Christian Marclay: ¡°El silencio est¨¢ lleno de posibilidades¡±
El Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona re¨²ne el trabajo de Christian Marclay sobre el sonido y la composici¨®n. Una cacofon¨ªa visual con algunas de sus mejores obras
Christian Marclay (1955) tiene una buena colecci¨®n de vinilos durmiendo en un almac¨¦n pegado a su casa en Londres. Muchos acumulan varias vidas, que el artista rescata de mercadillos. Dice que le gusta esa p¨¢tina del tiempo que lleva al disco a dar brincos con la aguja, desafiando ara?azos. Desde que dej¨® Nueva York no ha vuelto a escucharlos y ese desfase emocional confiesa que le mantiene algo inc¨®modo. Su memoria emocional habla y baila intercaladamente mientras recorremos su exposici¨®n en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona. Su director, Ferran Baremblit, llevaba tiempo con la idea en la cabeza y al entrar al museo se la traslad¨® a Tanya Barson, conservadora del Macba, que firma ahora una de las mejores exposiciones de la temporada.
Marclay es uno de esos creadores escurridizos con las definiciones, m¨²sico pero tambi¨¦n artista, volcado en el uso indisciplinar de la apropiaci¨®n, el montaje, el remix y la improvisaci¨®n, pr¨¢cticas que en s¨ª mismas exceden los l¨ªmites de lo experimental y lo popular. Se hizo famoso en 2010 con The Clock, con el que gan¨® el Le¨®n de Oro en la Bienal de Venecia. Es su mayor reclamo cuando alguien plantea una exposici¨®n, pero no aqu¨ª, donde el artista reh¨²ye de relojes para centrarse en sus composiciones s¨®nicas, desde partituras gr¨¢ficas hasta videoinstalaciones, con las que examinar las m¨²ltiples formas que tiene el sonido de manifestarse visualmente. Dice que la m¨²sica atraviesa casi todo lo que hace. ¡°No necesita una respuesta a qu¨¦ significa ni traducci¨®n, y los sentidos reaccionan sin tener que intelectualizar nada. Por eso creo que mi trabajo es accesible, hasta cuando hablo del silencio, un agujero negro lleno de posibilidades. Cada uno escucha algo diferente, dependiendo del potencial que cada cual tiene para llenar el silencio a su manera. Y esas diferentes opiniones al mirar o al escuchar son lo importante. Yo uso todo lo susceptible para jugar con el ruido, un trozo de papel, un pedazo de metal que tiras, un vidrio roto... Hago m¨²sica como lo har¨ªa un artista, no como un compositor, y puede que haga arte como lo har¨ªa un m¨²sico. Yo no distingo entre ambos. A veces est¨¢ bien difuminar esos l¨ªmites y abrir un lugar para las interferencias¡±.
¡°Es in¨²til ser totalmente original y empezar de cero. Por eso la apropiaci¨®n es para m¨ª como un se?uelo¡±
Comenz¨® a explorar el sonido con sus actuaciones en 1979, cuando era a¨²n estudiante de arte en la Cooper Union de Nueva York. Los primeros trabajos incluyen discos de vinilos fragmentados y reensamblados, sus Recycled Records (1980-1986), que se convirtieron en objetos h¨ªbridos que se pod¨ªan reproducir, llenos de saltos en el tono y el sonido. Tocando uno de ellos conoci¨® una noche a John Zorn. No tard¨® este m¨ªtico compositor y saxofonista de la escena underground en invitarle a jugar con la improvisaci¨®n en un peque?o espacio llamado The Saint, por donde circulaban las propuestas m¨¢s arriesgadas del momento. M¨¢s tarde llegaron la Roulette y el club The Chandelier. ¡°Me present¨® a mucha gente fascinante. Algunos eran como yo: Arto Lindsay, por ejemplo, e Ikue Mori. Llegaron a la m¨²sica con una actitud de bricolaje que tuvo mucho ¨¦xito. Fue liberador y todos aprendimos unos de otros. Esa creencia en m¨²sicos no entrenados tambi¨¦n sali¨® de la est¨¦tica punk. En aquel Nueva York, gran parte de esta experimentaci¨®n musical, como el no wave o el punk rock, se realizaba en clubes y ten¨ªa mucha influencia en el mundo del arte. Pero por ah¨ª estaban tambi¨¦n Dan Graham, Vito Acconci, Laurie Anderson, Bruce Conner¡ De hecho, muchas bandas salieron de las escuelas de arte. Esa fisicidad en escena, la energ¨ªa en bruto y su relaci¨®n con la audiencia¡±, relata.
