Agust¨ªn Montes (Montealto), panadero, torero frustrado y ganadero entusiasta
Un criador sencillo y alejado de los salones del taurinismo lidia el 1 de mayo en Las Ventas
Entre las localidades madrile?as de San Sebasti¨¢n de los Reyes, donde vive y trabaja, y Cabanillas de la Sierra, donde disfruta, anda estos d¨ªas un hombre atribulado, expectante e inquieto, feliz y temeroso a un tiempo, porque el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, 1 de mayo, se anuncia en la plaza de Las Ventas.
No es torero, aunque ha vestido el traje de luces, ni tiene edad para hacer el pase¨ªllo porque ya ha cumplido unos joviales y j¨®venes 80 a?os, pero tiene desatados los nervios. Dice que se come ¡®el coco¡¯ y no duerme; y todo, porque seis novillos de su propiedad saldr¨¢n a la arena madrile?a para que los lidien tres chavales que sue?an con la gloria: Pablo Mora, Diego San Rom¨¢n y Fernando Plaza.
¡°Cr¨¦ame, sufro porque temo que no embistan o que se produzca una cornada; la verdad es que como ganadero lo paso muy mal¡±.
Su nombre es Agust¨ªn Montes, el due?o del hierro bravo de Montealto; un criador de toros pol¨ªticamente incorrecto, alejado de los salones del taurinismo, envenenado por una afici¨®n que no le lleg¨® por herencia de abolengo familiar, un hombre sencillo y afable, que en su finca austera de la sierra de Madrid es feliz entre a?ojos, utreros y cuatre?os de buena planta.
¡°Me gusta el toro que no te deja indiferente¡±
Adem¨¢s, Agust¨ªn huele a pan. Naci¨® en tiempos de escasez junto a sacos de harina que su abuelo y sus padres amasaban para mantener a la familia; de ellos aprendi¨® a amar la fiesta de los toros. Quiso ser torero, pero los avatares del pan -y su coraz¨®n- se lo impidieron, y el mismo b¨¢sico alimento le devolvi¨® la gloria empresarial y taurina. Con el ejemplo de sus mayores y su esfuerzo personal se convirti¨® en un reconocido industrial panadero, y su constancia y su car¨¢cter emprendedor le han permitido ser un ganadero exitoso, porque un triunfo es el prestigio y el reconocimiento aunque la ganader¨ªa sea corta y su nombre no forme parte de las suculentas apetencias de las figuras del toreo.
¡°Al toro le exijo cualidades que son casi imposibles de alcanzar. Sobre todo, las hechuras, que dicen mucho de su comportamiento en la plaza; me gusta un toro que se coma la muleta, que transmita, y que impida que el p¨²blico se entretenga comiendo pipas; un animal que humille, con clase, con raza, genio¡ No s¨¦¡ Me gusta el toro que no te deja indiferente¡±.
Agust¨ªn Montes muestra orgulloso su finca madrile?a, b¨¢sica, pero cuidada con esmero para que su inquilino principal, el toro, ejerza de rey absoluto.
¡°?Contento? Con el toro me sucede como con el pan. No consigo lo que quiero. Como ganadero, cada a?o busco m¨¢s y ese objetivo es muy dif¨ªcil. A veces, un buen semental y una vaca con nota extraordinaria son padres de un novillo inservible, y no te explicas la raz¨®n. Pero, s¨ª, estoy contento, y s¨¦ que no voy a llegar a m¨¢s. Y no por m¨ª, sino por el funcionamiento del sector taurino. En todas las ferias est¨¢n los mismos ganaderos, si bien reconozco que yo lidio en Madrid y mis toros han pisado las plazas de Sevilla, Valencia y M¨¢laga, entre otras¡±.
Montes naci¨® en Alcobendas, y entre sus calles jug¨® al toro, donde hoy los ni?os se divierten con la pelota. Admir¨® a un torero local, Aguado de Castro, y la desmedida afici¨®n de su padre y su abuelo le incit¨® a participar en capeas y a descubrir una incipiente vocaci¨®n de torero.
