Madera de l¨ªder
Roca Rey cort¨® las dos orejas del sexto con petici¨®n de rabo mientras Castella y Manzanares naufragaron
El toro sobrero que sali¨® en tercer lugar le busc¨® las cosquillas a Roca Rey y no se las encontr¨®. Astifino y manso, encastado y fiero, no estaba dispuesto a aceptar ¨®rdenes de nadie. As¨ª, en uno de los capotazos primeros se le col¨® al torero por el lado derecho en una clara advertencia de que no ven¨ªa de paseo. No se pic¨®, se doli¨® en banderillas y lleg¨® a la muleta engallado y con ganas de pelea. Una dura prueba para su lidiador, sin duda.
Pero ten¨ªa delante a un chaval de una pieza, henchido de valor, con una apabullante firmeza y un derroche de gallard¨ªa y arrestos, Como tienen que ser los toreros, ni m¨¢s ni menos.
DEL CUVILLO / CASTELLA, MANZANARES, ROCA REY
Toros de N¨²?ez del Cuvillo?¡ªel tercero y el quinto, devueltos por inv¨¢lidos¡ª desigualmente presentados, mansos, muy blandos, nobles y sosos. El primer sobrero, manso, encastado y fiero; el segundo, noble.
Sebasti¨¢n Castella: media estocada trasera (silencio); casi entera baja (silencio).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: estocada en la suerte de recibir y dos avisos (ovaci¨®n); estocada (ovaci¨®n).
Roca Rey: estocada muy baja y estocada (ovaci¨®n); estocada (dos orejas y petici¨®n mayoritaria de rabo).
Plaza de La Maestranza. 3 de mayo. Cuarta corrida de la Feria de Abril. Lleno de 'no hay billetes'. Asisti¨® la Infanta Elena desde un palco.
Con estos mimbres, comenz¨® el diestro peruano el dif¨ªcil examen, y cuando no llevaba ni le¨ªdas las preguntas qued¨® claro ¡ªal toro, el primero¡ª que lo aprobaba con nota alta. Vamos, que si fiero era el animal, arrojado y pundonoroso en extremo era el torero. Y ofreci¨® toda una lecci¨®n de mando, sometimiento y torer¨ªa. Derecho como una vela y plantado en la arena, cruzado siempre y con un absoluto desprecio al peligro evidente del toro, Roca Rey baj¨® la muleta y oblig¨® a su oponente a embestir una y otra vez en una faena vibrante y emocionant¨ªsima. Termin¨® con unas ajustadas manoletinas antes de fallar con el estoque.
Y en el sexto, el delirio, el faen¨®n de esta y de muchas ferias, una faena rayana en la perfecci¨®n, con un torero en estado de gracia, con obediencia plena al toreo cl¨¢sico, un p¨²blico entregado y entusiasmado y un toro nobil¨ªsimo y obediente, de esos que tanto gustan a las figuras de hoy.
De rodillas comenz¨® su labor con la muleta y enjaret¨® hasta cuatro derechazos perfectos de ejecuci¨®n. De pie, en una lecci¨®n magistral de colocaci¨®n, cite y remate, ense?¨® a la concurrencia el toreo que sale del alma, con la pa?osa arrastrando el albero, largu¨ªsimo el muletazo, templad¨ªsimo, ligados todos y rematados con pases de pecho verdaderamente monumentales.
Tandas por ambas manos, especialmente hermosos y emotivos los naturales, colosales y cargados de emoci¨®n. Una faena larga, con esas formas torer¨ªsima de salir de la cara del toro, y esperar el paso del tiempo entre tanda y tanda. Mat¨® de un estoconazo hasta la bola, el toro cay¨® patas arriba y los tendidos, obnubilados por tanta gracia, pidieron los trofeos con desmedido entusiasmo. Las dos orejas, dict¨® el presidente, y la gente quer¨ªa el rabo, pero el us¨ªa aguant¨® el tipo y dijo que no. Bien hecho. El rabo es el premio a una faena perfecta desde que sale el toro al ruedo y tal milagro no sucedi¨®.
Estuvieron Castella y Manzanares. El primero mat¨® dos inv¨¢lidos, pero estuvo sin estar, fr¨ªo y ausente. No dijo nada.
Y Manzanares, el consentido de Sevilla, naufrag¨® ante dos toros con muchas posibilidades. Despegado, hacia fuera, aliviado y ventajista, elegante, tambi¨¦n, pero toreo de baratija. Eso s¨ª, dos ver¨®nicas al primero de aut¨¦ntico sue?o, y un espect¨¢culo la ejecuci¨®n de la estocada en la suerte de recibir a ese mismo toro.
La corrida de hoy
Toros de Victorino Mart¨ªn, para Antonio Ferrera, Manuel Escribano y Emilio de Justo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.