Muere Javier Muguerza, una de las grandes figuras de la filosof¨ªa espa?ola
Pasar¨¢ a la historia del pensamiento espa?ol tanto por su obra como por ser uno de los introductores del llamado pensamiento anal¨ªtico
Se ha ido definitivamente Javier Muguerza, una de las figuras m¨¢s descollantes de la filosof¨ªa espa?ola de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Nacido en Co¨ªn (M¨¢laga) en 1936, se afinc¨® definitivamente en Madrid, donde fue catedr¨¢tico de ?tica en la UNED hasta su jubilaci¨®n, quedando luego como em¨¦rito. Antes hab¨ªa dejado ya su huella en las universidades de La Laguna y Aut¨®noma de Barcelona.
Al dejar la docencia por cumplir los 70 a?os se le dedic¨® un libro homenaje cuyo t¨ªtulo Disenso e incertidumbre, es ya una s¨ªntesis de sus posiciones te¨®ricas y pr¨¢cticas. A?os m¨¢s tarde, cuando cumpli¨® los 80, se edit¨® un segundo volumen titulado gen¨¦ricamente Di¨¢logos con Javier Muguerza. El volumen dispone de edici¨®n en papel (m¨¢s de 750 p¨¢ginas) y tambi¨¦n de una electr¨®nica gratuita a trav¨¦s de la web de la revista Isegor¨ªa, en la que particip¨® activamente hasta que no pudo ya hacerlo.
Quien acuda a consultar estos textos se encontrar¨¢ con un panorama general del pensamiento que se ha hecho en Espa?a en particular, y en el mundo en general, en los ¨²ltimos a?os. Tanto por los colaboradores como por los asuntos tratados.
Javier Muguerza pasar¨¢ a la historia del pensamiento espa?ol tanto por su obra como por ser uno de los introductores del llamado pensamiento anal¨ªtico. Entre sus obras destacan dos: La raz¨®n sin esperanza y Desde la perplejidad, lo que no significa que haya que dejar de lado ni los art¨ªculos que public¨® en diversos medios ni algunos otros t¨ªtulos que hayan tenido menor repercusi¨®n.
Pero la obra de Muguerza no se agota en sus relaciones con los anal¨ªticos: frecuent¨® tambi¨¦n de modo fruct¨ªfero a los herederos del marxismo, en especial la Escuela de Francfort y Ernst Bloch, y sobre todo, retom¨® la figura de Kant, en coincidencia con otros autores espa?oles (Adela Cortina) o extranjeros (Axel Honeth). Con todos ellos participaba del convencimiento de que la filosof¨ªa no puede vivir en una torre de marfil sino que tiene como funci¨®n principal la organizaci¨®n de la convivencia. Si se prefiere decirlo en t¨¦rminos m¨¢s acad¨¦micos: que debe haber una relaci¨®n directa entre teor¨ªa y praxis.
Coincide en esto con otros pensadores contempor¨¢neos suyos: Manuel Sacrist¨¢n (a quien dedic¨® La raz¨®n sin esperanza), Victoria Camps, Fernando Savater, Adela Cortina, por citar s¨®lo a algunos.
Participaba del convencimiento de que la filosof¨ªa no puede vivir en una torre de marfil
En una de sus ¨²ltimas visitas a la Universidad de La Laguna aprovech¨® para enlazar ambos campos al hilo de la crisis y de la aparici¨®n de los movimientos de protesta conocidos como 15-M. Estaba, dec¨ªa, a favor del di¨¢logo que iniciaban, del derecho a la disidencia, y les animaba a ¡°romper con el pensamiento hegem¨®nico¡±, a condici¨®n de que no pretendieran encumbrar otro. Pero les alertaba contra un ¡°no nos representan demasiado rotundo¡± porque ¡°con arreglo a ciertas reglas, s¨ª nos representan¡±.
Tambi¨¦n se manifestaba, enlazando con Pi i Margall y Saramago, como convencido confederalista, sugiriendo que la soluci¨®n confederal era la adecuada para el conjunto de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Y aprovechaba para evocar un poema de Jaime Gil de Biedma en el que el poeta aseguraba que la historia de Espa?a es la m¨¢s triste de todas porque acaba mal, para a?adir que pese a todo, pese a que ¡°Espa?a es un pa¨ªs hecho de retales¡±, ¨¦l preferir¨ªa que siguiera unido, sumando a los portugueses, un sector de cuya izquierda ha sido tradicionalmente iberista.
Reflexiones sobre el presente a las que llegaba por la v¨ªa kantiana: el individuo como base de la moral, pero un individuo de ra¨ªz universal, cosmopolita. Expresi¨®n tomada del propio Kant.
Se puede aceptar la propuesta habermasiana del consenso como objetivo, pero ese consenso se obtiene a trav¨¦s de las reglas de las mayor¨ªas y la decisi¨®n moral ¨²ltima, en la medida en que es aut¨®noma, es necesariamente individual. Se acepta pues el consenso, pero se retiene el derecho al disenso.
Otro asunto, que ¨¦l apunt¨® reiteradamente en art¨ªculos y conferencias pero no desarroll¨® de modo sistem¨¢tico, es la base metaf¨ªsica de ese individualismo ¨¦tico. Francisco ?lvarez y Carlos G¨®mez recordaban, con motivo de la aparici¨®n del libro de homenaje a sus 80 a?os, que la idea kantiana del hombre como fin en s¨ª mismo no es emp¨ªrica y que tal vez necesite de una justificaci¨®n que Muguerza no acab¨® de desarrollar. Pero seguramente eso es lo que hacen los grandes: abrir caminos con la propia obra y se?alar que quedan amplios derroteros que explorar para quienes llegan m¨¢s tarde ¡°dulcemente empujando¡±.?
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