¡°Mi trayectoria fue muy corta¡±, confiesa. ¡°Las circunstancias tampoco eran propicias. Con 16 a?os trabajaba de noche en la panader¨ªa, y a la amanecida me desplazaba hasta Carabanchel en bicicleta, metro y tranv¨ªa para asistir a las clases del profesor Saleri II¡±.
¡°Con la ganader¨ªa me sucede como con el pan. No consigo lo que quiero¡±
Pero el pan en forma de cami¨®n se le cruz¨® en la carretera de Burgos cuando ejerc¨ªa como repartidor; del atropello acab¨® con fractura de tibia y peron¨¦, y ah¨ª acabaron los sue?os del aspirante.
¡°Es verdad que el accidente precipit¨® mi abandono, pero tampoco pose¨ªa el coraz¨®n suficiente para ejercer la profesi¨®n¡±, reconoce.
A pesar del clavo que le implantaron en la pierna izquierda, entren¨® con desvelo y lleg¨® a vestir el traje de luces en 1955 hasta en ocho festejos sin caballos y muchas capeas, pero tras un festival a beneficio de APADIS, una asociaci¨®n de discapacitados intelectuales, su esposa lo coloc¨® entre la espada y la pared (¡°los toros o yo¡±), y ¡°como la quer¨ªa mucho, dej¨¦ los trastos autom¨¢ticamente¡±, afirma Agust¨ªn.
Abandon¨® los trajes alquilados, pero el veneno de la afici¨®n continu¨® haciendo efecto. Triunf¨® como industrial del pan, y tras una primera incursi¨®n como ganadero de segunda, decidi¨® dar el salto y compr¨® vacas y sementales a Luis Algarra y a Francisco Medina, cuando ejerc¨ªa como ganadero de El Ventorrillo, y cre¨® su propio hierro, Montealto, con el que se ha labrado un nombre reconocido.
- O sea, que la ganader¨ªa es fruto del pan¡
- ¡°No exactamente. Ante todo, es fruto de mi afici¨®n, pero tambi¨¦n de mi car¨¢cter inquieto y emprendedor. Soy constructor ocasional, y me gusta el trato, el riesgo¡ Vamos, que tengo esp¨ªritu de currante, que es lo que he sido toda mi vida¡±.
Su ganader¨ªa es corta. Para la temporada actual solo cuenta con una corrida y cinco novilladas.
¡°El sector no est¨¢ bien y la gente no lo sabe¡±, reflexiona. ¡°Somos muchos ganaderos para una tarta (n¨²mero de festejos) cada vez m¨¢s peque?a¡±.
- ?Su ganader¨ªa es deficitaria?
- ¡°S¨ª se?or. Me cuesta el dinero. Si pretendiera vivir de ella o, simplemente, mantenerla, no podr¨ªa¡±.
El ganadero muestra con orgullo la corrida que espera en el campo a que surja alg¨²n comprador.
¡°Valdr¨ªa para una plaza de primera, pero abre mucho la cara y no la quieren. A los toreros les gustan los toros menos aparatosos y m¨¢s bonitos. Yo lo veo l¨®gico. Un pintor elige sus modelos y pinceles, y los toreros se inclinan por aquellos toros que consideran m¨¢s propicios para su concepci¨®n de la lidia; lo que ocurre es que a los aficionados nos gusta m¨¢s el peligro. Una contradicci¨®n¡¡±
- Pero la ganader¨ªa le permitir¨¢ tambi¨¦n satisfacciones¡
- ¡°S¨ª, pero m¨¢s en el campo que en las plazas. Cr¨¦ame, no estoy en San Isidro porque hice el prop¨®sito de no ir. El a?o pasado lidi¨¦ varias novilladas de las que hubieran salido doce toros para Madrid, pero lo paso tan mal¡ Ahora me pesa y me duele, y estoy deseando ver mi nombre en los carteles, pero soy as¨ª y no puedo evitarlo¡±.
De momento, sufre con el serio compromiso del 1 de mayo, y sue?a que los novillos embestir¨¢n y le cortar¨¢n las orejas tres chavales con ansias de gloria.
¡°Soy feliz. No debo dinero, fabrico un buen pan que da trabajo a 80 personas, y espero que mis toros triunfen. Qu¨¦ m¨¢s puedo pedir¡¡±
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