuadrinhos, como los denominan en Brasil, no le hablaron de Palmares en familia ni lo estudi¨® en la escuela. Tampoco a otros de su generaci¨®n. Descubri¨® ¡°la perspectiva negra de la historia de Brasil y la sociedad brasile?a actual¡± en la adolescencia a trav¨¦s del rap. Aquellas canciones que martilleaban historias de desigualdad social, discriminaci¨®n y racismo fueron dibujando un relato de injusticias de las que empezaba a ser consciente.
Con una madre que a los diez a?os entr¨® a trabajar como empleada del hogar, D¡¯Salete fue el primer universitario de su familia. Para alumbrar Angola Janga buce¨® durante once a?os en archivos, museos y libros aunque no es historiador, sino licenciado en Artes Pl¨¢sticas. Siempre fue estudioso. Humilde, constantemente enumera historiadores, escritores, m¨²sicos, ilustradores¡ que fueron desbrozando el camino por el que ¨¦l transita. Porque, recalca, Angola Janga no es ¡°la historia de Palmares, es una historia de Palmares¡±. Los miles de personas que lo habitaron proced¨ªan de las actuales Angola ¡ªde ah¨ª el nombre¡ª y Congo. M¨¢s de 12 millones de africanos fueron tra¨ªdos a Am¨¦rica a la fuerza entre 1500 y 1900, incluidos unos cinco millones que arribaron a Brasil.
Los efectos de aquella aberraci¨®n asoman, por ejemplo, en el t¨¦rmino negro para calificar a los esclavos. En portugu¨¦s, como en espa?ol, no implica necesariamente una connotaci¨®n peyorativa, pero D¡¯Salete cuenta que ha tenido que calibrar cuidadosamente con los traductores a otros idiomas.
Del mismo modo que el rap logr¨® romper para un chaval como ¨¦l las barreras de la cultura m¨¢s elitista, espera que el lenguaje de las historietas haga llegar Palmares al gran p¨²blico. Aunque su precio, 90 reales (21 euros), lo dificulta. Un paso en esa direcci¨®n es que Angola Janga y Cumbe, otro c¨®mic de historia, hayan sido incluidas en el cat¨¢logo de lecturas para escuelas p¨²blicas y privadas. Supone un avance en un pa¨ªs, como tantos, desmemoriado con la contribuci¨®n de ciertos colectivos a la historia com¨²n. La ense?anza de la historia afro-brasile?a solo es obligatoria desde 2003. Son logros que muchos brasile?os ven en grave riesgo con un presidente como el ultraderechista Jair Bolsonaro.
D¡¯Salete enlaza el olvido institucional de la historia de los negros con el racismo estructural de Brasil. Explica que los descendientes de aquellos esclavos siguen en muchos casos sin acceso a la tierra -son el origen de las favelas-, sin un acceso efectivo a la educaci¨®n¡ son tratados con un rasero distinto. Recuerda c¨®mo el Ej¨¦rcito dispar¨® hace nada 80 tiros contra el coche de una familia negra en R¨ªo y mat¨® al padre y a un transe¨²nte que intent¨® ayudarlos; o los cinco chavales acribillados con 111 disparos en su autom¨®vil. Tambi¨¦n negros, tambi¨¦n en R¨ªo. Fue en 2015. ¡°No hubo conmoci¨®n¡ Eran de la periferia, de lugares donde hay mucha poblaci¨®n negra, donde el Estado se ve con derecho de matar en una pol¨ªtica terrorista y genocida¡±, se lamenta tras enumerar casos similares.
Entre los pa¨ªses a los que D¡¯Salete viajar¨¢ a presentar su ¨²ltimo c¨®mic, destaca Angola. All¨ª donde todo comenz¨®.
Babelia
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