Carrusel electoral
Se necesita mucha creatividad y talento para hacer entretenida una cobertura televisiva electoral
Minuto y resultado, conexiones en directo y goles en Las Gaunas. Cada vez es m¨¢s dif¨ªcil encontrar las siete diferencias entre una noche electoral en la tele y Carruse deportivo. No es algo nuevo ni exclusivo del g¨¦nero pol¨ªtico, pero se ha normalizado de tal manera que nos cuesta mucho concebir otro modo de narrar un escrutinio. Es m¨¢s: creemos que cualquier otro modo de narrar es indeseable, que el espectador se duerme si no se le arrojan a la cara planos cortos con una realizaci¨®n din¨¢mica, muchos gr¨¢ficos de colorines, carruseles de n¨²meros y letras a lo Bloomberg y pantallas partidas con varios bustos gritando.
En descargo de los programas hay que decir que se necesita mucha creatividad y talento para hacer entretenido lo que, en el fondo, no son m¨¢s que unos se?ores y se?oras en una mesa. Si aquello no se viste con mucho ruido, color y pirotecnia, puede convertirse en la tertulia de un casino de pueblo entre el boticario, el alcalde y el cura que amodorre al militante m¨¢s entregado, pero ?hac¨ªa falta copiar el modelo de las retransmisiones deportivas? ?En qu¨¦ momento los programas del tipo Carrusel se convirtieron en el est¨¢ndar de cualquier emisi¨®n en directo? ?Cu¨¢ndo nos pareci¨® que lo correcto era gritar y mantener el tono siempre arriba, sin dar respiros, como si se tomaran anfetaminas por pu?ados?
Un problema de la aceleraci¨®n es que arrastra a todo y a todos con ella. Para no perder el ritmo, todos se aceleran, todos elevan el tono de voz, todos hablan m¨¢s r¨¢pido, pol¨ªticos incluidos, por lo que, al apagar la tele, te invade un sentimiento de tragedia y de fin del mundo que desentona con la quietud de una casa a la una de la madrugada. Ojal¨¢ esta noche la tragedia se quede solo en el tono y en la puesta en escena.
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