Ese legado ven¨ªa de lejos, desde el dada¨ªsmo, Marcel Duchamp, Jean Tinguely, John Cage, Fluxus y el happening. ¡°Me di cuenta de Cage a finales de los setenta, desde el punto de vista del arte m¨¢s que de la m¨²sica. Y de Duchamp. La idea de usar al azar y los objetos encontrados surgi¨® de estos artistas. Cage us¨® los registros desde el principio. Hay muchos antecedentes para el hip-hop, como el musique concr¨¨te de los cincuenta, y antes de eso se realizaron todo tipo de experimentos con discos. Moholy-Nagy en la Bauhaus, por ejemplo, experiment¨® dibujando ranuras directamente en el disco. Y el sampling ha existido durante mucho tiempo. A principios de los ochenta, muchos artistas se estaban apropiando del muestreo visualmente. Louise Lawler, Richard Prince, Jack Goldstein, Robert Longo¡ La conexi¨®n de esa est¨¦tica con el hip-hop no se ha hecho, pero sucedi¨® al mismo tiempo. Y el DJ como lo conocemos realmente sali¨® de ah¨ª. Casi todo mi trabajo ha sido de muy baja tecnolog¨ªa. Quer¨ªa explorar los inconvenientes que tiene. Aunque ahora el collage sonoro digital permite m¨¢s flexibilidad e inmediatez. Siempre me ha parecido in¨²til ser totalmente original y empezar de cero. Por eso el proceso de apropiaci¨®n me sirve para hacer algo que puede entenderse como un objeto de arte y al que acceder m¨¢s f¨¢cilmente. Es casi como un se?uelo¡±, a?ade.
Habla tambi¨¦n tirando de astucia. Pese a su fama de quisquilloso, en la distancia corta Marclay es absolutamente encantador. Se pasea por varios temas como quien practica el breakbeat, aislando una idea musical para reiterarla sin fin. Vuelve a sus vinilos metidos en cajas augur¨¢ndoles mejor vida como pr¨®ximas obras. No son las ¨²nicas que han sufrido cortes, costuras y collages. De esta exposici¨®n cuelga su serie Imaginary Records (1987-1997), donde modificar las portadas de sus vinilos. Un proceso que consiste en simplificar el dise?o, suprimiendo detalles superfluos y enfatizando con humor el tema del sonido, o el silencio, a trav¨¦s de juegos textuales y visuales. Tambi¨¦n en Mixed Reviews (1999-2002) tira de collage, en concreto de frases que describen sonidos y que extrae de rese?as sobre m¨²sica.
¡°La m¨²sica no necesita traducci¨®n y los sentidos reaccionan sin tener que intelectualizar nada¡±
Todo el recorrido es una cacofon¨ªa visual que invita a imaginar zumbidos, chirridos o chasquidos. Las onomatopeyas centran trabajos como Zoom Zoom (2007-2019) y Manga Scroll (2010), una larga partitura de 20 metros llena de esas palabras que imitan sonidos. Chalkboard (2010) lo lleva a otra escala: una pizarra con pentagramas de techo a suelo donde el espectador puede dejar ah¨ª sus notas, con las que varios m¨²sicos har¨¢n un concierto antes de borrarlo todo y empezar de nuevo. ¡°Permite a los visitantes expresarse. Hay quien escribe m¨²sica o quien planta ah¨ª sus quejas¡±, dice. Video Quartet (2002), una de sus composiciones audiovisuales m¨¢s conocidas, es la ¨²nica obra expuesta con sonido directo. Es una proyecci¨®n en cuatro pantallas con cientos de clips de pel¨ªculas antiguas de Hollywood con actores y m¨²sicos que hacen sonidos o tocan instrumentos.
La relaci¨®n de Christian Marclay con la m¨²sica ha pasado por varios estados. Durante los ochenta particip¨® en varias bandas: The Bachelors Even y Dense Band, con David Moss. La improvisaci¨®n siempre fue la base de todo, incluso cuando toc¨® en aquellos a?os en la sala Metr¨°nom de Barcelona o m¨¢s tarde en el festival S¨®nar, como DJ. Con Lee Ranaldo, de los Sonic Youth, juega en los platos desde los noventa, y hoy estira sus colaboraciones con Steve Beresford, Otomo Yoshihide o Shelley Hirsch. Un trabajo que no est¨¢ exento de cr¨ªtica: ¡°Gran parte de mi obra es un comentario sobre el aspecto comercial de la m¨²sica y la industria de grabaci¨®n. Trabajo con un amplio cat¨¢logo de sonidos, no solo de la memoria colectiva, sino una muy personal, ¨²nica para cada espectador, asociaciones que la m¨²sica recordada puede evocar. Y persigo el sonido para hablar de tiempo y del sentido de escucha, algo que escasea tambi¨¦n. Siempre pensamos en el arte como algo reducido a la mirada, pero puede no tener una presencia f¨ªsica imponente. Una nota basta para tocarte y, a veces, sacudirte¡±.
Composiciones. Christian Marclay. Macba. Barcelona. Del 12 de abril al 24 de septiembre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.