Amor en el hipermercado
Pel¨ªcula sobre el aqu¨ª y el ahora, que sin embargo mira hacia el pasado, el sempiterno nazismo
El hipermercado como castillo medieval contempor¨¢neo. Con su magn¨¢nimo rey, el jefe de personal; su aristocracia, ese encargado que lleva 30 a?os en la empresa haciendo lo mismo; y sus fieles vasallos, los recientes y los novatos. Y con su historia de amor, no precisamente entre las altas esferas, sino entre una reponedora de la secci¨®n dulces, en un ala del castillo, y un transportista que sube y baja pal¨¦s, con libertad de movimientos por las diversas estancias.
A LA VUELTA DE LA ESQUINA
Direcci¨®n: Thomas Stuber.
Int¨¦rpretes: Franz Rogowski, Sandra H¨¹ller, Peter Kurth, Henning Peker.
G¨¦nero: romance. Alemania, 2018.
Duraci¨®n: 125 minutos.
Es la muy hermosa A la vuelta de la esquina, tercera pel¨ªcula del alem¨¢n Thomas Stuber, hasta ahora in¨¦dito en los cines espa?oles. Una obra hasta cierto punto inclasificable en variadas vertientes. La del g¨¦nero, porque nunca se sabe si es un drama o una comedia, pero que siempre es un romance. La del tono, por su maravillosa indefinici¨®n a lo largo del relato, lo que lleva a que el espectador nunca tenga claro si est¨¢ viendo algo muy tierno o muy enfermizo. Y por su metraje: algo m¨¢s de dos horas, duraci¨®n que en teor¨ªa se antoja excesiva para sus esencialidades narrativas, pero que tras un an¨¢lisis pormenorizado se llega a la conclusi¨®n de que no le sobra ni un solo plano.
Y esa indefinici¨®n es m¨¢gica tambi¨¦n desde el punto de vista de los referentes. Porque en algunos instantes puede asemejarse a una obra de Michael Haneke, en la que tarde o temprano sabes que llegar¨¢ la fr¨ªa y descarnada violencia. Y, sin embargo, siempre mantiene ese dulce olor a Aki Kaurism?ki, sencillo y exquisito. A trav¨¦s de planos fijos parad¨®jicamente bellos a pesar de lo horrendo de los no-lugares donde se ambienta, Stuber compone una reflexi¨®n sobre la monoton¨ªa y el ¨¦xtasis de los peque?os grandes cambios de nuestra vulgar existencia.
Una rutina marcada por esa sucesi¨®n de planos de la vestimenta del transportista cada ma?ana, inspirados en la letan¨ªa de montaje sincopado de Empieza el espect¨¢culo (Bob Fosse, 1979), con su colirio, su radiocasete y sus ojos inyectados en sangre. Y unos delirios puntuales expresados en peque?os grandes momentos, una vela que celebra un cumplea?os sobre un pastelito con la fecha caducada y cortado con un c¨²ter, y, sobre todo, en la expresividad de la gestualidad f¨ªsica y de rostro de sus dos fant¨¢sticos int¨¦rpretes: Franz Rogowski, con el peso de la vida sobre sus encorvados hombros, y Sandra H¨¹ller, inolvidable en su aparici¨®n por uno de los pasillos del hipermercado-castillo tras su baja por enfermedad.
Pel¨ªcula sobre el aqu¨ª y el ahora, que sin embargo mira hacia el pasado, el sempiterno nazismo, la pel¨ªcula es el precioso cuento social de una princesa y un guerrero que pueden habitar a la vuelta de la esquina.
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